A Rafael Marín Chávez se le nota tranquilo, optimista y... con menos peso.
Hace tres meses este exagente de ventas de 49 años de edad, vecino de Desamparados, lidiaba con un peso corporal de 380 libras que lo había confinado a su dormitorio las 24 horas del día.
Sin embargo, mejores tiempos –o al menos el asomo de ellos– llegan poco a poco para Marín.
Desde hace un mes el Hospital San Juan de Dios le brinda atención médica especial, algo que no ocurrió en la última década durante la cual Marín vio como su gordura parecía no tener límites.
La próxima semana, él cumplirá un mes de internado bajo el cuido médico de nutricionistas, médicos internistas y de otros especialidades.
Marín logró , finalmente, que tomarán en serio su situación.
Los efectos positivos son notables. En poco más de tres semanas perdió 55 de las 380 libras con las que entró al hospital.
La manera en que combate su obesidad y otros padecimientos cambiaron paulatinamente. También su vida comenzó a cambiar.
Cuando este diario lo visitó en su casa, en agosto, Rafael Marín estaba físicamente colapsado.
Su obesidad le impedía caminar y hacer sus necesidades corporales con independencia. Esa condición también lo mantenía conectado a un tanque de oxígeno las 24 horas del día para poder respirar.
Ahora, gracias a un plan alimenticio y medicamentos, Marín puede caminar con ayuda de una andadera y redujo el uso del tanque de oxígeno puro, de 24 a entre 12 y 18 horas cada día.
Un día después, el paciente fue trasladado.
Los médicos lo mantendrán bajo cuidados hospitalarios hasta que presente mejoras significativas en su salud.
“El pronóstico es alentador”, manifestó el médico internista Carlos Quesada Aguilar, quien lo visita y examina casi a diario.
“No me quejo; el trato médico ha sido ejemplar. Lo único malo es que todavía no quepo en la cama, pero confío en que pronto eso cambiará”, afirmó Marín, el jueves.
En el hospital igual que en la casa, su esposa está a su lado.