Sin embargo, los daños empezaron 40 minutos después, cuando remolinos de 20 a 40 metros de diámetro tocaron la costa.
El lugar más afectado fue El Cocal, pero hubo otros como San Joaquín, barrio El Carmen, Puntarenas centro, Barranca, Estero, Chacarita, Fray Casiano, San Miguelito y El Roble.
Los fuertes vientos destecharon 26 viviendas, según la Comisión Regional de Emergencias.
Asimismo, los vientos arrancaron de una sola vez el techo de un edificio grande situado en Puntarenas centro. Este actualmente está abandonado.
De acuerdo con los afectados, el fenómeno tuvo en tierra una duración de entre tres y cuatro minutos.
"No tuve tiempo de nada. Solo me arrinconé entre un ropero y la pared a esperar lo que viniera", explicó José Joaquín Hernández, un pensionado de 72 años que vive solo en El Cocal.
Este hombre no recuerda en sus 38 años de vivir allí alguna otra tormenta más fuerte.
¿Tromba marina?
El fenómeno que decenas de puntarenense vivieron es propio de los mares. Se produce ante la unión de aires calientes y fríos.
Según el oceanógrafo físico Guillermo Quirós, los fuertes vientos calientes ingresaron al mar por los cauces de los ríos Tárcoles y Barranca e interactuaron en el golfo de Nicoya con un sistema de baja presión.
Allí se inició la tromba marina, que se caracteriza por las descargas eléctricas y la formación de hasta 15 remolinos más pequeños que un tornado.
Desde su origen en las cercanías de Caldera, la tromba se movilizó hacia la ciudad de Puntarenas. Una vez que tocó tierra comenzó a perder fuerza y se disipó. Pese a ello ocasionó severos daños.
Ante esto, el Instituto Mixto de Ayuda Social colaborará económicamente con los afectados en los próximos días.
Las familias que tendrán que reparar sus casas recibirán un subsidio de ¢100.000, mientras a quienes alquilan se les ayudará con el pago de tres meses de arrendamiento en otro lugar.