El 12 de octubre del 2002 José Alexis Canales estuvo cerca de morir a manos de asaltantes, aunque irónicamente uno intercedió a su favor.
“Después de eso uno anda con miedo. Si uno tiene que usar un teléfono (público) y ve tres personas ya no se acerca”, dijo Canales, de 31 años.
A él lo interceptaron en Lourdes de Montes de Oca (San José), para quitarle su Hyundai modelo 93 que tenía “bien cuidado”.
El problema es que los hampones no se conformaron, sino que lo obligaron a subir a otro carro y durante casi tres horas lo intimidaron y golpearon.
Finalmente, lo dejaron amordazado y amarrado a orillas de la carretera a Tarbaca de Aserrí, debajo de dos grandes bolsas de basura.
“Duré apenas unos diez minutos amarrado. Subí y pedí ayuda en un restaurante”, dijo.
Pasadas varias semanas supo que al jefe de la banda, el mismo que lo amenazó con matarlo, era uno de los maleantes más buscados por las autoridades.
Ese individuo fue sentenciado a 57 años de prisión por una ola de asaltos, privaciones de libertad e intentos de homicidio.
Además de enviar al delincuente a prisión, el fallo judicial del Tribunal de Desamparados, San José, ordenó al condenado pagar a Canales ¢3 millones.
Claro que ese dinero no llegará nunca pues el hampón no tiene nada a su nombre.
“El carro no apareció y todavía lo estoy pagando, debo como ¢100.000. Tuve oportunidad de comprar otro, pero ahora viajo en bus”.