“Vi muchas veces muchachas caer dormidas en los baños porque el exceso de horas era una barbaridad. La gente se desmaya por el exceso de trabajo; yo vi gente desplomarse en el campo por la jornada laboral con tantísimo sol. Ahí pasaban las ambulancias nada más a sacar trabajadores de la siembra”.
Ese es el relato de Walter Calderón, vecino de La Rita de Pococí (Limón), quien afirma que fue despedido luego de denunciar por exceso de trabajo a la empresa piñera en la que pudo laborar por solo seis meses, ya que su cuerpo no soportó más y trató de buscar ayuda porque vio su vida en riesgo.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Seguros (INS), este es uno de los trabajos en los que se presentan con mayor frecuencia casos por accidente o enfermedad laboral en el país. Calderón dice que para los empleados esto representa una gran preocupación, porque si quedan con heridas graves o padecimientos severos, son despedidos.
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“Los riesgos son los mismos casi en todas las empresas. Riesgo de quedar dañado de por vida con una máquina de esas. Ahí se usan cargas excesivas de cartón. Nosotros hablábamos de que un riesgo laboral ahí es para toda la vida. Las pólizas a veces están ahí, pero una vez que usted queda dañado, la empresa no se hace responsable del trabajador, ahí usted lo que le espera es un despido”, manifestó el agricultor de 50 años.
El peón comentó que si un empleado es cesado luego de quedar con alguna lesión, de ahí en adelante no vuelve a trabajar con otra empresa, porque normalmente las compañías solicitan dictámenes médicos antes de contratar, y si en el documento sale que la persona tiene alguna afectación, no le dan el trabajo.
“Si usted está dañado no le aprueban el enganche. Todas esas cosas las viví yo y las ha vivido todo el que ha trabajado en una empresa piñera. Yo no sufrí nada de fuerza mayor porque trabajé muy poco tiempo, pero sí vi compañeros míos accidentarse, que les cayera una tarima de cartón que les dañara un pie y luego el despido.
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“Cuando pasan esas cosas, la empresa lo sostiene mientras haya una póliza que lo cubra, después de que el seguro termina y ya el trabajador entra a la jornada laboral, si queda con algún problema físico lo que le espera es que lo echen porque el patrón dice que ya no le sirve para el trabajo”, relató Calderón.
‘Quisimos investigar’
El limonense contó que su jornada diaria era de 18 horas continuas y que solo dormía de dos a tres horas. Entraba a las 6 a. m. y en ocasiones salía hasta las 2 a. m. o más tarde. “Eran demasiadas horas, usted descuidaba la familia. Yo trabajé seis meses porque eso fue lo que el cuerpo me dio”, afirmó.
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Mencionó que con el pago de horas extra lo más que llegaba a ganar por mes eran ¢400.000, pero que ahora no es posible hacer tantas horas porque el tema se ha regulado un poco. Dijo que por el exceso en la jornada, en un momento un grupo de compañeros se cuestionó si trabajar tantas horas diarias era legal.
“Entonces quisimos investigar sobre si era permitido ese exceso de horas laboradas. Hicimos un grupito de seis empleados y buscamos asesoría legal a ver si eso estaba dentro de las normas, pero cuando la empresa se dio cuenta de que estábamos en eso, fuimos despedidos. Un sábado fuimos a hacer un recorrido para la investigación y ya el lunes a los seis nos despidieron sin ninguna explicación”, contó el trabajador.
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Calderón ahora se dedica a lavar carros para llevar el sustento a su hogar y recuerda sus días en la plantación piñera como una de las etapas más difíciles de su vida. “No hay libertad para usted poder dar una opinión o defenderse. En una empresa piñera usted es casi un esclavo, no puede hablar porque va para afuera”, finalizó.