Brasilia. AFP. Analistas latinoamericanos resaltaron ayer el legado del papa Juan Pablo II y trataron de explicar su dualismo: el de un defensor de la libertad que gobernó la Iglesia con mano de hierro y defendió posturas morales conservadoras.
El ministerio de Karol Wojtyla es rico en contrastes: pieza esencial del derrumbe del comunismo, dio oxígeno a Fidel Castro visitando Cuba y, como figura del resurgimiento cristiano, impulsó el diálogo interreligioso y se opuso a la "cruzada" de George W. Bush contra Iraq.
También fue capaz de llamar a la juventud a "perder el miedo", aunque mantuvo todos los tabúes bíblicos sobre la vida sexual.
"Papa polaco que sufrió la opresión del nazismo en carne propia, quiso impedir la influencia del marxismo en la Iglesia, pero tuvo suficiente visión como para asumir las necesidades de los desvalidos", afirma el obispo brasileño Cándido Padin, citado por el diario O Estado de Sao Paulo .
"Ese dualismo aparentemente ambiguo, aunque no contradictorio, convirtió a Juan Pablo II en líder mundial, pero costó caro en el ámbito interno de la Iglesia". "Fue un desastre, porque el Papa abolió el diálogo y el pluralismo, imponiendo un orden único para obispos y teólogos", sostuvo el teólogo Oscar Beozzo.
A su vez, el teólogo brasileño Leonardo Boff afirmó que Juan Pablo II "nunca entendió" la Teología de la Liberación y que sus referencias polacas le impidieron ver que en América Latina el enemigo no era el comunismo ni el nazismo, sino las "élites sin ninguna sensibilidad social".
Los analistas también discuten la férrea oposición del difunto Papa al divorcio, a los métodos anticonceptivos y al uso de preservativos para prevenir el sida.
Para el diario El Tiempo , "la amplitud que demostró Juan Pablo II en otros temas no permearon su posición en torno a la moral familiar, que fue siempre conservadora a ultranza.