La severa caída del nivel de agua en el embalse Arenal dejó al descubierto las tumbas y lápidas del cementerio del pueblo que una vez existió allí, antes de la laguna creada para generación hidroeléctrica.
Por eso, el sábado, Dorey Mena Álvarez, vecina de Parcelas Monseñor Morera, en Tilarán, pudo ver el viejo cementerio por primera vez en su vida junto a su mamá, Olga Álvarez Chaves, quien en sus 64 años, tampoco lo había llegado a observar por lo infrecuente de un retiro de las aguas tan pronunciado.
“Mi mamá me dijo el sábado que ahí en el viejo cementerio casi mueren unos familiares suyos, en la erupción de 1968. Yo tenía mucha curiosidad hace años de ver este lugar. Cuesta mucho verlo, pero ahora está tan bajo (el embalse) que sí es posible”, relató Mena Álvarez.
Según dijo, ambas estaban muy sorprendidas al comprobar las historias que se contaban en la familia sobre la existencia de los viejos asentamientos, de los que, cuando el embalse retrocedía, quedaban al descubierto las tumbas e incluso huesos.
Las comunidades de Arenal, Tronadora y otros poblados desconcentrados en la zona fueron desplazados cuando el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) decidió inundar el área para recoger aguas, gracias a las cuales es posible producir alrededor del 22% de la electricidad consumida en Costa Rica. El embalse, además, es el único con capacidad de guardar líquido de un año a otro.
Sin embargo, tanto se ha reducido la provisión del recurso que ahora los paseos turísticos en embarcaciones por ese lago hacen paradas en cierto punto, para que los excursionistas caminen sobre tierra firme hasta el viejo camposanto.
Este domingo, por ejemplo, el nivel del embalse bajó a 533,03 metros sobre el nivel del mar (msnm), según datos del Centro Nacional de Control de Electricidad (Cence) del ICE.
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Ese es uno de sus registros más bajos en los últimos 10 años, pues un registro similar ocurrió en mayo del 2013, cuando cayó a 532,96 msnm, precisan datos del Cence.
La situación no es extraña. En la última década, la fase más severa del fenómeno El Niño, de 2014 a 2016, hizo que la disponibilidad de agua en Costa Rica bajara más de la mitad en algunas lugares.
La llegada de El Niño este año augura penurias similares, según el químico e hidrólogo costarricense Ricardo Sánchez Murillo, investigador de la Universidad de Texas en Arlington, quien analizó los datos en conjunto con especialistas de la Universidad Nacional (UNA), la Universidad de Costa Rica (UCR) y de la Empresa de Servicios Públicos de Heredia (ESPH).
En síntesis, el grupo descubrió que los escenarios de aquellos años podrían repetirse a partir de este 2023. Otra señal de ello puede apreciarse en el nuevo atractivo turístico de paseos por estos días sobre las aguas de la laguna de Arenal.
La historia
Hace 43 años, unos 2.500 habitantes fueron forzados a trasladar sus hogares y sus vidas para construir el megaproyecto Hidroeléctrico Arenal.
Arenal era un caserío del cantón de Tilarán (Guanacaste) situado geológicamente en una depresión que formaba un valle más o menos amplio y plano por donde discurría el río Arenal.
Según el escrito de la investigadora Gabriela Ávila-Vargas, fuera del valle, el resto de la zona presentaba relieve montañoso pero la mayor extensión de tierras se situaban por debajo de la cota de inundación prevista.
Esta condición sitúo a la comunidad de Arenal y Tronadora, junto a los poblados dispersos entre sí de Caño Negro, Guadalajara, Mata de Caña, Naranjos Agrios (también conocida como La Argentina) y Piedras, dentro de la zona que debía de inundarse de forma total, relata la investigadora, quien posee un maestría en Agroforestería Tropical del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza y en Desarrollo Rural de la Universidad Nacional.
Esto era necesario para dar pie a la construcción del embalse pretendido para el desarrollo del proyecto hidroeléctrico el cual requirió anegar propiedades hasta la cota de 545 msnm.
Eso implicaba para la población afectada marchar de sus tierras, trabajos, pueblos y cementerio.
Conforme la investigación de Ávila-Vargas, quien hoy labora en Instituto de Desarrollo Rural (Inder), Arenal contaba hacia 1973 con 800 habitantes en el centro poblacional y Tronadora con 408, mientras el resto de la población se encontraba desconcentrada en otros poblados.
Todo el reasentamiento se realizó en un periodo de cuatro años, de 1974 a 1978.
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La mayor parte de la población de Arenal optó por la mudanza obligada involuntaria y todos los grupos familiares trasladados (325) contaron con espacio para replicar el huerto casero como lo tenían en donde vivían antes.
Incluso se les brindó árboles para usos diversos y, con el tiempo, la agroforestería recuperó su vigor y empezó a notarse en el paisaje, indica el artículo La agroforestería en la restitución de los medios de vida para la población rural desplazada y reasentada de forma involuntaria: el caso de la comunidad de Arenal, Costa Rica.