Dos de cada tres trabajadores costarricenses podrían sufrir dolores musculares y problemas con su salud mental en el futuro debido a sus condiciones laborales actuales.
Ese es uno de los hallazgos que arroja el Perfil nacional de empleo, trabajo y salud de las personas trabajadoras en Costa Rica 2015-2019, divulgado la mañana de este lunes 16 de agosto.
De acuerdo con el informe, el 66% de la población ocupada del país afronta riesgos ergonómicos y psicosociales en sus lugares de trabajo.
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Los primeros se relacionan principalmente con personas que, por sus labores, deben realizar movimientos repetitivos, casi idénticos, con los dedos, manos o brazos, cada pocos segundos.
En el segundo caso, los afectados son aquellos a quienes se les exige trabajar muy rápido durante sus jornadas habituales, ya sea con mucha frecuencia o prácticamente todo el tiempo.
Para Douglas Barraza, investigador del Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas de la Universidad Nacional (UNA) y uno de los autores del documento, los resultados son de preocupación.
“Los riesgos psicosociales son indicadores de que, si las cosas no mejoran, podrían repercutir en la salud mental de las personas. Además, los dolores musculares también pueden ser una consecuencia de no atender los riesgos ergonómicos en los empleos”, explicó.
El docente indicó que estos riesgos siempre han estado presentes en la vida laboral, pero que fue hasta hace 15 años que se comenzaron a medirse y analizar con más detenimiento.
Para este estudio, el grupo de investigadores realizó una encuesta en 2011 con una muestra de 2.004 personas, y luego aplicó otra en 2018 con una base de 1.500 participantes.
También utilizó datos de las encuestas centroamericanas de condiciones de trabajo, empleo y salud (ECCTES), del Instituto Nacional de Seguros (INS) y del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Barraza señaló que para medir la afectación por riesgos ergonómicos, se priorizó la frecuencia de labores monótonas y repetitivas que afirmaban hacer los empleados durante sus jornadas.
“Si yo estoy trabajando en una fábrica y solo estoy poniendo broches, por ejemplo, paso todo el día con un movimiento repetitivo que podría generarme enfermedades musculoesqueléticas, especialmente en los hombros y en la espalda.
“También sucede con toda la gente que pasa trabajando frente a la computadora. Si solo pasamos varias horas en el teclado digitando repetitivamente y no nos levantamos ni hacemos algún estiramiento o tomamos líquido, eso también puede repercutir en una lesión muscular”, argumentó.
Y para medir los riesgos psicosociales, el autor dijo que se consideró si a los empleados se les pedía adelantar muchas cosas en sus trabajos, si sentían inseguridad de perder su empleo y no conseguir otro nuevo, o si no se sentían estimados por sus compañeros y jefes actuales.
Sin embargo, la pregunta principal es si debían apurarse mucho al cumplir con sus tareas.
“Una de las exigencias psicológicas es el trabajar muy rápido. Si nosotros, para poder desarrollar nuestras labores, tenemos que trabajar muy rápido, podemos perder mucha precisión en los que estamos haciendo, más los que trabajan en laboratorios, bancos o hasta los choferes del bus a la hora de cobrar”, dijo el docente.
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Barraza advirtió de que si los trabajadores continúan expuestos a estos riesgos ocupacionales, al llegar al final de su vida laboral serán personas enfermas, lo cual repercutirá en la seguridad social del país.
“Tenemos que pensar en el futuro. Tenemos que ver cómo llegamos a nuestra jubilación sanos”, apuntó.
El análisis, sin embargo, recogió información hasta antes de la pandemia, luego de la cual las condiciones de muchos trabajadores cambiaron.
Ante los riesgos, los investigadores recomendaron a las empresas priorizar actividades preventivas y promover mejor comunicación interna, ya que la mayoría de encuestados afirmó desconocer la existencia de comisiones de salud ocupacional en sus lugares de trabajo.