En medio de la pandemia por el nuevo coronavirus, 256.000 costarricenses perdieron su trabajo debido, principalmente, al impacto de la emergencia sanitaria sobre la economía.
De ellos, el 59,5% son personas con baja escolaridad, es decir, que si acaso habrían completado la educación secundaria.
Así lo reveló la última Encuesta Continua de Empleo que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) dio a conocer en agosto pasado.
Dicho análisis muestra los efectos de la pandemia de covid-19 durante abril, mayo y junio.
La crisis sanitaria se inició en Costa Rica en marzo, cuando se detectó el primer contagio y comenzaron las medidas de cierre de establecimientos, freno al turismo y restricción vehicular.
También se aprobaron leyes para que las empresas afectadas pudieran suspender contratos o reducir las jornadas. Otras compañías optaron por realizar despidos a falta de actividad.
De hecho, la encuesta del INEC indica que el 31,8% de quienes perdieron el trabajo en este periodo fueron afectados por la finalización de contratos laborales o trabajos ocasionales, o bien, recortes de personal.
También incidieron la falta de clientes o cierre de empresas (23,7 % de los casos) y otras razones de mercado que incorpora la situación sanitaria (32,5 %).
Con respecto a la actividad en la que participaban los nuevos desempleados, el estudio detalla que un 20,1% laboraba en comercio y reparación; un 18,6% en hoteles y restaurantes; y un 12% de construcción.
Aunque algunos negocios han reanudado operaciones en forma paulatina en la últimas semanas, aunque sea parcialmente, otros aún carecen de autorización, como los casinos o los eventos masivos.
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Desaceleración ‘nunca antes vista’
Los nuevos desempleados son parte de los 551.000 personas con capacidad de trabajar, que no tienen una opción laboral en este momento.
Dicha cifra representa una tasa general de desempleo de 24%, la más alta desde que se realiza la medición, 12,1 puntos porcentuales más alta que un año atrás, en el segundo trimestre del 2019.
“Hay actividades productivas que han presentado una desaceleración nunca antes vista y un deterioro de las capacidades de las empresas para mantener el empleo por las medidas sanitarias y de confinamiento”, admitió la ministra de Trabajo, Geannina Dinarte, tras divulgarse el estudio de INEC.
Precisamente, ante el deterioro económico y de empleo, el Poder Ejecutivo aplica desde este mes de setiembre un nuevo modelo de gestión de la pandemia, el cual consiste en mayor flexibilización en actividades y tambien responsabilidad individual.
No obstante, las propias autoridades han advertido sobre la posibilidad de revertir la apertura económica si el pico de contagios de covid-19 sigue en ascenso, lo cu perjudicaría aún más el empleo.
En desventaja
La falta de estudio de los nuevos desempleados no es extraña, pues del total de personas que están sin trabajo, el 78,8% se encuentra en la misma situación.
Se trata de unas 324.000 personas, entre las cuales hay quienes terminaron secundaria, otros solo la primaria, y los últimos, ni siquiera el sexto grado.
Otras 110.000 personas terminaron el colegio, pero no siguieron su proceso profesional.
La investigadora Natalia Morales, del Programa Estado de la Nación, dio dos razones para explicar por qué el desempleo golpea más a la población con menos formación.
En primer lugar, detalló, hay un factor de cantidad pues este segmento de trabajadores es el más grande del mercado laboral costarricense.
Siete de cada 10 personas que trabajan o buscan empleo no pasaron del colegio. Por consecuencia, cualquier afectación en el empleo, va a reflejar cifras importantes.
Eso, por supuesto, no explica todo el problema, pues además de ser mayoría entre las personas sin trabajo, esta población enfrenta tasas de desempleo por encima del promedio.
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La investigadora apuntó que estas personas se emplean, principalmente, en las actividades que sufrieron mayor impacto por las restricciones sanitarias para enfrentar la pandemia.
Morales argumentó, en ese sentido, que muchas de las actividades que se han visto más golpeadas durante la crisis son las no calificadas.
"Eso tiene que ver con un tema de que la gente más profesional o técnica ha aplicado teletrabajo; pero esa modalidad no es aplicable sobre todo en empleos no calificados.
“Además de que sus oportunidades estaban en las actividades golpeadas por la contracción económica, sus pocas habilidades o herramientas para buscar otro tipo de tareas les limita mucho”, afirmó Morales.
En términos generales, el 27,2% de todas las personas desocupadas en este momento solo terminaron el colegio y otro 25,9% no concluyeron la secundaria o tienen un grado académico menor.
Ambas cifras se elevan por encima del 38% cuando se trata de mujeres con esos niveles académicos, a quienes les resulta todavía más complicado encontrar una oportunidad.
“Hay grupos poblaciones que sí están muy complicados. No es fácil mejorar su condición porque ya la venían viendo mal desde antes de la pandemia y esto lo que hizo fue profundizar los problemas estructurales”, afirmó Morales.
En cuanto al desempleo en la clase profesional, el estudio indica que este se duplicó. Sin embargo, una tasa del 15,1% dista mucho de la realidad que enfrentan las personas sin estudios.
Mientras esto sucede en el mercado de trabajo, la pandemia también causa secuelas en la etapa formativa de los futuros trabajadores.
Unos 91.000 estudiantes de escuelas y colegios publicos abandonaron las aulas a raíz de la emergencia sanitaria, la suspensión de clases presenciales y la dificultad de seguir los estudios a distancia.
Ahora, sus docentes los buscan para atraerlos de vuelta, en un intento de que continúen con sus estudios y no repetir esta misma historia del desempleo en unos cuantos años.
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La crisis de empleo no es un problema nuevo en Costa Rica.
De hecho, la pandemia solo agravó la situación, pues desde 2018 se empezaron a ver las cifra más altas en toda la secuencia histórica de la Encuesta Continua de Empleo, que se realiza bajo la actual metodología desde 2010.