Ecuador fue uno de los primeros países en Latinoamérica donde la pandemia de covid-19 se salió del control.
La costarricense Ana Laura Gómez lo vivió de cerca en Guayaquil donde reside junto con su esposo, el empresario ecuatoriano Marco Villafuerte, y el hijo de ambos, Juan Diego, de tres años.
Ante el colapso del sistema de salud de aquel país y en consideración a sus 32 semanas de embarazo, Villafuerte optó por enviar a su familia a Costa Rica. El 16 de marzo, ella llegó junto con el niño a la casa de sus padres en Santo Domingo de Heredia.
Él también compró su boleto, pero para el 20 de abril (en esos días nacería su hija). Sin embargo, para entonces Costa Rica tenía cerradas las fronteras, por lo que Villafuerte no pudo viajar, ni tampoco estar en el nacimiento de Mariana, el 19 de abril.
A partir de allí, Ana Laura y su esposo han vivido momentos difíciles, pues él aún no conoce a su hija y ella se las ha tenido que arreglar para cuidar del menor de tres años y su recién nacida.
“Ha sido superduro, la depresión posparto y todo lo que da después del embarazo ha sido difícil y yo sola. Estamos viviendo un divorcio forzado”, expresó Gómez.
La costarricense nunca pensó que las fronteras iban a permanecer cerradas por varios meses y ahora no puede regresar a su hogar en Guayaquil, ni tampoco su esposo puede venir al país a estar con ella.
Aunque entiende que es una situación de salud pública y que si las medidas existen, es para evitar la propagación masiva del virus, no deja de ser complicado.
“Yo al principio decía, bueno, no importa 15 días, 22 días, 30 días, pero lo han alargado más y por lo visto, a como están las cosas, Costa Rica no piensa abrir las fronteras. Y mi hija cada día se pone más grande y él no la conoce y a mi hijo le hace demasiada falta la figura paterna”, añade.
Sin respuesta.
La madre, de 28 años, asegura que ha intentado por todos los medios buscar ayuda de las embajadas, del Ministerio de Salud y de la Dirección General de Migración y Extranjería; sin embargo, hasta ahora nadie le da una respuesta positiva.
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El problema es que para poder volver a Ecuador, ella necesita que el padre de sus hijos esté en Costa Rica para realizar los trámites de la nacionalidad de la recién nacida, de lo contrario, la pequeña solo podría estar en aquel país por un plazo máximo de tres meses.
Ante la situación, ha buscado que su esposo viaje a Costa Rica en un vuelo humanitario, pero nadie le da el visto bueno.
“Yo no pretendo que le den visa ni nada, lo que pasa es que si mi esposo no viene, yo no me puedo ir porque no tengo el permiso de salida, no puedo registrarla como ecuatoriana, no puedo hacer nada. Yo necesito que él venga aunque sea una semana para que me dé los permisos y firme los papeles para yo poder gestionar el pasaporte y el permiso de salida.
"Pero he intentado mandar correos y todos me dicen lo mismo, que mientras las fronteras estén cerradas no le pueden dar visa y él es un extranjero más. Entonces no puede venir a recogernos y yo no puedo irme porque no tengo cómo sacarle los permisos a ella sin el papá”, explica.
Gómez, quien desde hace cinco años reside en Ecuador, afirma que se siente afortunada por haber tenido a su hija en Costa RIca y la atención que ha recibido; no obstante, siente que la situación se le está saliendo de control.
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La tica asegura que ella se acoge a “un derecho que es el de la unión familiar y que se da mucho cuando hay guerra”, pero asegura que como la pandemia no es una guerra y es algo que nadie tenía previsto, las autoridades no pueden hacer nada por su familia.
“Yo vine porque la situación aquí estaba mejor y obviamente la parte de salud aquí es excelente, entonces igual si hubiesen aumentado mucho los casos aquí los hospitales son maravillosos. Y yo entiendo que el Ministerio de Salud está haciendo su trabajo y Costa Rica ha sido un ejemplo y todo, pero deberían considerar algunos casos en particular, que estamos encarcelados por la situación”, dice.
Gómez insiste en que su intensión no es que su esposo se quede, e incluso reconoce que ni ella ni sus hijos se pueden ir en este momento por la situación que aún atraviesa el país suramericano, pero si su esposo puede ingresar a territorio costarricense al menos por un par de días, puede ir agilizando los trámites para su regreso a casa.
Sin excepción
Desde el cierre de fronteras, el 18 de marzo, ningún extranjero puede ingresar al país. La única forma es estar en una lista de excepciones.
Dichas disposiciones otorgan la posibilidad de ingreso a esposos de costarricenses y padres de menores de edad costarricenses, siempre que viajen en compañía de su cónyuge costarricense o en compañía de su hijo menor de edad costarricense, según corresponda.
Asimismo, la institución señala que el extranjero debe cumplir con los requisitos de control migratorio, dentro de lo que se destaca, la visa costarricense (Villafuerte la requiere por ser de Ecuador), de acuerdo con las Directrices Generales sobre Visas de Ingreso y Permanencia para Personas No residentes.
Tras la consulta en específico sobre este caso y si existe una oportunidad para que el esposo de la costarricense ingrese al país, la institución fue enfática en que la familia Villafuerte Gómez debe esperar a que se reabran las fronteras.
“El ciudadano ecuatoriano puede ingresar al país, una vez que la medida sobre el cierre temporal de fronteras se levante, cumpliendo con los requisitos de control migratorio de acuerdo con su nacionalidad”, puntualizan.
La institución fue enfática en que los consulados de Costa Rica en el exterior podrán otorgar visas costarricenses a partir del 18 de julio del año en curso, sin perjuicio de las futuras prórrogas que se pueden emitir.
El viernes, el ministro de Salud, Daniel Salas, informó que el cierre de fronteras se extiende al 30 de junio.