Año y medio sin trabajo... hasta decirlo resulta difícil. Royman Muñoz apenas comienza a reponerse de esa pesadilla en la que vivió entre el 2017 y 2019.
Como si no fuera suficiente, durante ese tiempo se enfermó de gravedad y sufrió la muerte de un familiar. Además, siente que quedó solo pues, según dice, lo abandonaron hasta quienes consideraba como amigos.
Los primeros meses, Muñoz subsistió con un ahorro que hizo mientras tuvo su último trabajo, el mismo al que renunció por el mal clima laboral, sin prever el calvario que venía: necesidades, enfermedades y un enorme desgaste emocional.
“Uno se siente cansado, agotado... muchas veces me pasaron miles de cosas por la cabeza. Mandaba de 200 a 300 currículums por día. Iba a San José, fui a parar a San Carlos pidiendo oportunidades (...). Me denigraban porque vivo muy largo o me decían que estaba sobrecalificado para el empleo por el que aplicaba”, relató el comunicador.
Así lo recuerda este periodista y licenciado en Producción de Medios, oriundo de San Ramón de Alajuela.
Hoy, lo vivido es un mal recuerdo que le dejó mucho aprendizaje pues, desde mayo de este año, este profesional de 33 años salió de la estadística de los desempleados.
Según la Encuesta Continua de Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) para el tercer trimestre de este año, en el país hay 278.000 personas buscando trabajo.
Al analizar las cifras en detalle, se evidencia que 45.105 desocupados (16% del total) llevan más de un año sin encontrar empleo, como le ocurrió a Muñoz.
Mientras tanto, 59.223 personas (21%) acumulan entre tres y 12 meses en la búsqueda y 173.780 (63%) llevan menos de un trimestre desempleados.
De regreso al grupo que ha pasado más de 12 meses buscando trabajo; la enorme mayoría son mujeres: 36.174. Los 8.931 restantes son hombres.
Si se analiza el desempleo en general, se observa que 55 de cada 100 personas sin trabajo son mujeres; sin embargo la brecha se ensancha bruscamente cuando se revisa el grupo de desempleados de largo plazo, pues 80 de cada 100 son mujeres.
Esas cifras no contemplan a 35.867 mujeres y 13.768 hombres desalentados, es decir, personas desocupadas que simplemente se cansaron de aplicar por puestos de trabajo y abandonaron su búsqueda de empleo. En total, son 49.635 personas que ya están fuera de la estadística de desempleo nacional.
Tiempo que llevan buscando trabajo
FUENTE: INEC. || J.C. / LA NACIÓN.
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Rezago y baja capacitación
Para la ministra de Trabajo, Geannina Dinarte, gran parte del problema se centra en que muchas de los desempleados de largo plazo tienen baja capacitación y que, con los cambios en el mercado laboral, han quedado rezagados en cuanto a las necesidades de las empresas.
“Muchas compañías radicadas en Costa Rica siguen buscando personas para puestos de trabajo. Es decir, no solo no hemos dejado de producir puestos de trabajo, sino que las empresas están con mayor capacidad de generar puestos, pero tenemos que llenar esos vacíos que nos estamos encontrando a nivel del perfil”, señaló Dinarte.
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Una de las estrategias en las que trabaja el Gobierno es en la capacitación en inglés de miles personas en todo el país, a través de la Alianza para el Bilingüismo.
En el Ministerio de Trabajo también se asoció con el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) para enviarle personas desempleadas con bajo perfil para que se capaciten en alguno de los programas que ofrece esa institución.
No obstante, el desempleo no solo afecta a individuos con baja escolaridad. El desempleo profesional ha venido creciendo en los últimos cinco años de la mano de la saturación de carreras.
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Dicho grupo creció un 58% en el último lustro, cuando pasó de 21.050 personas en el tercer trimestre de 2014, a 33.300 profesionales en el mismo periodo del presente año.
“Tenemos que trabajar los procesos vocacionales desde las edades tempranas, porque llegamos a la universidad y nos aterrorizaron las matemáticas toda la vida, entonces no queremos ninguna carrera que tenga que ver con la Ciencia y la Tecnología y eso es lo que está demandando el mercado. Entonces, si no trabajamos los procesos profesionales de chicas y chicos vamos a seguir con esa dificultad”, reconoció la jerarca en una entrevista a La Nación.
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Una luz
Para diciembre del año pasado, Royman Muñoz había consumido todos sus ahorros. En ese momento, fue cuando enfrentó el verdadero drama del desempleo.
Sin un salario, Muñoz tuvo que cumplir las obligaciones con la Comisión Nacional de Préstamos para Educación (Conape) de ¢65.000 mensuales; ¢90.000 de un crédito bancario, y el pago mínimo de su tarjeta de crédito.
No tenía medios para tratarse los problemas emocionales que aumentaban con el tiempo, mientras el ahorro se esfumaron con el pago de pasajes para ir a entrevistas de trabajo, impresión de currículums y hasta las fotografías tamaño pasaporte empezaron a pesar muchísimo en su presupuesto.
“Lo que hice para subsistir fue vender huevos. Me regalaron una gallina y un gallo, vendiendo el kilo a ¢1.000”, recordó.
Algunos vecinos le tendieron la mano y le regalaban diarios, los que consumía con mucha mesura, pues no sabía si la ayuda volvería en 15 días, en un mes... o nunca.
Para entonces, el peor capítulo de su historia aún no llegaba.
Luego vino la angustia por la enfermedad y muerte de un tío a quien consideraba como su papá. De él, heredó la casa en San Ramón, que le aseguraba techo pero también obligaciones por el pago de servicios e impuestos municipales.
Más tarde, la enfermedad lo tocó a él.
“Me apareció un cáncer de piel. Tuve que ir a la medicina privada porque no podía atenderme por la Caja (Costarricense de Seguro Social) debido a que no tenía seguro. Para eso tuve que hacer una rifa, ya no me quedaban ahorros”, relató.
A finales de mayo, un año y seis meses después de quedar desempleado, vio la luz... encontró trabajo.
Fue hasta entonces cuando Muñoz recuperó la paz. “Logré sobrevivir”, fue lo primero que pensó. De inmediato, comenzó a hacer cálculos para pagar deudas.
"Fue una situación tan difícil. Todos los días me pongo en los zapatos de las personas que la enfrentan y además tienen hijos, familia... A veces la gente piensa que uno no quiere encontrar trabajo, pero eso no es, es que no hay trabajo, no nos dan oportunidad.
“A la gente que pasa por lo que yo pasé: no pierda la fe, no pierda la esperanza (...) Aunque me pasaron miles de cosas por la cabeza, uno siempre tiene que luchar por correr y no quedarse atrás”, afirmó.
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