Desde el desconocimiento, podría pensarse que el hombre que está dentro de la piscina junto a Cristian Moya está recitando un Salmo o llevando a cabo una oración que bendecirá las aguas en las que Moya, de 33 años, está a punto de hundirse.
No es así. Todas las oraciones fueron dichas mucho antes. Ahora, en el agua, el Anciano de congregación que está junto a Moya solo le da instrucciones para que el agua no le suba por la nariz o le inunde los oídos; la intención es evitar que este momento, tan esperado por Moya y su familia, se convierta en una experiencia desagradable.
El bautismo en la fe de los Testigos de Jehová no se limita a un breve contacto con el agua, mientras se proclaman oraciones. Sumergirse bajo el agua es el puntillazo final de un proceso de estudio prolongado de la Biblia.
Durante tres fines de semana –comenzando el viernes 16 de junio y hasta este domingo 2 de julio–, los Testigos de Jehová de Costa Rica se reunieron en el Centro Kölbi, de Parque Viva, en su Asamblea anual, que congrega a los practicantes de esta religión de todo el país –la asistencia es gratuita, pero se divide por regiones: de allí que haya tres fechas distintas–. La convocatoria es masiva: sumando la asistencia de los tres fines de semana, se esperan unos 80.000 seguidores de esta religión.
Cada sábado de esos fines de semana se llevaron a cabo bautismos para un número considerable de devotos –el sábado 24 de junio, cuando un equipo de la Revista Dominical asistió a la Asamblea, fueron bautizadas unas 35 personas, hombres y mujeres, desde adolescentes hasta un anciano de 102 años – quienes, como Cristian Moya– dedicaron muchas horas de estudio bíblico para llegar a este momento.
Para la mayoría de ellos, el hundimiento en el agua será sencillo y satisfactorio. Después recibirán el abrazo de sus familias y disfrutarán de un momento emotivo y con una carga espiritual fuerte: en el marco de su fe, “el bautismo demuestra que una persona quiere ser amiga de Dios y servirle. Es un compromiso ante Jehová y ante la comunidad”, según reza el sitio web de la organización mundial de los Testigos de Jehová.
“Todas las personas intentamos buscar respuestas acerca de la verdad: queremos saber de dónde venimos, quién nos creó, cuál es el propósito de nuestra existencia”, contará después Cristian, con el pelo todavía mojado tras hundir su cuerpo completamente en la piscina instalada a las afueras del Centro Kölbi con el propósito de llevar a cabo los bautismos.
Esa búsqueda de respuestas condujo a Cristian, hace cuatro años, a un curso de estudio de la Biblia impartido por Testigos de Jehová.
“El estudio bíblico me dio la certeza, me dio todas las respuestas; me enseñó quién nos creó y cuál es el propósito de estar aquí. Para mí, fue algo primordial para seguir estudiando para llegar a este momento: a mi bautismo”, contó.
Cuando le pregunto si profesaba otra religión antes de encontrar a los Testigos de Jehová, Cristian no me da una respuesta directa: dice que hay muchas formas de adoración, pero que él no tenía un objetivo; estudiar la Biblia, en cambio, le dio uno: vivir su vida según las normas que, para él, Dios establece en el libro sagrado.
“Las normas de Jehová son justas, te enseñan lo bueno y te apartan de lo malo. Cultivan el amor por el prójimo. Para mí, es un privilegio servir a Jehová”, cuenta Cristian. “El estudio te hace conocer la verdad. No es lo mismo que te cuenten a verlo con tus propios ojos. Con el estudio podemos ver claramente qué es lo que Jehová quiere y cuáles son sus normas a seguir”.
Historia reciente
Pero, ¿qué es lo que quiere Jehová, y según quién?
Hablar de la historia de un religión por lo general hace necesario remontarse milenios en el pasado; no en el caso de los Testigos de Jehová, cuya religión se estableció en el siglo 19, en Estados Unidos.
Su fundador fue Charles Taze Russell, quien provenía de una familia de tradición presbítera en Pittsburgh. Russell, fascinado por los estudios religiosos, fundó varios grupos de lectura bíblica y una editorial religiosa. En 1879, lanzó al mercado la revista Zion's Watch Tower and Herald Chris'ts Presence (La torre de vigilancia de Zion y heraldo de la presencia de Cristo). La revista actual se llama Atalaya y se distribuye de forma gratuita.
Muy pronto, se multiplicaron las congregaciones en torno a la revista y a los grupos de estudio bíblico, por lo que en 1881, Russell fundó la Zion's Watch Tower Tract Society , una corporación sin fines de lucro que, a la fecha, sigue siendo la entidad jurídica utilizada por los Testigos de Jehová, con la que distribuyen más de 2.000 millones de publicaciones bíblicas al año, en más de 600 idiomas.
“Somos una religión cristiana que se fundamenta en la Biblia como máxima autoridad”, cuenta Pedro Novoa, vocero de la organización en nuestro país. “No tenemos un ser humano como líder. Solo adoramos a Jehová en la forma en que se nos revela a través de todos los libros de la Biblia”.
En efecto, tal es la premisa que se mantiene a través de una compleja organización mundial cuyo núcleo se encuentra en Nueva York, donde se ubica la sede principal. Allí se congrega el Cuerpo Gobernante, una junta directiva que coordina las actividades de los ocho millones –aproximadamente– de Testigos a nivel mundial.
