La vida no ha sido nada fácil para Teodoro López. A sus 78 años, los últimos han estado entre los más duros, dice, porque se enfermó de covid-19 “como tres veces” y se le murió un hijo debido a la pandemia. Su casa, levantada con láminas de zinc en el barrio Las Brisas, en San Isidro de Cóbano, en Puntarenas, es un reflejo de infructuosos intentos por alcanzar una mejor vida para él y su familia.
La Nación conversó con López el 15 de noviembre, un día antes de que el Programa Estado de la Nación (PEN) presentara su informe número 28, donde reveló, entre muchas otras cosas, que el 2021 fue el año de mayor desigualdad en ingresos desde 1987.
El programa encontró, además, que una alta vulnerabilidad de los hogares dificulta a familias como la de Teodoro López salir de la pobreza. Ese 15 de noviembre, también el hijo que se le murió a Teodoro cumplía seis meses de fallecido.
“Tengo 78 años y no puedo trabajar. ¡Nadie me da trabajo! Aquí estoy junto con mis otros hijos. Todos me ayudan. Venden tamalitos, cajeticas... gracias a Dios seguimos, aunque con poquito, pero está bien”, dijo.
Uno de los principales hallazgos del informe está relacionado con la llamada movilidad de la pobreza, que persiste en el país. La investigadora del PEN, Natalia Morales, describe la relación entre esa movilidad y la desigualdad del ingreso con personas a quienes ¢50.000 –por mencionar una cifra– no hace mayor diferencia entre vivir en alta vulnerabilidad ante la pobreza a traspasar el límite de la pobreza extrema.
“Puede ser que haya meses en que les vaya bien y superen la línea de pobreza, pero tengan otros más complicados, donde la señora perdió el trabajo en la casa adonde iba a limpiar, o tienen una pyme pequeñita (pequeña y mediana empresa) donde a veces les va bien y otras no tanto. Esa inestabilidad de ingresos y de empleos temporales, muchos sin seguridad social, generan una gran movilidad (de la pobreza)”, explica Morales.
Ese comportamiento descrito por Morales se refleja en cifras así: en el 2021 un 14,0% de los hogares permanecieron pobres con respecto al 2020. Un 11,7% salió de la pobreza, mientras que un 9,4% entró a esta condición; de ellos, 1,8% se ubicaron en extrema pobreza y 7,6% en no extrema, según el PEN.
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En el 2021, agrega el informe, todas las regiones del país registraron niveles de pobreza superiores al del 2019 y repitieron los patrones de prevalencia observados históricamente.
La región Brunca fue la más pobre (33,5%) y la Central la menos pobre (18,1%). En alta pobreza se ubicaron las regiones Huetar Caribe (32,4%) y Huetar Norte (31,9%); y en pobreza intermedia la Pacífico central (30,9%) y la Chorotega (26,2%).
Teodoro López vive en una comunidad que, para llegar a ella, se debe atravesar en lancha o ferry el golfo de Nicoya o recorrer una larguísima distancia para dar la vuelta por tierra. Geográficamente, Las Brisas de Cóbano está en la provincia de Puntarenas aunque por región le corresponde la Chorotega.
Este adulto mayor asegura no recibir ningún tipo de ayuda estatal. Por eso, dice, la plata no alcanza. “¡Viera qué caro está todo! Caro, caro, caro. ¢10.000 como si fueran ¢1.000. Casi nada compra uno”, afirma. Una de sus hijas vive sola, tiene cinco hijos y, junto a él, intenta sobrevivir con la venta de tamales y cajetas.
Desafío social y económico
Doribel López tiene 27 años, es mamá de tres menores de edad y ama de casa. También vive en Cóbano, Puntarenas. Su esposo trabaja actualmente como peón de construcción en Santa Teresa, pero en los primeros meses de la pandemia su trabajo fue bastante inestable, contó.
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Esta familia ahora vive en una casa sin cielo raso, con paredes de zinc y un piso de cemento chorreado, algo que en estos rumbos es casi una pequeña fortuna pues los salva de los barreales del invierno. Alquilan porque no tienen casa propia, y esto, según dijo Doribel, los ha afectado mucho en sus ingresos.
“Mi marido es el único que trabaja. Con la pandemia, siempre salió a trabajar, pero conseguir se puso más duro. Hace tres meses, hay algo más, pero aún así no hemos visto mejoría. A veces tiene uno para una cosa y para otras no. Él le ayuda a la mamá, entonces somos más”, contó.
Según el Programa Estado de la Nación, en el 2021 la cantidad de hogares en vulnerabilidad a la pobreza ascendía a 198.034 (12%). Son los hogares que registraron ingresos hasta 1,4 veces superior a la Línea de Pobreza (LP), apenas para no catalogarlos como pobres, pero cuyos ingresos no son demasiado diferentes al de los hogares pobres, explica el PEN.
La cantidad sube a más de 350.000 hogares (21,5%) si se considera el parámetro de ingresos apenas 1,8 veces superior a la LP.
“Este nivel de ingresos hace que los hogares entren y salgan de la pobreza continuamente; por ejemplo, un 9,5% de los hogares que no eran pobres en 2020 entraron en esta condición en 2021″, advierte el informe, que amplía con el siguiente dato del 2021: más del 40% de los hogares en Costa Rica no tuvieron certeza de que sus ingresos serían suficientes para cubrir sus necesidades básicas durante todo el año.
Información elaborada con ayuda del fotoperiodista Rafael Pacheco, la videógrafa Gabriela Gago, y la periodista Irene Rodríguez