En la década de 1980, por cada persona en edad de jubilación en Costa Rica, había entre 11 y 12 en edad laboral. Esto se conoce como índice de sustento demográfico.
En 2024, 40 años después, este indicador descendió a menos de 7. La baja en la natalidad en estas décadas redujo el número de costarricenses que cotizaba para pensión y ayudaba a la manutención de los pensionados.
Estas cifras no se detienen ahí, el país enfrenta un escenario de ultrabaja fecundidad, en el que las mujeres se sitúan por debajo de tener 1,3 hijos cada una (2022 cerró con 1,29). Y la tendencia parece mantenerse a lo largo del tiempo.
Las proyecciones del demógrafo Luis Rosero Bixby no son halagadoras. Durante un simposio en donde se abordaron los desafíos de esta ultrabaja fecundidad, Rosero manifestó que el sistema de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) entraría en un nivel crítico cuando haya menos de cuatro trabajadores por individuo en edad de jubilación. Esto ocurriría en poco más de 10 años, a mediados de 2035.
“Lo peor, y lo más preocupante, es que va a llegar a un nivel muy cercano a 1 dentro de 50 años”, expresó el demógrafo.
Para el especialista, ni tener una fecundidad que aumente a más de dos hijos por mujer, ni la inmigración harán que la situación cambie mucho, pues según la proyección de Rosero siempre estará cercano a 1 y no llegará a 2.
Esto traerá dos tipos de consecuencias, una para la fuerza laboral y la otra para el sistema de pensiones en sí mismo.
Implicaciones para la fuerza laboral
La ultrabaja fecundidad también implica que cada vez habrá menos personas en edad de trabajar y que la fuerza laboral se verá afectada.
En este sentido, Rosero expresó que la automatización de algunos procesos y la inteligencia artificial podrían ayudar. Pero eso no sería suficiente dentro de algún tiempo.
“El trabajo de los adultos mayores se va a volver muy importante. Y es casi cierto que va a aumentar la edad de retiro”, especificó.
Los inmigrantes ayudarían a paliar la situación, pero no sería suficiente. A esto habría que sumarle que siempre hay un número de costarricenses que emigran a otros países.
Implicaciones para sostener las pensiones
Rosero destacó que los sistemas de reparto de pensiones como el IVM, que actualmente están basados en transferencias intergeneracionales, deben considerar la equidad entre las generaciones. Detalló que es posible que no sigan siendo los ejes del sistema, ya que se haría insostenible que cada vez menos trabajadores financiaran a los jubilados.
En ese sentido, afirmó que quizá funcionen mejor los sistemas de capitalización colectiva, en los que no hay transferencias intergeneracionales si no en las que cada generación se financie su pensión sin depender de las más jóvenes.
El tema no es nuevo. En octubre de 2023 se anunció que la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) carecía de suficientes ingresos para pagar las pensiones del régimen de IVM. La entidad tomaría prestado dinero de la reserva del sistema para completar los pagos, lo cual adelantó el ingreso a un escenario crítico que se había previsto para 2030.
Además, la reforma que entró en vigor el pasado 11 de enero, que tiene como fin solucionar los problemas de solvencia, es insuficiente.
Por último, en diciembre pasado se divulgó que, a partir del 2024, los fondos de pensiones debían iniciar un proceso de disminución de sus inversiones en títulos valores del sector público.
Los cambios de esta reforma incluyen la eliminación de la pensión anticipada para los hombres; en las mujeres el beneficio se mantiene, pero la edad para anticipar el retiro se eleva de 59 años y 11 meses, con 450 cuotas actuales, a 63 años con 405 cuotas.
Sin embargo, las proyecciones de Rosero hacen ver posibles escenarios para actuar. El demógrafo indicó que lo más probable sea que la edad de pensión vuelva a extenderse y que incluso sean más los adultos mayores los que sigan trabajando después de su edad de jubilación. Esto también ayudaría a contrarrestar la baja de la población en edad laboral.
Las proyecciones indican que, de continuar a un ritmo de 1,3 hijos por mujer o menos, el país dejaría de crecer en número de habitantes en 2045, y para 2075 la población sea de 4,5 millones de habitantes, de los cuales un 43% sería adulto mayor.