En la estructura de la organización siguen las oficinas regionales; Costa Rica pertenece a la sede de México, cuyo control se extiende hasta Panamá. Inmediatamente después están las congregaciones, que son asignadas a un territorio específico y se componen de 50 a 120 miembros; las congregaciones son dirigidas por cuerpos de ancianos locales que se comunican con cada miembro de la comunidad.
Recién en enero del año pasado, la antigua sede mundial –un bloque de edificios en Brooklyn– fue puesta en venta, lo que colocó sobre la mesa una conversación perpetuamente ligada a esta religión: su patrimonio millonario y las transacciones de dinero.
Lea también: Testigos de Jehová ponen en venta su sede mundial en Nueva York.
“Todos somos voluntarios. En nuestra comunidad no hay asalariados”, asegura Novoa. “Todos donamos nuestro tiempo y hacemos una labor espiritual que nace de nuestra comunidad y de sus miembros”.
Dicha labor se compone de grupos de estudio bíblico, la publicación de literatura sobre temas religiosos y sociales –familia, crianza de los hijos, en contra del abuso de autoridad, entre otros– y, claro, predicación casa por casa.
“Es una labor muy interesante. Topamos con gente que no tiene interés o que simplemente nos ignora”, cuenta Novoa, “pero si encontramos a una sola persona a quien podamos ayudar ya es una gran victoria para nosotros. Uno se sorprende de ver cuánta gente no tiene con quién conversar; esa necesidad se ve cubierta con nuestras visitas a domicilio”.
¿Quién es testigo?
De acuerdo con datos que maneja la propio comunidad, en Costa Rica viven 30.600 Testigos de Jehová activos (de acuerdo con el Pew Research Center, esto representa menos del 4% de la población costarricense, de la cual el 62% se considera católico, 25% protestante y 9% no se afilia a ninguna religión); es decir, que de esa cifra se excluyen personas a quienes se les considera simpatizantes: asisten a los grupos de estudio bíblico y se relacionan con Testigos de Jehová, pero no son practicantes de esta religión.
“Para ser Testigo de Jehová hay que tomar un compromiso de regir su vida enteramente por las normas que dicta la Biblia. Hay que ajustar su estilo de vida a los requisitos de Jehová”, explica Novoa.
Así, por ejemplo, no admiten relaciones sexuales premaritales o forjar noviazgos en edades “no aptas para casarse”. Tampoco aceptan transfusiones de sangre, lo que ha valido severas críticas de parte de la comunidad médica y científica. Todo lo anterior responde a normas establecidas en la Biblia.
Cuando un simpatizante decide comprometerse con las normas bíblicas y transformar su vida al servicio de Jehová, el cuerpo de ancianos local evalúa si el individuo está preparado para el Bautismo.
Doña Mayela –quien prefirió no dar su nombre completo para este reportaje– tenía 16 años hace varias décadas, cuando una persona tocó a la puerta de su casa. En esa casa, ella había recibido la formación típica de la niñez católica: había cumplido con los sacramentos, pero no se sentía del todo satisfecha por su experiencia.
“Si no entiendo algo, no me gusta”, dice hoy, aunque lo pensaba desde entonces: no entendía mucho de la religión en la que había sido formada, y nadie parecía dispuesto a resolver sus dudas.
Lea también: Rusia declara ilegales a los Testigos de Jehová por ser un grupo 'extremista'.
Por eso, cuando alguien tocó a la puerta de su casa, decidió escuchar a esa persona; la sorpresa vino de inmediato, al percatarse de que esa persona sí quería explicarle todas las cosas que ella no entendía de la Biblia.
Pronto, doña Mayela se tomó un curso de estudio bíblico y eso la hizo sentir mejor todavía; se sentía comprendida, lo cual era extraño: en temas de religión y adolescencia, la confusión tiende a ser la norma. Pero ella había encontrado un nuevo hogar.
Su madre tuvo algunos problemas en aceptarlo, lo mismo que algunos tíos. Su papá, en cambio, ya conocía un poco sobre los Testigos de Jehová, y le brindó su apoyo desde el principio. Con el tiempo, los padres de doña Mayela, así como su hermano menor, también abrazaron esa nueva religión que, contrario a la experiencia católica que habían tenido hasta entonces, proponían el estudio y la discusión de la Biblia para aclarar las dudas.
Tantos años después, doña Mayela se siente tan firme en su fe como en el primer día. Asistió a la Asamblea anual en compañía de su hija, a quien formó desde sus primeros años en esta religión.
Comparando sus propios años de formación con los de su hija, encuentra diferencias notorias: a su hija se le estimuló desde siempre el interés por la lectura bíblica, así como la búsqueda de respuestas incluso cuando se le intentan imponer los dogmas que no admiten cuestionamientos.
“Uno sabe que la gente critica desde la ignorancia. Uno sabe las cosas que dicen sobre nosotros, sin tener idea de cómo son las cosas realmente”, cuenta.
No hay crítica, sin embargo, que consiga amedrentar su creencia, ni la de los otros 30.600 devotos Testigos de Jehová. Dice doña Mayela que a Jesús también lo criticaban sin saber. Que con ese ejemplo, y el de sus seguidores, no tiene problema en mantenerse aferrada a su fe.