La explosión de un cilindro de gas en una soda de Alajuela, en enero del 2013, cobró la vida de cinco personas y detonó un caluroso debate nacional sobre la seguridad de un dispositivo usado en las cocinas de miles de hogares y locales del país.
Sin embargo, transcurridos ya más de tres años de la tragedia, las promesas gubernamentales y de las empresas distribuidoras de fijar controles más rigurosos sobre el envasado del gas se han apagado entre trámites y tropiezos.
Incluso, desde el punto de vista penal, el accidente carece de responsables. El pasado lunes 9 de mayo, el Juzgado Penal de Alajuela cerró la causa contra el único imputado por la explosión en la soda, un hombre de apellido Calvo, quien vendió el cilindro.
Así quedaron impunes las muertes de Marlene Castillo, de 51 años; Grettel Chacón, de 33; Deyanira Castillo, de 47; María Avellán, de 39, y Génesis Murillo, de tan solo 20 años.
Nadie tampoco responderá por las marcas que le quedaron en la piel a Ana Isabel Castillo, vecina de Limón y hermana de dos de las víctimas, por las quemaduras que sufrió en el 56% del cuerpo debido a la explosión del cilindro.
“Tengo cuatro injertos de piel grandes: dos en cada brazo y en cada pierna y ocho pequeños en la espalda. Aún no me dan de alta”, se quejó Castillo.
Esta situación también llena de desconsuelo por partida doble a María Alfaro, vecina de Alajuela. Ella es madre de otra de las fallecidas (Génesis Murillo) y su nieto, de seis años, quedó con cicatrices en el 50% del cuerpo.
“Alguien tiene que pagar. El cilindro de gas que explotó en la soda tenía porosidad, estaba desgastado, tenía el grosor de una hoja de papel. Mi hija murió. No se quién regula esto, pero alguien tiene que responder”, expresó Alfaro.
En espera. Los proyectos de ley para definir reglas que permitirían establecer responsabilidades en caso de que un cilindro de gas explote, hacen fila en la Asamblea Legislativa.
Uno de ellos, que se tramita bajo el expediente 18.198, se presentó en el 2010, pero está archivado. El otro plan, con el expediente 19.637, se encuentra en espera de ser discutido en la comisión legislativa de Asuntos Económicos.
Por su parte, el Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) lleva tres administraciones tratando de elaborar un reglamento.
Actualmente, se está redactando uno que propone que cada envasadora sea responsable del henchido de su cilindro y de verificar que esté en condiciones para llegar al usuario final.
También pretende regular la actividad de todos los sectores del mercado de gas, incluyendo a las empresas y al sector público.
“Este tema había estado abandonado. Tenemos programado finalizar en junio la redacción del borrador, el cual será enviado a consulta. En el plan se definió que las empresas deberán utilizar una válvula roscada en los cilindros porque es más segura.
”Además, se establece que el llenado debe ser segmentado (cada gasera llenará su propio cilindro). De esta forma, si pasara una desgracia, sabemos quién fue el responsable”, explicó Ronny Rodríguez, jefe de despacho del viceministerio de Energía del Minae.
Hoy, el henchido de cilindros en el país es universal mixto, o sea, que una empresa envasadora puede llenar un 70% de cilindros de su parque propio, y un 30% del parque común.
Peligro. Datos del Cuerpo de Bomberos confirman la urgencia de regular la calidad del envasado.
Héctor Chaves, director de Bomberos, indicó que por año se atienden más de 6.500 casos de escapes en cilindros de gas.
Chaves comentó que el 90% de los escapes ocurren porque la válvula empleada es insegura (es de acople rápido).
“Nunca se ha logrado establecer responsabilidades en las empresas y las personas que comercializan porque nunca se puede asociar ese cilindro con la empresa que lo colocó en el mercado.
”Por las explosiones de cilindros de gas ha habido muertes, incendios, personas lesionadas y el país sigue sin regulación”, declaró el funcionario.
Según Bomberos, en el 2015, las fugas de gas GLP fueron la cuarta causa de los incendios. De 170 siniestros, 15 fueron provocados por un cilindro defectuoso.
Del 2008 a la fecha, se han registrado 13 muertes a causa de la explosión de un cilindro, entre ellas, las víctimas en Alajuela.
Por su parte, la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep) determinó, en marzo, que las fallas en los controles de los cilindros de gas en las envasadoras del país persisten.
Así lo concluyó tras realizar 354 inspecciones en las nueve firmas dedicadas a la actividad.
De 72.285 cilindros revisados, 3.014 no contaban con las condiciones mínimas de seguridad para circular en el mercado. Además, un 7% tenía corrosión y el 3% presentaba fugas.
Para Guido Gutiérrez, gerente de producción de Gas Zeta, compañía que concentra el 50% del mercado del gas nacional, es necesario que exista el reglamento ya que considera que mantener el llenado universal mixto es una práctica indebida y peligrosa.
