San Carlos y Turrubares son dos municipalidades ubicadas en los extremos.
Ciertamente, hay diferencias grandes entre uno y otro municipio en extensión, población y presupuestos. Pero también las hay en gestión de los recursos que les han sido encomendados, sean pocos o muchos.
En la más reciente evaluación de la Contraloría sobre la gestión municipal correspondiente al periodo 2016, San Carlos recibió la más alta calificación (87,84 puntos sobre 100) entre un total de 81 evaluadas.
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Turrubares, al contrario, se convirtió en el gobierno local con la peor nota de todo el país, con 26,72 puntos sobre 100.
¿Qué hace San Carlos que marca la diferencia, y qué está intentando hacer Turrubares para salir de ese último puesto?
En San Carlos trabajan en equipo
En Pital, dejaron de tomar agua de pozos contaminados desde que la Municipalidad construyó el megaacueducto.
Hablando con los vecinos, esta es una de las obras –además de las viales–, que más destacan de su gobierno local.
En Pital, Rosibel Soto la considera 'una bendición': "La construcción del megaacueducto, con participación de los vecinos más aportes de AyA (Acueductos y Alcantarillados) y el Inder (Instituto de Desarrollo Rural), es como una bendición de Dios. Dejamos de tomar agua de pozos contaminados y mejoramos la salud. Tenemos un excelente alcalde".
San Carlos es una municipalidad con ingresos cercanos a los ¢15.000 millones anuales, y gastos que sobrepasan los ¢12.000 millones.
Siempre ha superado los 70 puntos mínimos para tener una gestión aceptable.
Año | Calificación |
---|---|
2012 | 77,50 |
2013 | 81,79 |
2014 | 92,22 |
2015 | 76,58 |
2016 | 87,84 |
En Boca Arenal, Miguel Segura Retana, presidente de la Asociación de Desarrollo Integral, sostiene que el principal mérito municipal aquí es el asfaltado de 4 kilómetros de calles, la construcción de un parque infantil y del sistema de alcantarillado de aguas pluviales.
Esto es crítico tratándose del cantón más extenso del país, con 3.373 kilómetros cuadrados de área (un 6,5% de la superficie total de Costa Rica), dedicados principalmente a la ganadería.
San Carlos provee alrededor de un 65% de la leche y más de la mitad de la carne que se consume en todo el país. También produce caña de azúcar, piña, cítricos y tubérculos.
"La Municipalidad de San Carlos no tiene un superalcalde, tampoco superregidores. Lo que sí tiene es la convicción de que todos los días se puede mejorar la prestación de servicios, así como la elaboración y ejecución de obras de infraestructura", contestó Alfredo Córdoba, alcalde del ayuntamiento norteño.
Córdoba suma casi cuatro periodos consecutivos en el cargo. No oculta la satisfacción que siente por los resultados de la última evaluación de la Contraloría.
Explica que no hay una fórmula mágica para alcanzar metas, pero que en el caso de San Carlos, al asumir el cargo, tomó decisiones que cambiaron positivamente el rumbo.
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¿Qué hizo? Córdoba sostiene que el primer paso fue solicitarle a todo el personal trabajar en equipo.
"Además, pedí la participación de los pueblos, de los entes públicos y la empresa privada. A los empleados bajo mi mando les insistí en sacarse de la mente el 'no se puede'", recordó.
Agrega que, simultáneamente, hizo cambios en la manera de planificar y ejecutar proyectos. Córdoba reconoce que no pocas veces ha tenido que sacar el látigo para que población y funcionarios acataran sus decisiones.
Este alcalde le ha asignado mayores responsabilidades a su personal. A manera de ejemplo, explica que antes tardaban hasta dos meses en dar permisos de construcción y hoy solo se demoran dos días.
Córdoba explica que, para atraer inversiones al cantón, están facilitando trámites a los empresarios. En lo social, el gobierno sancarleño creó el programa Familia Primero, que atiende la problemática de la mujer, las capacita para enfrentar la violencia doméstica, las empodera para que formen su propia empresa.
Para Córdoba, otro de los principales logros es la alta inversión que se ha hecho en caminos vecinales y asfaltado de vías urbanas, que este año superó los ¢2.000 millones. San Carlos tiene 2.500 kms de rutas cantonales.
Una municipalidad que trabaja como pulpería de pueblo
"En Turrubares hay un defecto: aquí trabaja mucho la política y la política se vuelve un argollón. Yo tengo tres periodos que no voto por eso mismo. Aquí es una desgracia, una argolla de los diablos".
Sentado junto a su compañero de tertulias vespertinas, José Manuel Agüero Barquero no escatimó palabras para referirse a lo que él considera ha sido el trabajo de su Municipalidad, la de Turrubares, el cantón donde él nació hace 82 años.
A su lado, estrenando chonete, José Olivar Salguero Chavarría, conocido como Álvaro, de 78 años, asiente con la cabeza a todo lo que dice su amigo de una vida.
Agüero no es del todo pesimista. Aunque le costó, reconoció que en los últimos meses algo bueno se ha visto, sobre todo en vías: "el camino de Puriscal a Orotina está con toda la pata. Lleve usted un vaso de agua en el carro en carrera y no hay brinco ni nada que lo bote", agregó.
