Decenas de personas arriesgan su vida –especialmente los fines de semana– al transitar por la vía Varablanca-Cinchona-Cariblanco, que resultó con severos daños por el terremoto del 8 de enero y cuyo acceso fue prohibido en abril anterior.
Un equipo de La Nación constató este sábado que los visitantes irrespetan los letreros que restringen el paso, a pesar de que advierten del alto riesgo de un derrumbe.
Ellos viajan en carros y motocicletas. Algunos, incluso, se aventuraron rumbo a Cinchona.
Otros se detenían a tomar fotografías de los derrumbes.
Las personas consultadas por este medio cuando transitaban por esa vía, dijeron que lo hacían por curiosidad. Además, afirmaron estar conscientes del riesgo.
“Sí nos asusta, pero queríamos ver. Es aterrador, cuando llegamos a la catarata me dio un ataque de pánico y me devolví”, expresó Adriana Quirós, de San José.
Un grupo de jóvenes vecinos de Fraijanes de Alajuela iban rumbo a Cariblanco de Sarapiquí, Alajuela, para regresar por la misma vía.
“Vinimos a enseñarle cómo quedó esto a un amigo de Grecia. La verdad es que no me da miedo”, dijo Yarid Salazar Herrera.
El tramo más inseguro va desde el hotel La Paz Waterfall Gardens hasta Cinchona, donde hay enormes laderas de roca fracturada y paredes frágiles que podrían colapsar en cualquier momento.
El acceso está permitido hasta el hotel, pero no más allá.
El paso de Cariblanco a Cinchona (Alajuela) está prohibido, por condiciones similares, pero la gente no hace caso y sigue adelante.
Entre Los Cartagos y Varablanca (Heredia), aunque el paso no está prohibido, la vía presenta condiciones difíciles, debido a la fuerte presencia de maquinaria que trabaja en la rehabilitación.
Alarma. La presidenta de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), Vanessa Rosales Ardón, se mostró alarmada con esta situación, tras un recorrido que hizo por el lugar hace pocas semanas.
Rosales dijo que la mayoría de personas que pasan por esa vía son costarricenses que aprovechan el fin de semana para “ir de paseo” y constatar los efectos del sismo.
Contó que vio a varios visitantes con niños en el vehículo.
La funcionaria lamentó que algunos le respondieran con improperios cuando les advirtió del peligro y les pidió alejarse del sitio.
“Las lluvias de las últimas semanas agravaron la inestabilidad de las laderas, que podrían caer en cualquier momento”, dijo Rosales.
“Lo preocupante es que a la gente no le importa el riesgo de muerte. ¿Qué podemos esperar cuando haya que dictar una restricción para construir en alguna zona?”, se cuestionó la jerarca.
¿Soluciones? Según Rosales, en algún momento discutió con el Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) la posibilidad de abrir zanjas en el camino para obstruir el paso, pero esto no se concretó.
Alejandro Molina, director del Conavi, dijo desconocer que la gente sigue ingresando a la zona y aseguró que le pidió ayuda a la Fuerza Pública para controlar el acceso.
“El lunes (hoy) vamos a revisar. Si la gente se está metiendo, vamos a tener que cerrar la calle definitivamente”, dijo Molina.
Érick Lacayo, director de la Fuerza Pública, dijo ayer que los controles de carretera en la zona del terremoto los hicieron en las semanas inmediatas al evento. Después no hubo otra solicitud de ayuda, dijo Lacayo.
“Deberían obstruir la vía. Yo no puedo enviar un policía para que prohíba el paso. No sería lo correcto”, declaró el funcionario.