Paraíso (Cartago). A los 7 años descubrió, entre los cafetales de su natal Cachí, que tenía la habilidad para transformar las raíces del café en figuras.
Ese don lo ha mantenido y mejorado, a sus 93 años, Ángel Astorga Solano, quien conserva en su taller –ubicado en su casa, en el centro de Paraíso– una colección de obras recientes, ya que las más antiguas están en iglesias o forman parte de colecciones personales.
Con cuchilla en mano o con una gubia es como un médico con su escalpelo: las hunde en la madera para crear desde un Don Quijote de La Mancha hasta un Sagrado Corazón de Jesús o un pasito navideño.
“Como devoto me incliné a las imágenes religiosas, pero nunca quise comercializar con mi fe, por eso las doné a muchas iglesias de esta región y del país”, cuenta Astorga.
Con paso lento, pero con una lucidez intacta, este anciano paraiseño no deja de contagiar su alegría de vivir con su plática.
“Solo le debo a Dios esa enseñanza, que seguro traía de cuna”, comenta con ojos chispeantes, con la satisfacción de relatar su vida. Su longeva existencia ha sido tan variada como las figuras que esculpe. Ha sido peón jornalero, mecánico, electricista, mandador de finca, operario en un beneficio de café, mayordomo de la iglesia y excombatiente en la guerra civil de 1948.
Poco conocido en los medios artísticos, Astorga Solano sigue creando en su casa, en compañía de su esposa, Socorro Gamboa, con quien procreó 12 hijos.