Kenneth Flores es dueño de una venta de frutas en Guápiles, Pococí de Limón, y buena parte de su inventario son productos que no consigue en el Caribe, por lo que se traslada a comprarlos hasta el Centro Nacional de Abastecimiento y Distribución de Alimentos (Cenada), en Barreal de Heredia. Normalmente, un viaje en camión le cuesta unos ¢16.000 en combustible con un trayecto de poco más de dos horas, pero cuando cierran la ruta 32 por derrumbes y debe acudir a vías alternas, el costo se duplica y el viaje se extiende hasta 10 horas.
El comerciante contó a La Nación que el reciente cierre de la carretera por un total de 19 días lo afectó, no solo aumentaron los gastos para conseguir las frutas, sino que tampoco llegaron los clientes que constantemente viajan por la ruta desde cantones como Puriscal y Santa Ana para comprarlas. “Tuve que sacar de la venta papas, jocotes, duraznos y fresas; no solo baja la cantidad sino también la variedad”, contó.
Otro afectado por el extenso cierre de la 32 fue el conductor de tráiler César Castro, quien labora para una empresa privada que transporta contenedores entre los muelles de Puntarenas y Limón, así como a diversas fincas agrícolas de la zona sur, Guanacaste y varios puntos del Caribe. Su tormento no fue solo tener que manejar muchas más horas por las rutas alternas, sino tampoco poder ver a sus hijos por varios días. “No me sirve, porque el contrato está con precio por ruta establecida, no por calle que consume más combustible”, dijo.
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Historias como estas son recurrentes cada vez que se clausura la carretera nacional que lleva al Caribe, ya que los deslizamientos siguen ocurriendo y podrían continuar a falta de soluciones definitivas a lo largo de los años y los gobiernos.
El jerarca del Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT), Luis Amador, indicó a este diario que a pesar de que la ruta se volvió a habilitar este martes 12 de julio, no puede afirmar que sea seguro pasar por allí. De hecho, este miércoles dijo en conferencia de prensa que se trata de una vía donde se están “arriesgando vidas humanas”.
“No le puedo asegurar que es seguro al 100%, hay que tener precaución porque todo ese talud de toda la montaña se va a seguir viniendo mientras no le demos una solución definitiva”, reconoció el ministro ante La Nación.
Por el momento, dijo, el plan para el resto de la estación lluviosa es concluir los términos de referencia para poder colocar muros anclados en zonas con derrumbes activos, aunque por ahora no hay recursos para financiarlos y solo se trabaja en el diseño de las estructuras.
El último cierre de la ruta 32 se extendió desde la noche del 23 de junio hasta casi el mediodía del 12 de julio, tras una caída de 17.000 metros cúbicos de material equivalente 1.417 viajes en vagoneta.
Muchos dramas
Personas con negocios ubicados a lo largo de la carretera también se vieron duramente afectados por el desastre, como Fabián Barrantes que tuvo que botar más de ¢400.000 en mercadería que se pudrió con el paso de los días. Él tiene su puesto de verduras desde hace tres años aquí y se quedó sin ingresos por más de dos semanas.
“Duramos casi 20 días sin trabajar. Eso nos afectó bastante, no solo a mí y mi familia, sino también a los dos muchachos que trabajan aquí conmigo. Y como el negocio mío está en el puro Cerro Zurquí, de nada me valía ir a dar la vuelta por Turrialba. Igual yo vi en las noticias que se estaba durando ocho horas dar la vuelta por allá, es un gasto de combustible excesivo. Hasta los restaurantes a los que yo les vendo aquí por la zona se vieron muy afectados, no vendieron nada. Nunca habíamos vivido algo como esto con tantos días afectados”, relató.
Rudy Morales, que tiene un puesto de comida rápida a la orilla de la ruta, confirmó que las ventas se esfumaron con la clausura de la vía. David López que abrió una llantera a escasos metros hace un mes, también ha sufrido un calvario, porque los constantes cierres no le han permitido generar lo suficiente para comprar los alimentos para su hogar. “Cuando no pasan carros, el negocio se muere. Si la situación sigue así voy a tener que cerrar de forma definitiva porque no llega nada de plata, no es negocio, no hay de que vivir”, lamentó el trabajador.
