Suena como un golpe seco; como quien lanza una media enrollada hacia la ventana. Por desgracia, en vez de una prenda es un ave que chocó contra el vidrio. Sea para auxiliarla o evitar futuros impactos, usted puede aprender a hacerlo.
La colisión de aves con ventanales es un problema antropogénico (de origen humano con afectación a la naturaleza) de alcance global.
Provoca la muerte de millones de aves migratorias y residentes en el país tanto comunes, raras o en peligro de extinción, aseguran investigaciones científicas internacionales y también la iniciativa Costa Rica Silvestre del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac), organizaciones civiles y el Ministerio de Ambiente y Energía.
Pese a ser criaturas con un agudo sentido de la vista, las aves suelen volar a toda velocidad hacia ventanas o vidrio sin percatarse del transparente obstáculo.
Se cree que, bajo ciertas condiciones, las ventanas les reflejan a las aves la vegetación o el propio cielo de una forma tal que estas creen que es real, explicó Shirley Ramírez Carvajal, bióloga de la Comisión Nacional de la Gestión de la Biodiversidad.
Como el material es invisible, las colisiones también podrían deberse a que los animales simplemente no ven un obstáculo al volar.
Para evitar los choques, hay métodos cuya efectividad ha sido probada. Entre ellos se pueden colocar cuerdas, adhesivos o marcas pintadas en forma vertical en las ventanas, separadas entre sí a un máximo de 10 centímetros. Asimismo, las verjas o mallas gruesas de protección en ventanales pueden brindar esta protección. Con estas ayudas, las aves descubren el obstáculo antes de golpearse.
La colocación de calcomanías individuales o siluetas en vidrios es una técnica muy usada pero inefectiva, explicó Ramírez, al recordar que las aves no esquivarán una ventana con una o dos calcomanías en el cristal. Es probable que choquen contra el resto del espacio descubierto.
“Por eso debe cubrirse toda la ventana. En estos meses de verano, este es un problema que suele pasarles mucho a aves migratorias que se alejan del invierno en el hemisferio norte hacia zonas cálidas, al sur del continente. En ambos sentidos del viaje, siempre hacen una pausa en Costa Rica”, añadió Ramírez.
¿Qué hago si una golpea la ventana?
El fuerte golpe en la cabeza del ave puede ser razón suficiente para causarle la muerte por daño cerebral. Si sobrevive al impacto, con seguridad podría estar aturdida y sería incapaz de enfocar la mirada.
En ese momento, explicó Ramírez, usted puede tomarla con las manos pero no intente lanzarla al aire para volar o darle alimento. Recuerde que acaba de golpearse la cabeza.
Lo correcto, agregó la bióloga, es situar el ave en una cajita con orificios en un sitio fresco, libre de estímulos como sonidos o luz.
Allí, el ave puede quedarse una hora o más. Si esta empieza a mostrarse activa, puede llevarse a un sitio abierto, lejos de peligros como gatos, perros, carros o más ventanas y dejar la caja abierta para que pueda volar.
“Si parece herida, sangra, tiene huesos rotos o inmóvil por varias horas sin recuperarse e irse por su cuenta, es mejor reportarlo al Sinac u otra autoridad para ayudarla”, sugirió Ramírez.
Iniciativa
En Costa Rica existen iniciativas como Aves y Ventanas Costa Rica que aprovecha la colaboración de cientos de voluntarios de todo el país para crear conciencia del problema.
La creadora de este proyecto es la doctora en biología Rose Marie Menacho-Odio quien labora en la cátedra de Ecología y Educación Ambiental de la escuela de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica (UNED).
Aves y Ventanas Costa Rica es un proyecto de la carrera de Manejo de Recursos Naturales en esa universidad.
Esta bióloga explica que la familia de aves con más reportes de golpes contra ventanas son los colibríes.
Según un artículo científico de Menacho Odio, una posible explicación de que los colibríes choquen con mayor regularidad, podría ser la presencia de comederos y plantas con flores cerca de ventanales.
En Costa Rica, agregó, hay más de 25 tipos que han colisionado contra cristales. No obstante, la bióloga aclaró que esta hipótesis requiere de investigación adicional.