El mar es una analogía de su vida. A veces las olas son tan fuertes que la revuelcan, otras son tan buenas que le regalan momentos inolvidables. Cuando a sus 23 años Natalia Vindas Pérez tuvo un accidente de tránsito que quebró su espalda y le imposibilitó volver a caminar, se sintió en aguas turbulentas, pero decidió mantener la calma.
Finalmente, con la actitud correcta, dice, en la vida y en el mar, todo pasa.
Hoy, a sus 39 años, Natalia Vindas entrega sus miedos, se conecta con Dios, consigo misma y con la naturaleza por medio del surf adaptado.
Además de disfrutar la paz y libertad que le regalan las olas, comparte ese sentimiento con otras personas, pues es la fundadora de la Asociación de Surf Adaptado de Costa Rica, organización sin fines de lucro que trabaja en tres líneas: la competitiva, la recreativa y otra con la que acercan a personas con discapacidades, como parálisis cerebral, a una experiencia única.
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“Cuando se tiene discapacidad, uno se siente como encerrado y con pocas posibilidades de ser feliz. Al ver que se puede hacer deporte, viajar, conocer otros lugares, estudiar, trabajar, todo eso suma a que las personas se sientan bien y sientan que se pueden desarrollar como otro ser humano. No importa la gravedad de lo que haya pasado”, expresó Natalia, quien desde su accidente es usuaria de silla de ruedas.
Una vida con propósito
Aparte de su trabajo ad honorem en la asociación, Vindas trabaja como consultora de accesibilidad. En el 2008, con 23 años, laboraba como ingeniera civil. Un día, mientras realizaba una inspección de carreteras, tuvo un accidente que le provocó una lesión medular.
“Me quebré la espalda. Desde entonces la silla de ruedas es mi compañera de vida. Anda conmigo por todo”, mencionó.
Luego del accidente, una joven Natalia sabía que solamente existían dos opciones para ella.
“Me echaba a morir y mi vida terminaba o me adaptaba y veía qué podía hacer para ser feliz con lo que me quedaba”. La segunda opción fue la elegida.
Con el apoyo de su familia, amigos y buenas personas que siempre aparecen en el camino, empezó a luchar para recuperarse, superar el duelo y tener una vida nueva. A finales del 2015, su amigo Juan Manuel Camacho la invitó a surfear y la mujer encontró el amor a primera ola.
“El proceso de adaptación es muy difícil, es un cambio de vida muy marcado y profundo, pero siempre tuve apoyo. Cuando empecé a surfear decidí que quería hacerlo por el resto de mi vida y compartirlo con otras personas con discapacidad”, comentó.
En estos años como surfista, Natalia ha vivido todo tipo de momentos. La también competidora dice que ha aprendido a mantenerse siempre serena, porque si se estresa, todo es más difícil. Esa misma consigna es la que aplica en su día a día, reitera.
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El surf adaptado
En la Asociación de Surf Adaptado han buscado la manera de apoyar a las personas que practican este deporte, pues cada quien tiene requerimientos distintos. Entre los deportistas hay usuarios de sillas de ruedas, con discapacidad visual, así como otros que utilizan prótesis.
En su caso, Natalia surfea acostada y cuenta con una cuña que le permite tener el pecho y el rostro levantados. Sabe que en otros países están diseñando tablas adaptadas y por ello, constantemente la asociación busca donaciones y apoyo para poder equiparse y ayudar a más personas.
“Para las actividades con chicos con parálisis cerebral, queremos tablas adaptadas que son grandes y que traen un asiento. Nosotros trabajamos con muchos voluntarios, entonces cuando estos chicos entran al mar, siempre hay personas alrededor para apoyarles”, dijo.
Entre el 18 y 23 de junio, iniciará un torneo que antes de su final en California, Estados Unidos, pasará por Costa Rica; los deportistas de surf adaptado ya compitieron en Australia y Hawái.
La asociación también procura apoyar a los competidores, que siempre dejan a Costa Rica en alto. Mencionó a Roy Calderón y Jimena Ruiz, quienes son campeones mundiales. Viajar a participar en diferentes torneos implica importantes gastos.
“En el 2021 tuvimos un cuarto lugar en una competencia en la que participaron 26 países. Esa vez tuvimos el equipo incompleto que es de 19 y competimos 12, aun así, logramos ese puesto”, contó.
Natalia habla con entusiasmo sobre su vida con el surf adaptado y agradece a Dios que le permita brindar oportunidades de bienestar a otras personas que, al igual que ella, encuentran fuerza y libertad en el mar.
Si desea conocer más de la asociación, puede visitar las redes sociales @surfadaptadocr o el sitio web surfadaptadocr.org
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