Su experiencia de 30 años como empleada doméstica le enseñó lo importante que es tener conocimiento sobre los derechos laborales.
Su lucha por la reforma del Código de Trabajo empezó luego de reconocer que sus derechos fueron violentados por muchos años.
“Entonces pensé que esto que me pasó a mí no le iba a pasar a las demás mujeres”.
A partir de ese momento, Rosita Acosta tomó la batuta de la Asociación de Trabajadoras Domésticas (Astradomes), aunque su lucha la empezó a librar años antes, desde las filas de la Alianza de Mujeres Costarricenses.
En el seno de esta organización nació la idea de fundar una asociación para defender el gremio de las trabajadoras domésticas.
“Me dijeron que por qué no lo organizaba yo; para mí fue un reto muy grande porque nunca me imaginé que podría llegar a montar una asociación”.
Esta mujer, natural de Grecia (Alajuela), luego de 22 años de existir la asociación continúa al frente de ella.
Asegura que le enorgullece mirar atrás y hacer un recuento de los logros alcanzados.
El primer triunfo en materia de derechos llegó tras 17 años de lucha, en julio del 2009. Se trató de la aprobación de la reforma del capítulo del Código de Trabajo que regula el empleo doméstico remunerado.
“Cuando lo aprobaron, nosotras brincábamos como loquitas, y nos tuvieron que sacar de la Asamblea Legislativa”, recuerda.
Con esa reforma se consiguió equiparar la jornada laboral de las trabajadoras domésticas con la ordinaria de ocho horas.
Dos años antes consiguieron que se les reconociera los feriados, así como un día libre a la semana.
Admite que no fue un objetivo fácil, sobre todo porque a lo largo de todos estos años se llevó muchos “colerones”. “Hay días en los que salía llorando de la Asamblea”.
La persistencia ha dado sus frutos y el lema de la propia asociación recoge esta idea: “Unidas y organizadas seremos respetadas”.
En total, 2.500 mujeres están inscritas en Astradomes, pero el frente activo lo forman unas 500.
La organización acepta miembros de todas las nacionalidades, aunque lo cierto es que la mayoría son nicaraguenses, asegura la presidenta de la asociación.
Lema personal. Dos palabras forman su emblema particular: consistencia y resistencia.
Esta alajuelense, madre de dos hijos, se define como una mujer luchadora pues empezó a trabajar desde los 13 años de edad.
“En la Asamblea y organismos internacionales me llaman la peleona, pero me respetan”.
No obstante, aunque tenga el reconocimiento de diputados y diputadas, acepta que en esta batalla también tiene enemigos.
No duda en afirmar que estos son los patronos y patronas.
“A veces, ellos nos llaman a la asociación diciendo que no les van a dar trabajo a las sirvientas”.
–¿Sirvientas?
“Sí, aún utilizan esa palabra tan arcaica para referirse a las empleadas del hogar”.
–¿Y usted qué les dice?
“Que hagan ellos el oficio”.
Haber conseguido que muchas trabajadoras conozcan sus derechos lo considera un empoderamiento de las empleadas.
“Solo así pueden defender lo que es suyo, y no tener miedo para reclamar que se cumplan”.
Entre tanto, Astradomes también trata de capacitar a las mujeres con algunos cursos. Por ejemplo, organiza talleres de cómputo; incluso, algunas iniciaron esta semana un curso de inglés, coordinado con el Instituto Nacional de la Mujer y el Centro Cultural Costarricense Norteamericano.
Próximo reto. La asociación está en campaña para que el Gobierno ratifique un tratado de la OIT.
En 2011 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) adoptó el Convenio 189, que especifica los principios básicos de los empleados domésticos.
En junio de este año, la Comisión Legislativa de Asuntos Jurídicos emitió un dictamen afirmativo sobre el proyecto de ley para la aprobación de dicho convenio.
“Con esto conseguiríamos que los derechos sean reconocidos a nivel internacional, y así podremos exigir que se cumpla la ley”.
Ella espera que se apruebe en estas sesiones ordinarias del plenario, que finalizan en noviembre.
Y así se lo hizo a ver a la presidenta de la República, Laura Chinchilla, el jueves pasado, cuando se encontraba en la Antigua Aduana con motivo de la visita de la expresidenta chilena, Michelle Bachelet.
“Le agarré de los brazos y le dije que necesitábamos que se ratificara ese convenio”.
–Y, ¿qué le dijo la presidenta? “Que trataría de aprobarlo antes de noviembre”. Aunque su campaña no cesa, acepta que su cargo como presidenta de la asociación tiene los días contados. Tiene 71 años.