Decenas de campesinos costarricenses pueden pararse en el nuevo borde de sus parcelas y ver pedazos de ellas al otro lado del río Sixaola, pegados a territorio panameño o convertidos en nuevas islas.
No saben bien dónde están.
La alteración del río limítrofe entre Costa Rica y Panamá mantiene en zozobra a unos 190 parceleros, pero también preocupa a las autoridades diplomáticas por la confusión sobre la demarcación de los límites entre ambas naciones.
Las inundaciones son habituales cada año cuando el resto del país disfruta del sol y la brisa, pero en esta ocasión dejaron secuelas mayores. Cientos de hectáreas quedaron cubiertas por el agua, tan borradas como los hitos fronterizos en el distrito Sixaola, del cantón limonense de Talamanca.
El tema llegó incluso a los ministerios de Relaciones Exteriores, pues solo un acuerdo entre ambos gobiernos haría posible la reconstrucción de los los hitos sobre la línea fronteriza fijada desde 1944.
En ese momento se determinó que el territorio costarricense se terminaba en la parte más profunda del río Sixaola. Ahora las coordenadas siguen siendo las mismas, pero el terremoto de 1991, la sedimentación y las llenas han cambiado el punto de referencia físico.
“El cauce ha tenido cambios importantes en gran parte de su curso. Se ha desplazado dentro de territorio costarricense (...) Es importante realizar este esfuerzo de restituir los hitos construidos en ambas riberas en 1944”, expresó Max Lobo, director del Instituto Geográfico Nacional (IGN).
La tarea, sin embargo, no es como trazar una raya sobre un mapa.
“Este trabajo técnico tiene un costo elevado y una gran complejidad, además de requerir acuerdos y coordinación entre ambas cancillerías”, agregó Lobo, quien espera multiplicar pronto por diez el nivel de detalle de las hojas cartográficas disponibles para esa zona.
Autoridades costarricenses ya plantearon ante Panamá la necesidad de iniciar cuanto antes esa coordinación política y técnica, dijo el embajador tico en ese país, Ekhart Peters. “Esperamos contar incluso con colaboración en servicios satelitales para ver en detalle cómo fue que se bifurcó ese río”.
Espera y zozobra. A los productores de plátanos de la zona les importa saber bien de qué lado están sus parcelas, pero más les preocupa cómo reactivar la producción, después de las millonarias pérdidas causadas por la última llena.
Los agricultores, la mayoría parceleros del Instituto de Desarrollo Agrario (IDA), han debido conformarse con ¢97.500 mensuales que les otorgado esa institución en este año. Otras promesas del Gobierno están sobre la mesa.
El agua se metió más de 500 metros y cubrió los sembradíos, pero también los caminos y algunos pequeños caseríos, cuyos pobladores se han ido trasladando por su cuenta a otros lugares, reportó el IDA.
“El río siempre ha causado problemas, pero ahora se formó un meandro y echó a perder cientos de hectáreas sembradas de plátano, mientras otras quedaron aisladas. Algunos parceleros se han quejado de que intentaron ir a sacar el producto y que los panameños no lo permitieron. Duele, porque eso es lo que da de comer a la gente en los poblados de Catarina y Paraíso”, dijo Saúl Barrantes, de la oficina de Gestión Municipal en Talamanca.
Todos los estudios de desarrollo humano subrayan que Talamanca es uno de los tres cantones del país que peor calidad de vida ofrece a sus pobladores.