“El usuario no tiene la certeza de quién llenó ese cilindro, bajo qué condiciones, cualquier empresa puede llenar cualquier cilindro. Hemos recibido tanques de gas manipulados indebidamente y eso conlleva a que se deban sacar del mercado”, manifestó Gutiérrez.
‘Alguien tiene que pagar por lo ocurrido’
“Algo tiene que cambiar con la muerte de mi hija y con lo que sufrió mi nieto. El cilindro de gas que explotó en la soda no servía. Alguien tiene que pagar por lo ocurrido”.
Con estas palabras, María Alfaro, vecina de Alajuela, expresó su indignación porque aún nadie se hace responsable por la muerte de su hija Génesis Murillo, de 20 años, quien falleció luego de que en enero del 2013 un tanque de gas explotara en la soda Don Luis, ubicada en el Carmen de Alajuela.
“Génesis fue ese día a la soda porque había olla de carne. Yo le llevé a mi nieto para que almorzaran ahí, sin imaginarme lo que ocurriría. Ella murió y mi nieto pasó 15 días en cuidados intensivos con quemaduras en el 46% del cuerpo”, contó Alfaro.
Esta vecina de Alajuela trabaja como conserje en la Escuela Holanda, la cual se ubica al frente del negocio en donde ocurrió la tragedia.
Ella asistió el lunes ala comparecencia en donde el Juzgado Penal de Alajuela dictó un sobreseimiento definitivo a favor de un hombre de 67 años, de apellido Calvo, quien fue el proveedor del cilindro de gas que explotó en la soda. Alfaro se alegró por él.
“No es posible que acusen a un adulto mayor de algo que él no cometió. Él solo repartía el gas; no es el responsable de velar por el mantenimiento de los cilindros. El Estado no le puede achacar la responsabilidad de lo que ocurrió a él. Yo ese día lo abracé y le dije que me alegraba por él”, dijo la alajuelense, quien contó que su nieto es un niño muy feliz y que cursa el primer grado.
‘Desde el accidente en la soda, no volví a trabajar’
Los rayos del sol le producen a Ana Isabel Castillo, una de las víctimas del incendio ocurrido en enero del 2013 en la soda Don Luis, en El Carmen de Alajuela, una sensación de picor y ardor intensa en la piel.
El cilindro de gas explotó luego de que ella terminara de lavar los platos en el negocio. La onda de fuego rebotó en su espalda, brazos y piernas, y le causó quemaduras en el 56% del cuerpo.
Sin embargo, hoy, tres años después de la tragedia, el ardor de sus cicatrices no se compara con el dolor que carga por haber perdido en el siniestro de aquel lunes 21 de enero a sus dos hermanas: Marlene, de 51 años, y Deyanira, de 47.
“Mi hermana Marlene falleció al siguiente día del accidente, y Deyanira, a los 27 días. Las extraño mucho. Yo estuve internada en el hospital casi dos meses. Me quemé el 56% del cuerpo, tengo cuatro injertos de piel grandes: dos en cada brazo y en cada pierna y ocho pequeños en la espalda.
”Mi piel está toda marcada, cuesta mucho quitar las secuelas de las quemadas. Por el ardor que me produce el sol, yo paso encerrada en mi casa y repleta de crema humectante. Desde el accidente en la soda, no volví a trabajar”, contó Castillo, quien tiene 53 años.
Castillo explicó que el día de la tragedia ninguna de las tres se percató de que se estaba saliendo el gas. Según contó, el exceso de aditivo impidió que ellas percibieran el olor. El cilindro tenía una fisura; el contacto del gas con el baño maría ocasionó el siniestro que destruyó la soda y cambió radicalmente su vida.
Luego de haber salido del hospital, Ana Isabel se fue a vivir a Limón, para acompañar a su madre y padre que estaban devastados por lo que le ocurrió a sus hijas.
Los tres viven de la pensión de los adultos mayores.
“Yo, a veces, amanezco muy llorona. A mi mamá también se le ha dado mucho, ya que a ella también le habían matado a un hijo un 15 de agosto en Limón. El dolor que ella carga es inimaginable.
”Yo la acompaño y le ayudo con las tareas del hogar. Ella dice que aún tres años después del incendio, no cree que sus hijas estén muertas, aún no cree que lo ocurrió sea real”, relató.
Carrillo añadió que casi nunca le había puesto atención al hombre, de apellido Calvo, quien era el que le vendía los cilindros.
Ella no sabía que el Juzgado Penal de Alajuela había dictado un sobreseimiento definitivo a favor de Calvo. Sin embargo, considera que ya la tragedia ocurrió y que “no hay dinero que pague el no estar con sus hermanas”.
“Yo no sé en qué paró ese caso. Nunca tuve oportunidad de hablar con el que nos vendió el cilindro, yo solo sé que lo detuvieron. Eso lo lleva el abogado. Me han llamado los investigadores dos veces, una para que explicara cómo fue el accidente y otra para entregarme una plata que habían encontrado en la ropa a mi hermana que murió”, dijo Castillo.