Esta mezcla de decepción y pesimismo en uno de los habitantes más viejos de este cantón josefino, es la tónica cuando se les consulta a los turrubareños por la gestión de su Municipalidad, que en la última evaluación de la Contraloría sacó 26 puntos sobre 100, la calificación más baja entre las 81 municipalidades que hay en todo el país.
Año | Calificación |
---|---|
2012 | 44,21 |
2013 | 28,47 |
2014 | 33,29 |
2015 | 32,24 |
2016 | 26,72 |
El alcalde Giovanni Madrigal Ramírez lo sabe. En un pueblo pequeño –alrededor de 7.000 habitantes, esparcidos en 415 kilómetros cuadrados– los comentarios se los trae el viento hasta el escritorio en el que apenas ha pasado poco más de un año intentando sacar las castañas del fuego.
"Nosotros recibimos la peor municipalidad de toda Costa Rica. El desorden en que la encontramos y la incapacidad de ejecución es total. Cuando entramos, en mayo del 2016, empezamos a hacer reingeniería", aseguró el novel alcalde, sentado en una oficina con unas paredes en color pistacho y otras en gris, tonos con los que intenta aplacar desde adentro el intenso calor de las afueras. Él mismo la pintó con ayuda de un primo.
Madrigal tampoco se guardó palabras para criticar el Índice de Gestión Municipal (IGM): "No es la foto real. Nosotros estamos en un periodo de transición y lo que se ha hecho por mejorar en los últimos meses no quedó plasmado ahí", aseguró. Luego afirmó que la próxima evaluación tendrá resultados muy diferentes.
A una cuadra del edificio municipal, también recién pintado como la oficina del alcalde, se está construyendo un parque infantil. Al lado, un centro de atención integral con fondos que estuvieron sin ejecutar desde el 2012.
Según Madrigal, se ha encontrado con millonarias partidas específicas guardadas, incluso, desde los años noventa, mientras en el pueblo crecían las necesidades. "Esto se manejaba como una pulpería", aseguró. Varios procesos legales se llevan contra funcionarios por haber permitido llegar a esa situación, dijo.
La ejecución del presupuesto 2017 ya va por un 95%, contrario a lo que antes sucedía, afirmó. También se están repartiendo, sin los criterios políticos que criticó José Manuel Agüero, las ayudas a 110 adultos mayores muy pobres –de los 170 que requieren apoyo– de todo el cantón.
Este administrador de empresas, como muchos de sus coterráneos, tuvo que salir del cantón a formarse en la capital. Ahí vivió varios años hasta que regresó a San Juan de Mata, su barrio natal en Turrubares.
Sin experiencia, se metió a la política y ganó por 23 votos de diferencia. Esta municipalidad formó parte del grupo que tuvo que someterse a un conteo manual para decidir el gane de la alcaldía.
En San Pedro de Turrubares, Víctor Calderón, dueño de uno de los comercios grandes en ese distrito, confirmó que la historia de mala gestión municipal es extensa.
"Siempre ha sido muy malo, hasta ahora, que se han empezado a ver arreglos en caminos. Este alcalde ha hecho hasta ahora un buen trabajo. Y eso que yo soy del otro partido (Unidad; el alcalde es de Liberación)", manifestó Calderón, de 49 años.
Pide empleo, caminos, ayuda para la gente pobre, que es abundante en estos rumbos.
Turrubares maneja un presupuesto anual de alrededor de ¢2.000 millones.
Los 31 funcionarios que integran la Municipalidad han tenido que vivir en carne propia los cambios, pues se han hecho traslados de puestos para, según Madrigal, mejorar la gestión de los servicios.
Hasta ahora, la Municipalidad cuenta con un plan quinquenal y tiene en proyecto la compra de un sistema informático para que pase a la historia el archivo de papel.
Rodrigo Calderón Ríos, de 68 años, nació y vive en San Pedro de Turrubares.
"Hasta ahorita, ahorita, estamos viendo un poquito de acomodo. Las anteriores no nos dieron muy buenos resultados. Yo veo que este alcalde que tenemos sí nos está ayudando. Se están viendo muchas cositas que antes no se habían visto.
"La municipalidad es el gobierno local de un cantón, donde por medio de los alcaldes se pueden lograr fuentes de trabajo, caminos arregladitos, puentecitos, alcantarillados... obras buenas en un cantón. Esto es lo que ha faltado aquí", mencionó con una sabiduría que solo dan los años y su origen humilde.
Calderón salió de Turrubares a los 16 años, con permiso del Patronato Nacional de la Infancia para trabajar, por ser menor de edad. Rodó por fincas bananeras en Río Jiménez, Quepos y Parrita, hasta que regresó a darles el fin a sus papás y a formar familia en su pueblo.
Sus ojos han visto mucho. En Turrubares, trabajó en el campo y también fue policía. Su vida ha sido dura, algo que espera que mejore para sus nueve hijos y sus nietos, en un cantón que, para él, tiene un potencial enorme sin explotar.