A 115 días de haber zarpado para emprender una travesía política de cuatro años de duración, la nave del actual Gobierno sufrió ayer su primera baja: la renuncia irrevocable de Claudio Gutiérrez Carranza al cargo de ministro de Educación.
Gutiérrez explicó, por medio de la carta de dimisión que le entregó al presidente Miguel Angel Rodríguez y declaraciones que dio a la prensa, que su decisión de soltar el timón de ese sector se debió al deseo de volver a los quehaceres académicos.
En ese sentido señaló su interés en terminar un libro sobre humanismo y retomar sus lecturas diarias.
Tales razones fueron expresadas, además, por el mandatario, el ministro de la Presidencia, Roberto Tovar, y Eduardo Loría, viceministro de Educación.
De ese grupo el único que no se sorprendió con la salida de Gutiérrez fue Rodríguez, pues dijo que ambos habían conversado sobre dicho asunto antes del viaje presidencial a Puerto Rico, el domingo pasado.
"Desde el principio, don Claudio señaló que su vocación era principalmente académica y costó mucho que aceptara mi ofrecimiento. Pero por insistencia mía aceptó con la aclaración de que lo hacía por un período determinado de 100 días", manifestó el gobernante en la Casa Presidencial.
Sin embargo, en círculos políticos y sindicalistas, donde la noticia fue recibida con sorpresa, se dijo que la renuncia de Gutiérrez podía obedecer también al hecho de que él nunca cedió a las presiones de diputados y partidarios del Partido Unidad Social Cristiana para que efectuara nombramientos políticos en Educación.
Aunque admitió que en su gestión afrontó "presiones normales", unas desde el Congreso para pagar favores políticos con puestos docentes, el exministro afirmó que esa no fue la razón por la que abandonó la embarcación gubernamental.
¿Por roces?
Gutiérrez también rechazó, como posibles razones de su renuncia, los roces que tuvo al inicio de su gestión con el Consejo Superior de Educación, así como el hecho de que algunos sectores calificaran de "desteñido" su trabajo.
Además de hacer eco de las explicaciones del extitular de Educación, el viceministro Loría explicó que la elección del sustituto de don Claudio será una labor de Rodríguez.
No obstante, ese funcionario dijo que ya empezaban a sonar, como rumores, los nombres de Virginia Rojas, exviceministra de Educación durante la administración Calderón Fournier (1986-1990) y Orlando Morales, director del Sistema Nacional de Educación Técnica.
Otro miembro del gabinete, de muy alto rango, dijo que el nombre de Astrid Fischel, primera vicepresidenta, tampoco podía ser descartado dado su conocimiento del sector educativo.
En lo que sí hay claridad es en materia del aporte de Gutiérrez. Wílliam Bogantes, presidente de la Asociación de Profesores de Segunda Enseñanza (APSE), y Francisco Antonio Pacheco, diputado liberacionista de 1994 a 1998 y titular de Educación de 1986 a 1990, destacaron la implementación de las notas de conducta.
Asimismo, ambos aplaudieron la descentralización que se logró al haberle devuelto el poder de decisión a los directores regionales y a los de escuelas y colegios.
Consultado acerca de si Gutiérrez dejó un claro proyecto de política educativa, Bogantes respondió que no. "El decía que no venía a dar nuevas políticas, sino a afinar lo que ya estaba hecho", agregó.
En ese sentido, el Sindicato Patriótico de la Educación hizo un llamado ayer para que el Gobierno aproveche la renuncia de don Claudio para rectificar la política educativa que ha seguido.
Gutiérrez, según esa organización, cometió -entre otros- los siguientes errores: pretendió liquidar los colegios nocturnos y entregarle la conducción de los colegios técnicos a las cámaras empresariales.
Colaboraron con esta información Angela Avalos, Juan Fernando Lara y Hazel Feigenblatt.