Como estaba previsto, el Parque Nacional Volcán Poás, en Alajuela, reabrió sus puertas la mañana de este viernes a los visitantes, luego de un cierre de 16 meses.
El primer grupo de siete personas ingresó a las 7:20 a. m. Todos llevaban cascos blancos e hicieron el recorrido que puede extenderse entre 30 y 40 minutos. 20 de esos observando el cráter.
La administración del Parque reportó que fueron 200 personas las que ingresaron entre las horas de la mañana y la 1:20 p.m., cuando entró la última bandada.
Tuvieron que soportar el persistente olor, y apreciar las secuelas de las erupciones del jueves Santo del 2017, notables en las barandas del cráter, e incluso más abajo, en la carretera que conduce del centro de visitantes al mirador.
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Cada grupo tiene un máximo de 56 personas, se identifica por el color del casco, los guardaparques les asignan uno, color verde, rojo, blanco o amarillo; la idea es mantener bajo control la cantidad de personas y el tiempo que permanecen en el mirador, contó el guardaparques, Gerardo Fernández.
Iban turistas nacionales, estadounidenses y españoles entre los primeros afortunados en ingresar.
Juan Agustín Murillo, vecino de Poás de Alajuela, aseguró estar muy emocionado por la reapertura, pues este lugar es "como su casa". Él iba en el primer grupo de visitantes.
"Siempre pasaba metido acá. Entonces volver a verlo, volver a sentir el frío de la altura es algo genial y que no podía perderme y debía ser definitivamente de los primeros", contó Murillo.
Allan Brenes, vecino de Grecia, y Scott Trescott, estadounidense radicado en San Carlos, aseguraron que valió la pena madrugar y sentir al coloso de cerca. A ellos las nubes no les permitieron ver muchos colores del cráter.
Se identificaron como miembros de un grupo llamado “Caza Volcanes”, conformado por cuatro amigos que se dedican a hacer giras internacionales a volcanes.
“Somos amigos y fanáticos de los volcanes. Queríamos estar en el grupo de los primeros (...) No tuvimos la suerte de venir cuando el volcán estaba activo”, contó Brenes, quien además destacó el sistema de seguridad con que cuenta el Parque ahora.
“Estar aquí en el primer grupo, en este parque nacional tan bello, fue un honor”, aseguró Trescott, quien además aprovechó para invitar a las personas a visitar la zona.
El Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac), ha adoptado algunas medidas de seguridad para prevenir cualquier situación.
Además del tiempo restringido en el mirador (solo 20 minutos por grupo), ahora cuentan con sensores de gases, la comunicación con los vulcanólogos es constante y los protocolos en caso de evacuación ha cambiado.
Por otra parte, la entrada para niños mayores de dos años, aunque es permitida, debe cumplir con el requisito de que los padres o encargados legales, firmen un consentimiento informado de las condiciones de ingreso y los riesgos al tratarse de un volcán activo; esto también aplica para los adultos mayores.
Rosa Slivka, dominicana radicada en Ohio, Estados Unidos, llegó con sus esposo y dos hijos de 10 y 16 años.
Contaron que llegaron al volcán por recomendación de las personas del hotel donde se quedan en San José.
Joselin Luna, vecina de Heredia, aprovechó la reapertura para traer a dos amigos españoles a que conocieran el Poás.
“Este es el último día que ellos están en Costa Rica y queriamos que visitaran el volcán y se llevaran un buen recuerdo”, contó.
Fernando López y José Ortega, oriundos de Murcia, nunca antes habían visto un volcán y tenían mucha curiosidad por conocer el cráter, que además, se encuentra activo.
Josu García, de Bilbao, también en España, celebró con la visita su primer día en Costa Rica. Compró la entrada para ver el coloso desde el miércoles que salieron a la venta.
“Me enteré hace dos días que estaba cerrado, y me dije: ‘bueno, si está abierto el 31 que es el día que puedo ir, estupendo’; si lo abren es porque me imagino que es seguro”.
Preparados
Esta mañana también se encontraban en el cráter expertos del Laboratorio de la Atmósfera de la Escuela de Química de la Universidad Nacional (UNA). Desde hace más de un año realizan mediciones de dióxido de azufre y sulfuro de hidrógeno.
"Las mediciones las hacemos, al menos, una vez por mes; con eso estamos viendo los niveles de esos contaminantes en el aire. Tomamos en cuenta los datos meteorológicos y con eso hacemos índices para ver cómo se están comportando y se lo reportamos a los guardaparques", explicó José Pablo Sibaja, director general científico del Laboratorio de Química de la Atmósfera.
Mahyar Shirazinia Riggioni, administrador del Parque contó que actualmente el cupo máximo al día es de 1.000 personas. Para este viernes calculan que completarán un 30% o 40% de la ocupación.
Sin embargo, la Administración espera que durante el sábado y domingo haya un aumento en el flujo de visitantes.
“Hoy ha estado más tranquilo de lo esperado. Esperaba que viniera más personas que no estuvieran informadas sobre el proceso de compra de tiquete en línea, pero todo ha sido muy fluido”, contó el administrador.
Shirazinia recalcó que la razón por la que limitan la cantidad de las personas es por la capacidad de los refugios que construyeron en el mirador.
“La visitación es controlada para que no haya nunca más de 150 personas dentro del Parque para que en una eventual evacuación sea más ágil y eficiente”, explicó Shirazinia.
Esperanza para comerciantes
Fernando Espinoza, vecino de Poasito y dueño del Tramo Merecedes, vio como un buen augurio la cantidad de carros que subieron este viernes al cráter.
A sus 69 años, relata con tristeza, que ha sobrevivido “por pura voluntad de Dios”, pero que estaba a poco tiempo de poner un candado a su negocio, que da sustento a él y a su esposa, de 59 años.
“Todo ha sido malo, bajaron las ventas por lo menos un 90% (...) Ahora estamos felices porque abrieron, aunque cuesta que caliente (...) ”, aseguró Espinoza.
Su preocupación, sin embargo, es que los turistas no lleguen tanto como antes, por las medidas que se tomaron de limitar la entrada y hacer las reservas en línea.
“Con esa idea que tuvieron quién sabe cómo nos irá, esperamos en Dios que esto, muy pronto, lo vuelvan a abrir como antes. Porque sino la gente como que se cansa”, indicó el vendedor.
Luego de 25 años de mantener el negocio que da sustento a ella, a sus hijos y a tres colaboradores, Mayela Céspedes, del restaurante Típicas Doña Mayela, tuvo que prescindir de los empleados pues los clientes no volvieron y el restaurante ya no daba.
“En este momento solo trabajamos la familia, mis hijos, mi esposo y yo, no podemos meter personal hasta que no veamos la luz”, contó triste, pero con la ilusión de que este fin de semana la historia sea otra.
Francisco Masís tenía apenas seis meses con su negocio, Fresas Mayi, cuando cerraron el volcán.
Cuenta que tuvieron que han sobrevivido por clientes viejos, pero que debido a esta situación, tuvieron que cambiar el horario y abrir solo los sábados y domingos, pues huno momentos en los que solo hacían ₡1.500 por semana.
“Ahora la idea es retomarlo, pero no podemos hacer la inversión de meterle al negocio, porque no ha habido capital para trabajarlo, entonces poco a poco vamos”, contó Masís.
Él también está preocupado por la limitación a las visitas. “Yo les pregunté a los guardaparques que si yo puedo vender las entradas (...) Hoy ha venido mucha gente molesta porque dice que no sabían que debían hacer la reserva”, finalizó.