Luis Daniel Ureña Alvarado recuerda que hace tiempo, cuando llegaba a la casa cansado de la faena, se topaba con las quejas de su familia porque su ropa, cabello y piel hedían a fertilizantes y plaguicidas que nadie soportaba.
Este agricultor de San Miguel de Piedades Sur de San Ramón, en Alajuela, cuenta también que ese era el tiempo cuando escuchaba sobre los casos de otros productores como él, hombres a quienes conocía, que morían de cáncer o de males gástricos con apenas 45 años.
Él mismo sufría fuertes dolores de cabeza, los cuales atribuía a su cercanía con los químicos sintéticos que compraba para aplicar a sus cultivos. Todo esto cambió hace cinco años.
Don Luis Daniel y su familia empezaron un régimen agrícola basado en el uso de abonos y controles de plagas de origen orgánico para estimular la fertilidad de la tierra.
Aquella apuesta, no sin riesgos y temores iniciales, recompensa ahora al agricultor y a los suyos. Con esa nueva orientación, su actividad se volvió un negocio más seguro, rentable y visible, pues la empresa familiar Agrícola Ureña hoy evidencia señales claras de consolidación.
El éxito de esa transición se enlaza con una tendencia hacia emprendimientos y producción genuinamente sostenibles, los cuales topan con mercados sensibles y dispuestos a premiar el esfuerzo.
Acciones como esta se destacan en este Día del Ambiente, una conmemoración para recordar la necesidad de protección de la naturaleza, por su relación con el bienestar de las personas y el desarrollo económico.
Más barato y más seguro
Marianella Feoli Peña es directora de Fundecooperación para el Desarrollo Sostenible, entidad que financia y promueve metamorfosis productivas en fincas y otras iniciativas. Ella confirma el acierto de los cambios.
Por lo general, todo arranca con un diagnóstico de la actividad para descubrir dónde hay oportunidad de ajustes en resguardo del ambiente. Por ejemplo, no arrojar químicos sintéticos al terreno.
Solo ese ajuste, asegura Feoli, representa para los productores fuertes reducciones en sus costos y mayor seguridad.
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Alguien que cosecha agua de lluvia o de una naciente, explicó, tiene líquido en épocas sin lluvias y así previene una caída de su producción. Alguien que modifica cómo maneja el suelo, puede suprimir el uso de fertilizantes y eso produce ahorro o ganancia, según como se vea, explicó.
“Nunca me volvió a doler la cabeza y bajé como 40% el gasto en insumos. La plata se me iba en el almacén comprando agroquímicos. Ahora soy libre de esa dependencia y veo el dinero”, declaró don Luis Daniel bien plantado en el tomatal donde también cultiva elote.
Agrícola Ureña produce tomate cherry, saladet y elotes, y ahora también tiene otra línea de negocio: venden abonos bocashi y bioles; compuestos orgánicos a partir de la descomposición o fermentación de residuos vegetales que aplica a sus terrenos.
Este productor afirma sentir hoy menos presión económica, más tranquilidad y más demanda de sus productos porque se corrió la voz de que sus productos son más sanos. El hombre ahora hasta brinda charlas a otros productores por las cuales es remunerado.
Ventaja competitiva
Jimmy Ruiz Blanco, director de la región central Occidental del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), afirmó que casos como ese germinan con fuerza, pues las prácticas sostenibles diferencian a quien las ejecuta y le da ventaja competitiva en un país con uso excesivo de plaguicidas y fertilizantes.
Como ejemplo, el funcionario citó el programa Bandera Azul Ecológica Agropecuaria, un galardón para pequeños, medianos y grandes productores metidos en la conservación de recursos naturales (suelo y agua), menor uso de químicos o reducción de su huella de carbono; todo lo cual se verifica.
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Conforme los participantes logran distinción y escalan en categorías; mejoran su acceso a cadenas de supermercado, restaurantes o comedores institucionales. En sus paquetes, resaltó Ruiz Blanco, hasta imprimen el sello del programa para diferenciarse y vender a mejor precio y con menos intermediarios.
Según el ingeniero del MAG, el comercio de alimentos seguirá más exigente porque él mismo reconoce que en Costa Rica se abusa de los agroquímicos y fertilizantes.
“Hace 5 años dejamos los agrotóxicos. Antes atomizábamos a diario y, si veía algo distinto en la planta, me iba a comprar un químico. Hoy, nosotros somos los investigadores; hay que capacitarse y luego observar y buscar cómo lo resuelve la naturaleza. En cierto forma, volvimos a pensar”, cuenta Luis Daniel Ureña Alvarado.
