El 11 de mayo, el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) sorprendió con el anuncio de la suspensión de cortes de luz, cuyo inicio estaba previsto para el 13 de mayo. Según la entidad, el comienzo del plan de racionamiento eléctrico se trasladaba porque las lluvias de días previos mejoraron las reservas de líquido para generación hidroeléctrica.
Así, los cortes no comenzaron ni el 13 de mayo, ni el 14 ni tampoco el 15. El último aviso es que solo se aplicaría el viernes 17, por ahora.
Ante el súbito cambio de planes ¿pueden unos pocos aguaceros influir tanto en los embalses como para interrumpir los apagones? La respuesta es afirmativa, pero no solo por las lluvias, sino por su relación con las condiciones de cuencas hidrológicas y montañas de las zonas donde el Instituto posee plantas hidroeléctricas.
Aunque falta mucho para volver a una situación óptima de reservas, las lluvias recientes sí dieron margen de maniobra. Entre el viernes 10 y el domingo 12 de mayo llovió fuerte cerca de los embalses del ICE, informó el Instituto Meteorológico Nacional (IMN).
En particular, el comportamiento de las lluvias ha influido en la cuenca del río Reventazón-Parismina en la vertiente del Caribe cuyos afluentes incluyen los ríos Aguacaliente, Grande de Orosi, Macho, Pejibaye, Reventado, Birrís, Parnás, Maravilla, Atirro, Tuis, Turrialba, Guayabo y Reventazón.
El Turrialba y el Reventazón alimentan las hidroeléctricas Cachí, Reventazón y Angostura, que aportan 644 Megavatios (MW) de la capacidad de generación hídrica del ICE (1.698 MW). Tres plantas, de entre 17, representan así 38% de esa capacidad instalada, revela su Plan de Expansión de la Generación (PEG) 2022-2040.
Germaín Esquivel Hernández, catedrático e investigador de la Universidad Nacional (UNA), recordó que las cuencas del país responden relativamente rápido a las lluvias, también los suelos propician que esa agua corra por la superficie y alimenten todo tipo de cuerpo de agua.
Cuando llueve, parte del agua se infiltra hacia el subsuelo. Sin embargo, la vertiente del Caribe costarricense tiene suelos predominantemente arcillosos, los cuales filtran menos agua llovida. A suelos más arcillosos, más escorrentía de lluvias que terminará en embalses, ríos, lagos y lagunas.
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Sin embargo, el principal factor a considerar en la declaración del ICE es la orografía (la geografía física de montañas) en la zona donde levantaron esas tres hidroeléctricas: una región montañosa donde llueve mucho.
En términos simples, explicó, los embalses situados allí tienen recuperaciones veloces de nivel por las buenas respuestas de la cuenca del Reventazón-Parismina; la tercera más grande con un área de casi 3.000 km².
En la vertiente del Caribe, la mayor parte del agua llovida corre por la superficie, según su coeficiente de escurrimiento o escorrentía.
La cuenca del río Reventazón tiene un coeficiente de escurrimiento de 0,67: por cada 100 litros de lluvia sobre un metro cuadrado, 67 de esos litros son escorrentía. Además, esta cuenca tiene 28% de pendiente.
Antes de esa cuenca, en esa misma región, se localiza la cuenca alta del río Grande de Orosí, cuyo coeficiente de escurrimiento es 0,72 y posee una pendiente de 33%.
“Si hay una institución que ha hecho un esfuerzo histórico por tomar decisiones con bases científicas, es el ICE. Tiene una amplia red hidrometeorológica y la mejor tecnología en sensores de presión para medir niveles en ríos y espejos de agua. Eso los ha guiado para decidir dónde construir”, explicó.
Este catedrático tiene una licenciatura en Química Industrial (Química Ambiental), una maestría en Ciencias con énfasis en Gestión y Estudios Ambientales y un doctorado en Ciencias Naturales (Gestión de Recursos Naturales).
¿Cómo son los embalses de generación?
Al cierre del 2023, Costa Rica disponía de 3.499 MW de infraestructura instalada para generación eléctrica mediante diversas fuentes (eólica, térmica, bagazo, geotermia y otras). Del total, 2.371 MW correspondían a plantas hidroeléctricas (67.7% del total) entre públicas y privadas, precisa el Informe Anual de Generación y Demanda 2023 del Instituto.
De todas las hídricas en operación, 17 instalaciones pertenecen al ICE, pero hay cinco estratégicas para el suministro de energía nacional.
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1. La principal reserva es el lago Arenal de 30 kilómetros de largo y casi cinco de anchura sobre un área de casi 88 kilómetros cuadrados (km²). Localizado entre las provincias de Alajuela y Guanacaste, su profundidad varía de 30 a 60 metros (según la temporada) y puede acumular hasta 1.478 millones de metros cúbicos (m³) de agua, según datos del ICE.
Es tan importante que el líquido ha venido impulsando hace décadas el complejo Ardesa (formado por las hídricas Arenal, Dengo y Sandillal), que suele aportar 20% de la electricidad nacional. Es el único embalse capaz de guardar agua acumulada en un año para usarla en la temporada seca del siguiente.
2. El embalse Reventazón, en Siquirres (Limón) de 7 km² tiene un volumen útil de 107,4 millones de m³ que le permite generar luz a lo largo de tres meses, según sea el uso de sus aguas.
3. Cachí, en Paraíso de Cartago, es un estanque con una capacidad de almacenamiento bruto de 36,3 millones de m³ de agua. Ese embalse de 3,24 km² posee una forma irregular, la cual tiene unos seis kilómetros de largo por uno de ancho.
4. Planta Hidroeléctrica de Angostura en Turrialba (Cartago) con una represa construida también sobre el cauce del río Reventazón. Tiene una extensión de 2,56 km² y su capacidad de almacenamiento total es de 9,9 millones de m³.
5. Pirrís, localizado entre los cantones León Cortés y Tarrazú, en San José.