Por su parte, Rodrigo Quirós, que tiene más de una década de ser transportista, manifestó que aunque la ruta 10, que va por Turrialba, esté habilitada para vehículos pesados, la realidad es que los daños que provoca a los camiones por su topografía, el exceso de gasolina que se gasta y la gran cantidad de horas de viaje extra que provoca no la vuelven una opción necesariamente rentable, menos para conductores que sean inexpertos.
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Desastre económico
La situación la confirmó la Cámara Nacional de Transportistas de Carga (Canatrac), al rescatar que el extenso cierre de la ruta por más de dos semanas generó que mucha carga se quedara en puerto Limón por no poder movilizarla por vías alternas. Otro problema, destacó, es que los costos asociados para los transportistas no pueden trasladarse al importador o exportador. “Son costos que ascienden a los ¢70.000 al usar la ruta por Turrialba”.
Desde el ámbito empresarial, la Cámara de Exportadores de Costa Rica (Cadexco) señaló que “la situación es de la más alta sensibilidad para el sector exportador”, ya que la ruta 32 es clave para las exportaciones del país porque comunica con los principales puertos nacionales, la Terminal de Contenedores de Moín (TCM) y la Junta de Administración Portuaria y de Desarrollo Económico de la Vertiente Atlántica (Japdeva).
“Solo en el 2021 salieron 275.000 contenedores por medio de la TCM, es decir, cada día salen 760 contenedores por ahí. Diariamente por esta terminal se exportan más de $10 millones, provenientes de distintas localidades del país que atraviesan la ruta 32. Es urgente una intervención permanente de la ruta, previendo escenarios futuros similares a los de este incidente”, expresó la organización.
También la Cámara de Comercio de Costa Rica (CCCR) indicó que ve “con la correspondiente preocupación la situación que está enfrentando en este momento la ruta 32″, porque el reciente cierre por 19 días y todas las afectaciones previas representan una serie de complicaciones que afectan de manera directa a los importadores y exportadores, consecuentemente al comercio en general y a los consumidores del país.
“Esta situación se presenta en un contexto donde el comercio internacional de Costa Rica ha venido siendo afectado por diferentes situaciones; en primera instancia la crisis detonada por la covid-19, seguido de una crisis de contenedores que elevó los precios internacionales del traslado de mercaderías y, posteriormente, el hackeo al sistema TICA (Tecnología de Información para el Control Aduanero)”, puntualizó la Cámara.
Otra organización que muestra su preocupación es la Cámara Nacional de Transportes (Canatrans), ya que las empresas autobuseras que dan servicio al Caribe también aumentan sus costos de operación al tomar vías alternas como Turrialba, al tiempo que afectan a las propias líneas de buses que transitan normalmente por esa ruta, ya que por el aumento del flujo vehicular se colapsa e incluso ocurren más accidentes.
“Lo que nos generó ahí mayor afectación fue por las demoras en los tiempos de viaje que aumentó hasta tres horas por carrera. Ayer (lunes) tuvimos la mala suerte de que hubo gente que tuvo que dormir en el punto porque un tráiler se volcó y no había forma de moverse el bus ni para adelante ni para atrás”, dijo la Cámara, al agregar que las quejas también aumentaron ante el Consejo de Transporte Público por las demoras en viajes.
Finalmente, la Cámara de Turismo y Comercio del Caribe Sur (Catccas) confirmó a este diario que la visitación turística a Limón cayó un 40% durante las últimas dos semanas y significó un duro golpe porque el cierre de la ruta 32 ocurrió precisamente durante las vacaciones escolares de medio año. A esto se le añadió la llegada de la tormenta tropical Bonnie que también provocó cancelación de reservas en muchos hoteles de la zona.
“Hay empresas que han cerrado y están esperando a ver si pueden reabrir más adelante cuando mejore un poco la situación, pero otro cierre de la ruta 32 sería devastador para nosotros y para toda la economía aquí del Caribe. Lo que tienen que hacer es ver la viabilidad de esta ruta y como prevenir más derrumbes, porque ahorita se pone en riesgo la vida de trabajadores y turistas que transitan por ahí”, concluyó la organización.
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