Poco a poco se alejan las lluvias del Valle Central, los cielos azules y despejados y ese hielito que corre por las tardes avizoran que se acerca Navidad. Son los días perfectos, en especial los fines de semana, para recordar la vieja costumbre del tico de pegarse a la malla del Santamaría a ver aviones despegar.
La principal terminal aérea costarricense sigue expandiéndose con el paso de los años y las calles se ensancharon a su alrededor, pero nada ha detenido esa tradición costarricense de llevarse a los chiquillos a los potreros más cercanos a ver gigantes de acero despegar y aterrizar y este domingo no fue la excepción.
Don Sergio Hidalgo, de 77 años, lo resumió muy fácil: en época de pandemia no hay que gastar, así que este fin de semana se acomodó con sus nietos en un lote cercano para disfrutar del espectáculo aeronáutico. “La salida de los aviones de aquí es un lugar donde se puede venir a disfrutar en familia sin gastar dinero”, dijo.
Eso sí, los interesados tienen que llegar con tiempo y paciencia porque los espacios se llenan rápido. Las áreas más apetecidas son por una calle paralela al aeropuerto que conduce a la cabecera 07 de la pista de aterrizaje, por el antiguo radar. También en los potreros frente a la cabecera 25, en Río Segundo de Alajuela o al costado sur, donde quedaban el viejo restaurante La Candela o el desalojado precario Los Huevitos.
Lleve abrigo, protector solar, anteojos oscuros y menudo para los copos, porque no faltan los vendedores de granizados. Además, tener carro no es un requisito, personas que estaban este domingo en la zona, confirmaron que en bus es muy fácil llegar al lugar.
Dinorah Portilla, una extranjera radicada nuestro país manifestó que aunque en este momento no tiene trabajo formal, el poder ir a un lugar como este “es “maravilloso” porque la ayuda a despejarse. Ella recordó que hay un parada de buses que deja a los curiosos muy cerca de las zonas verdes donde se pueden observar los aviones. “Para personas como yo que no tenemos carro, el poder llegar aquí en bus es una ventaja, para traer a los niños a que vean algo que no podemos ver normalmente todos los días”.
Los domingos en la tarde, por ejemplo, los aficionados pueden ver al gigante de Iberia, un Airbus A330-200 que puede pesar 230 toneladas al despegar; o el elegante Boeing 787-9 Dreamliner de KLM, o el colorido Airbus A340-313 de Edelweiss, que lleva en la cola una emblemática flor de las nieves, símbolo de los alpes suizos.