“La celebración del matrimonio debe ser siempre en un lugar sagrado, porque es un sacramento sagrado. Muy bonito que la playa y que el rancho a la par de la playa y que en la montaña y que a la par del río y que buceando y que tirándose de un avión. Muy bonito, pero eso no es sacramento. El sacramento, como es algo santo, se realiza en un lugar santo, sea una capilla o sea una Iglesia parroquial”.
Así de contundentes fueron las palabras del sacerdote Alejandro Jiménez Ramírez, vicario judicial del Tribunal Eclesiástico Costarricense, quien también advirtió de que hay compañías organizadoras de bodas que ofrecen servicios “todo incluido” en donde también incluyen un sacerdote que los casa en sitios que no son adecuados para el sacramento.
“Hay gente que organiza bodas y que se saca quién sabe dónde al padre para que celebre la boda en un hotel, en una playa, en una finca, y nunca dijeron nada ni a la parroquia ni a las parroquias de donde son originarios los contrayentes. Hay empresas que ofrecen el servicio para que se ‘ahorren trámites’... con sacerdotes irresponsables, dicho sea de paso, porque él debería ser consciente de que lo que está haciendo es nulo”, destacó Jiménez.
El especialista señaló que esto se ha dado con sacerdotes en situación irregular o que se han distanciado de la Iglesia o que están “en desobediencia”.
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Él recalcó que solo en situaciones muy extremas es que el párroco del lugar o el obispo pueden permitir, a manera de excepción justificada, una ceremonia en una casa, “tal vez, donde la viejita o el viejito no puedan moverse o estén con oxígeno”. La otra excepción se da en hospitales, donde los capellanes tienen la potestad de hacerlo.
El trámite para un matrimonio católico, recordó Jiménez, comienza en la parroquia donde vive alguno de los contrayentes o en la que escogieron para casarse. Si el párroco del lugar no es quien va a presenciar la celebración, el sacerdote que lo haga debe tener el permiso del párroco o del obispo donde está esa parroquia.
“La ceremonia debe hacerse con ese trámite para que el matrimonio esté a derecho. Al hacerlo de una forma sencilla, facilona, para ahorrarse tiempo y pagando para ello, es nulo”, subrayó.
“Si el párroco del lugar donde se casa o el obispo no dieron el permiso para ese matrimonio, por más sacerdote en ejercicio que sea, ese vínculo es nulo, porque no existe la delegación para presenciar ese matrimonio”, añadió.
¿Por qué los novios no pueden escribir sus propios votos?
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A diferencia de lo que sucede en las bodas civiles o de otras religiones, los novios no pueden escoger escribir sus propios votos para darse el consentimiento matrimonial. Este ya está establecido como una oración especial que se dice cada uno viéndose a los ojos. Ese es el consentimiento que, para la fe católica, marca el inicio de un matrimonio y una nueva familia.
“El consentimiento es con la forma, en los matrimonios católicos no se pueden inventar los votos ni hacerlos propios. Muy lindo, las palabras lindísimas para otro momento, pero para el momento del sacramento, si un sacerdote permite que digan otras palabras, además de muy irresponsable, lo estaría haciendo nulo. Yo no podría decir otras palabras para suplir la consagración, es lo mismo”, aseveró.
Eso sí, aclaró, una vez que se hayan dicho esas palabras y el sacerdote o diácono diera la bendición a ese consentimiento, ya la pareja será de esposos, y podrían decirse sus palabras. Posteriormente sí se pueden decir, lo que no puede hacerse es sustituir una cosa por otra.
El año pasado hubo 23.015 bodas, de las cuales, una quinta parte (4.948), fueron católicas y las restantes 18.067 (el 78,5%) ante un notario público.