San José.
Hace 11 años, la demanda de electricidad en el país crecía cerca de 6% al año pero, desde 2010, lo hace a un ritmo de 3% promedio. Alzas tarifarias, mejoras tecnológicas y una creciente búsqueda de ahorro y eficiencia afectaron el consumo.
De seguir esta tendencia, el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) requerirá minimizar el riesgo al planificar proyectos de generación; en vez de grandes obras podría optar por aumentos graduales en la oferta de energía, apuntan varios análisis.
A diciembre del 2015, el SEN tenía 3.068 Megavatios (MW) de capacidad de generación instalada, de acuerdo con datos entregados por el ICE a la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep).
Sin embargo, Costa Rica no utiliza todo este potencial. De hecho, en ese año, el 15 de diciembre fue el día en que se registró el mayor uso de la capacidad de generación, pero solo se utilizó 1.612 MW.
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De dicha capacidad instalada, solo 0,03% eran plantas solares y 9% eran eólicas. La mayoría (75%) son hidroeléctricas que hasta hace 10 años parecían la mejor respuesta frente al crecimiento de la demanda entonces.
Sin embargo, el consumo cayó en picada desde 2007 e incluso fue negativo en el 2009 por la desaceleración económica en el país derivada de la crisis mundial, indica el Plan de Expansión en Generación 2018-2035 del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE).
Si bien la demanda se incrementó en años recientes, "aún persisten condiciones deprimidas de crecimiento", revela el documento del ICE, publicado en mayo de este año.
Causas. La desaceleración en el aumento de consumo de energía es resultado de una combinación de hechos que empezaron luego de varias alzas en las tarifas de electricidad a partir del 2013, explicó Luis Mesalles, economista de la Academia de Centroamérica.
"Las alzas despertaron mayor conciencia e interés en ahorrar en todo el sector productivo. Activaron una búsqueda permanente de eficiencia que tomó distintas rutas", explicó Mesalles.
Carlos Montenegro, vicedirector ejecutivo de la Cámara de Industrias de Costa Rica, prevé que la demanda de energía crecerá lentamente por varios años más, a menos de que se abarate el costo de la luz; un escenario improbable en su opinión.
"Conforme más sectores productivos y residenciales ajustaron sus consumos y sustituyeron equipos por tecnologías más ahorrativas, el crecimiento de la demanda cayó y crecerá lento por estos cambios en la intensidad energética. Esto quiere decir que más abonados se obligaron a elevar su producción sin demandar más energía en el proceso", indicó Montenegro.
El interés de comercios, empresas y fábricas de controlar más su gasto los ha hecho acudir a medios de generación propia como plantas eólicas y solares y equipos más eficientes, explicó Erick Rojas, gerente del Consorcio Nacional de Empresas de Electricidad de Costa Rica R.L (Conelectricas R.L.), la cual integra a las cooperativas de electrificación Coopelesca R.L, Coopesantos R.L, Coopeguanacaste R.L y Coopealfaroruiz R.L.
"En últimos años, casi todo el alumbrado público se pasó a tecnología de bombillos LED. Coopelesca, Coopeguanacaste y Coopesantos ya lo hicieron y Coopealfaroruiz está en ese proceso. Este es solo un ejemplo entre varios que, en conjunto, también disminuyen la demanda", agregó Montenegro .
La apuesta por tecnologías eficientes pareciera, incluso, pesar más que el cambio en la estructura productiva del país. De acuerdo con datos del Banco Central, la industria de los servicios pasó de representar un 10% de la producción en 1966 a un 40% en 2012, lo que quitó participación a la agricultura y la manufactura.
Incluso, uno de los grandes consumidores eléctricos como Intel, cerró su planta de manufactura en Costa Rica para mantener solo la operación de servicios financieros y humanos.
Energía con sol y viento. La desaceleración en la demanda de energía también podría llevar a repensar la planificación de los proyectos a futuro.
"Que no ocurra que levantamos plantas muy grandes y luego no se usan por menos demanda. Es lo que le pasa al ICE hoy con la planta Reventazón (en Siquirres). Parece que el Instituto no previó ni la caída en el consumo, ni que algunas industrias optarían por el autoconsumo", señaló Erick Rojas.
Mesalles comparte esa impresión en el caso de la hidroeléctrica El Diquís; un proyecto varado hace años y que el ICE considera prioritario. La hidroeléctrica, que tendría 650 megavatios de capacidad instalada, valdría al menos $3.694 millones si se llega a construir en Buenos Aires de Puntarenas.
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"Una planta así podría quedarse sin tanto uso, pero sus costos fijos de mantenimiento y depreciación, y los de otras plantas, sí seguirían distribuyéndose en las tarifas, ahora entre menos kilovatios consumidos. Esto impactaría el costo de la electricidad. Del lado de los consumidores, se aceleraría la búsqueda de alternativas de generación propia ante más alzas", afirmó.
Mario Alvarado, director ejecutivo de Asociación Costarricense de Productores de Energías (Acope), considera que plantas eólicas y solares permitirían responder de manera más flexible y rápida al ritmo de crecimiento actual de la demanda de energía.
Alvarado recordó que un reciente estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que analizó las condiciones del sistema eléctrico nacional, sugiere a las autoridades inclinarse por plantas a base de sol y viento ,pues funcionarían como herramientas de gestión de riesgo para asegurar el suministro eléctrico.
"Debe mencionarse que la generación eólica y fotovoltaica son sistemas de generación modulares, es decir, la capacidad de generación puede aumentarse gradualmente y reaccionar al desarrollo de la demanda de manera mucho más flexible y más rápida que si se instalan plantas nuevas de energía hidroeléctrica", precisa el texto del BID.
El análisis incluso advierte que, si bien el sistema de energía de Costa Rica puede proporcionar una gran cantidad de reserva rodante en caso necesario, "un nivel arbitrariamente alto de las reservas resultará innecesariamente costoso".
La reserva rodante hace referencia al escenario de generación cuando ciertas plantas operan a menor intensidad respecto a su capacidad máxima; es así por razones de seguridad, de forma que están listas para responder al suministro en caso de caídas de otras instalaciones o desvíos de energía.
Según el análisis del BID, los esfuerzos deberían dirigirse a requisitos más bajos de reserva, incluyendo el desarrollo de sistemas de predicción meteorológicos (para sol y viento) mejores para considerar estas fuentes renovables en la reserva rodante también.
Este tema es visto con cautela por el ICE. En mayo pasado, Javier Orozco, director de Planificación y Desarrollo Eléctrico del Instituto, manifestó a La Nación que es previsible que el desarrollo futuro del sistema eléctrico se nutra mayoritariamente de plantas solares y eólicas.
Sin embargo, insistió en que primero es necesario hacer inversiones en fuentes controlables, como las represas hidroeléctricas, que contrarresten la variabilidad en la producción de estas otras fuentes.