¡Vieran qué linda les está quedando la casa a Mauricio, Michelle y a su hija Alhanna! Uno cierra los ojos y se puede imaginar el corredor con su piso ya puesto, varias maceteras y, ¿por qué no?, con unas mecedoras para sentarse a mirar el atardecer, que justo desde ahí se ve espectacular.
Al abrir los ojos la realidad devuelve la imagen de un corredor de pura tierra todavía, bajo un techo de lata aún sin cielorraso. La casa tiene sus paredes pero las ventanas siguen sin vidrios; tampoco hay puertas.
Ya el piso del interior está chorreado con cemento, en el baño está vacío el espacio para el lavatorio y el inodoro, y en lo que algún día será la cocina no hay fregadero.
Todo lo que está en pie es producto de la unión de un pueblo, Bolsón de Turrubares, que se esfuerza en construirle a la familia de Mauricio Arias y Michelle Monge la casa con la que ellos han soñado toda su vida.
La historia se la contamos en abril, lo cual permitió que muchos más ayudaran con el arranque de la construcción. Por eso, están el techo y el piso chorreado. También de ahí salió un ofrecimiento para colocar la instalación eléctrica.
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Los lugareños corren para terminar esta casita y dejarla lo más habitable posible porque esta familia de jóvenes peones agrícolas deben dejar el lugar donde viven y trabajan, el 7 de noviembre.
No hay una razón de esas noticiosas para explicar por qué estos vecinos se unieron para ayudar a esta familia, pasando por encima de sus propias carencias porque son igual de pobres que los Arias Monge.
La verdad, es pura solidaridad y cariño para una familia joven que, a pesar de sus pocos años, han vivido en un lugar y en otro, durmiendo en galerones, con salarios bajísimos como peones a cambio de limpiar quintas, y muchas pero muchísimas veces haciendo estos extenuantes jornales sin seguro.
La pareja y su pequeña de 8 años se ganaron el cariño de sus vecinos. Un matrimonio amigo les regaló un pedacito de su lote para que construyeran la casa. Compartieron lo poquito que tienen a cambio de nada. Ya el traspaso se hizo legalmente.
Ese matrimonio no quiere que se revele públicamente su identidad. Sin embargo, comentaron “fuera de cámaras”: “¿Para qué quiere uno tener más? Tenemos familia, salud, trabajo. Cuando muramos no nos llevaremos esto, y ellos lo necesitan más que nosotros. Si la gente tuviera presente que algún día morirá, sería más solidaria”.
Unos más regalaron su tiempo de trabajo para limpiar el terreno y preparlo para la construcción.
Gracias a todo esto, la casa de los Arias Monge está a un 30%. ¿Le gustaría sumarse a esta cadena de solidaridad y pegarles el último empujón para hacer realidad su sueño?
Cualquier ayuda la puede hacer al Sinpe 7026-4686, a nombre de Michelle Monge Martínez.
Con toda seguridad su apoyo le permitirá a esta humilde familia disfrutar, con los ojos abiertos o cerrados, de un atardecer desde el corredor de su futuro hogar.