Javier Chinchilla, contador de 24 años, se cansó de pasar hora y media o hasta dos horas recorriendo los 5,5 kilómetros que separan su casa, en San Rafael de Montes de Oca, de su trabajo, en el Mall San Pedro.
El tiempo de desplazamiento lo obligó, hace dos meses, a pedir permiso para adelantar su hora de entrada y así salir más temprano para evitarse la peor parte de la hora pico (entre las 5 p. m. y las 7 p. m.). Ese cambio le permite ahorrarse 30 minutos de viaje, los cuales aprovecha para hacer ejercicio o resolver asuntos personales.
Así como lo hizo Javier, miles de personas de la Gran Área Metropolitana (GAM) se han visto obligadas a cambiar sus rutinas diarias por el congestionamiento vial en busca de pasar menos tiempo en una presa y más minutos –o hasta horas– al día con la familia, descansando, ejercitándose o estudiando.
"Yo tomé la decisión de cambiar el horario luego de una vez que salí a las 6 p. m. y duré dos horas y media hasta mi casa, pues había un choque en la fuente de la Hispanidad y otro cerca de la U Latina", recordó Chinchilla.
Comprar motocicleta, usar bicicleta, caminar algunos trayectos de la ruta, conseguir un nuevo empleo o hasta pasarse a una casa más cerca del trabajo o centro de estudio, son decisiones cada vez más comunes.
Por ejemplo, Luis Rivera, vecino de Paraíso, adquirió una moto hace dos meses para ir a su oficina en Escazú. "Yo, en carro, tardo de dos horas a dos horas y media; en bus puedo durar 30 o 40 minutos más porque son tres buses (...). La esperanza es durar una hora con la moto. En diciembre, tengo la cita para sacar la licencia", señaló Rivera.
En ocasiones, él y su esposa, quien trabaja en el centro de San José, deben hacer malabares para no llegar tarde a recoger a su hija de tres años. "Esto le quita la tranquilidad a uno. Se llega cansado al trabajo porque imagínese que para salir de la casa a las 5 a. m., hay que levantarse a las 4 a. m. y se regresa hasta las 7 p. m. u 8 p. m.", agregó Rivera.
Ivonne Zúñiga, estudiante de Arquitectura, tuvo que mudarse de Cartago a Alajuela para estar más cerca de su trabajo, en Rohrmoser.
"Me pasé a vivir con mi mamá, pero salía a las 6 a. m. para llegar a las 8:30 a. m. a Rohrmoser. En el camino pasaba a dejar a mi hermana al colegio, pero era demasiado el tiempo y, por eso, ahora salgo a las 5 a. m. para no toparme con la presa e ir al gimnasio antes del trabajo", narró la joven de 23 años.
Sandra Meléndez, jefa de Gestión Empresarial en Salud Ocupacional del Instituto Nacional de Seguros (INS), afirmó que el congestionamiento vial puede provocar mayor agotamiento en las personas, reducir su rendimiento y elevar los niveles de agresividad de los empleados. Además, eleva las probabilidades de padecer dolores de espalda o piernas por pasar mucho tiempo con malas posturas.
Ecuación
El último informe del Estado de la Nación menciona la falta de planificación urbana, el aumento de la flotilla vehicular, el pésimo sistema de transporte público y la mala calidad de las carreteras, como los factores que conforman la ecuación del congestionamiento vial.
Al comparar el censo del año 2000 con el del 2011, se observa que cantones centrales como San José, Tibás, Montes de Oca y Goicoechea, han perdido población, mientras que sitios periféricos como Alajuelita, Desamparados, Curridabat y Santa Ana, entre otros, han ganado habitantes. nota adjunta.
Leonardo Merino, investigador del Estado de la Nación, expresó que las dificultades de movilidad disminuyen la calidad de vida de las personas y afectan la competitividad del país.
El Plan GAM 2013, herramienta elaborada para ordenar 31 cantones urbanos, reveló que los ticos pierden, en promedio, 15 días al año atrapados en presas.
En la actualidad, la flotilla de vehículos en Costa Rica asciende a 1,4 millones. Entre 1980 y el 2014, los autos particulares pasaron de 85.120 a 863.400. Solo en la última década, ha habido un crecimiento del 5% anual.