Ventajas de cambios
Fincas o productores que varían sus pautas productivas hacia métodos sostenibles ven retribuido ese esfuerzo en distintas formas
FUENTE: Fundecooperación para el Desarrollo Sostenible, ICT y MAG || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
El estudio Uso aparente de plaguicidas en la agricultura de Costa Rica, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, alertó de que la mayoría de países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) utilizan en promedio 2 kilogramos de ingrediente activo por hectárea de uso agropecuario. En Costa Rica, se usan más de 9 kilogramos.
Para Jimmy Ruiz Blanco, del MAG, aquellos productores que se alejen más de esas prácticas topan hoy con más ventajas de conectar con nichos de mercado dispuestos a reconocer esa mejora. El turismo es uno de esos.
Sociedad valiosa
Un análisis de mercado del Instituto Costarricense de Turismo (ICT) detalló los factores relevantes entre turistas extranjeros que influyen más en su deseo de visitar Costa Rica.
Uno es la existencia de “consumidores coherentes”, algo que el ICT cataloga como turistas propensos a pagar por bienes y servicios que conecten con sus principios personales, o que tienen una inclinación a consumir bienes, servicios o a alojarse en sitios respetuosos del ambiente.
Estos factores vienen ganando mayor peso entre la masa de visitantes, quienes han comenzado a venir al país en niveles similares a los registrados antes de la pandemia. De hecho, solo en los primeros cuatro meses de este año, llegaron 967.820 turistas del exterior.
Según estima el ICT, un turista que llega por vía aérea gasta de $1.500 y $1.600 en su estadía; la cual puede extenderse en promedio de 13 a 14 días.
La Fundecooperación para el Desarrollo Sostenible lanzó hace cuatro años el programa Turismo Motor de Desarrollo Local (TUMODELO), que vincula pequeños productores que implementan esquemas sostenibles con empresas turísticas dispuestas a pagar mejor a esos emprendedores para reflejar eso en su actividad.
“Hay restaurantes que compran ciertos insumos a productores con prácticas de sostenibilidad bajo este esquema y eso reduce la cantidad de intermediarios”, comentó Marianella Feoli Peña, directora de dicha fundación, sobre esta red por ahora de 40 hoteles y restaurantes.
¿Y por qué ocurre esto? Al parecer, el turista internacional percibe a Costa Rica como una sociedad valiosa, afirmó Alfredo Echeverría Mejía, presidente de la Fundación Costarricense de Gastronomía, del Instituto Mundial de Gastronomía Sostenible y uno de los proponentes de principios vertidos en el Plan Nacional de la Gastronomía Sostenible y Saludable del ICT.
Según Echeverría, el país no es percibido tanto como un destino turístico a secas.
Los extranjeros ven un país rico en opciones de descanso cuyos habitantes comparten valores ambientales de manera más intensa que otras naciones. Para los visitantes, vacacionar entre personas así les reporta más placer.
“Sobre todo y gracias a la pandemia, creció la conciencia hacia una vida de bienestar y otros estilos de vida. Costa Rica recibe gente extranjera clara en esto y para quienes ahora es más valiosa la naturaleza”, indicó.
Echeverría Mejía sostuvo que, con un mercado cautivo como ese, quien no sintonice con el asunto pierde oportunidades de negocio.
Sostenibilidad en el agro
Día mundial del ambiente
FUENTE: Fundecooperación para el Desarrollo Sostenible, ICT y MAG. || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
“Mi consejo es fijarse en generaciones como los millennials, centennials o la generación Z que, en pocos años, tendrán el poder adquisitivo. Todos son más sensibles al ambiente y pagarán en consecuencia más por algo sostenible”, declaró.
Eso sí, insistió en la necesidad de entender qué es sostenible y ahí propuso a futuros emprendedores primero conocer los objetivos del Desarrollo Sostenible de la ONU. De lo contrario, consideró que será imposible incidir en la cadena de valor de los sistemas alimentarios y de productos.
Testimonio de lo anterior puede darlo Luis Daniel Ureña Alvarado, quien sostiene que el giro dado a su negocio lo ha vuelto más visible por una suerte de “efecto contagio”. Este productor de San Ramón contó que el teléfono a veces no le da tregua los fines de semana, debido a llamadas de personas que preguntan por sus tomates y elotes.
Narró que cuando habla con productores o clientes sobre su método de producción les explica que es tan sencillo como notar que las montañas nunca se enferman porque se regeneran solas gracias la biología en el suelo y los microorganismos que hay allí.
Sostuvo que cuando comparte ese tipo de explicaciones, las personas se interesan mucho pues detectan que el sistema es sostenible y libre de químicos.
“Eso falta: darse a conocer como agricultor. A mí ya se me quitó el miedo de hablar y la gente me escucha”, dijo Ureña Alvarado justo antes de reparar en la pantalla del celular alumbrada con una fila de mensajes de WhatsApp.