No solo los obispos están autorizados a realizar exorcismos. Tan complicada misión también pesa sobre los hombros del cura Javier Francisco Dengo Esquivel.
Así lo señala un decreto emitido por el obispo de la diócesis de Tilarán, Manuel Eugenio Salazar Mora.
El nombramiento del sacerdote, de 61 años, se dio por la necesidad de atender “problemas espirituales” de fieles de esa zona, según dice el documento, fechado el 18 de junio.
Se le designó la tarea de acabar con la “influencia del demonio” y ordenarle que abandone el cuerpo de sus víctimas.
Según el decreto, tal misión se le encomendó a Dengo, “visto que algunos de los fieles de esta jurisdicción eclesiástica a causa de sus problemas espirituales necesitan de la atención de un exorcista y que Dios ha llamado a los obispos sucesores de los apóstoles y a algunos sacerdotes a este precioso ministerio del exorcismo y de la liberación para acompañar con humildad y caridad a estas personas”.
Nunca antes el nombramiento de un exorcista había trascendido, por lo que el anuncio sorprendió al director de la Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión de la Universidad Nacional (UNA), Alberto Rojas.
Normalmente, dijo el estudioso, estos temas se manejan con discreción y casi secretismo a lo interno de la comunidad católica.
Incluso, aseguró, estos actos han generado división dentro de la Iglesia, ya que si uno le pregunta a los curas, ellos dirán que están adscritos al discurso oficial de la Iglesia, “pero si uno habla en privado encuentra muchas posiciones distintas”.
“Dentro de los sacerdotes de la Iglesia católica no hay un acuerdo sobre los exorcismos. Cada uno mantiene una posición diferente y es un tema que genera mucha discusión, tanto en el mundo como aquí en el país.
“Y aunque dentro del derecho canónico se establece cómo hacer ante estos casos, muchos sacerdotes se separan de este tipo de creencia y tienen otra perspectiva en relación al mal, el diablo y los demonios”, apuntó.
Por WhatsApp
Si un católico residente de Guanacaste o el cantón alajuelense de Upala, zonas que cubre la diócesis de Tilarán, requiere el servicio, puede enviar un mensaje por WhatsApp al padre Dengo para que evalúe una posible “liberación demoniaca”.
El creyente debe recibir la oración de otro sacerdote, que además le brinde una carta aprobada por el obispo en la que se recomiende el exorcismo. También tiene que confesarse y comulgar. De todo el proceso debe “guardar discreción”, advierte el decreto.
Actualmente, Javier Dengo es el único cura designado en Costa Rica para hacer exorcismos, además de los obispos de las ocho diócesis, que tienen esa facultad por su cargo.
La Nación intentó conseguir una entrevista con el nuevo exorcista, pero la diócesis ordenó que, por el momento, él no dé declaraciones a la prensa.
Así lo declaró monseñor Manuel Salazar, quien resaltó que el cura ya tiene su agenda llena hasta diciembre de creyentes que sacaron cita para someterse a un exorcismo, y que por eso no tendrá tiempo para otros temas.
“Ya no hay campo para lo que resta del año. Se ve que hay una gran necesidad espiritual de consejería, de confesión, de oración de liberación. Hay muchos problemas emocionales en la gente, muchos problemas no resueltos”, concluyó el obispo.
Salud mental
“Según lo prescrito por el Catecismo de la Iglesia, numeral 1673, la persona que se supone es afectada por un demonio, antes de acceder al exorcismo, tiene que haber llevado un proceso médico-clínico (Psicología-Psiquiatría) que haya descartado una posible patología de este tipo”, señala el decreto.
Precisamente, especialistas en Psiquiatría y Psicología, así como en Ciencias de la Religión consultados por La Nación, advierten de la cautela que se debe tener con estas prácticas.
Los profesionales concuerdan en que existe el peligro de interpretar una afectación mental como demoníaca y generar un proceso de culpa y de estigmatización en una persona, que muy posiblemente lo que necesitaba era atención médica.
Se corre el riesgo de afectar su integridad y dignidad en el marco de su salud psicológica, física y social, además de dejarle una noción falsa de un problema que no se puede resolver de manera directa.
Adrián Montealegre, psiquiatra del Hospital San Juan de Dios, considera que es casi imposible que un profesional le indique a un paciente que no tiene un padecimiento y que debería considerar este tipo de ritos.
“De hecho, realmente no estoy seguro si hay antecedentes en Costa Rica de que algún psiquiatra le haya dicho a un paciente ‘no hay patología psiquiátrica, puede hacer el exorcismo’. Creo que no”, indicó Montealegre.
El especialista señaló que para poder hacer un descarte así, no basta con realizar una sola evaluación, sino que se necesitan muchas pruebas psicodiagnósticas y concretar varias entrevistas, incluso con familiares, para conocer la historia médica y verificar si hay enfermedades psiquiátricas previas.
Aún así, dijo el médico, distintas afectaciones mentales tienen representaciones que pueden ser malinterpretadas como algún mal espiritual.
“Muchas de las patologías psiquiátricas pueden llegar a tener cosas que se llaman delirios místicos, que es la gente que pierde el contacto con la realidad y tiene un contenido religioso importante. Entonces, hay personas con enfermedades relacionadas con la psicosis que pueden llegar a presentar estas ideas”, explicó.
Montealegre es enfático en que si el exorcismo se vende como una práctica común, sería muy peligroso, ya que siempre debe prevalecer el punto de vista profesional, médico y científico, por encima de cualquier cosa.
El docente e investigador Alberto Rojas coincidió en que existen muchas explicaciones comprobadas para las manifestaciones que pueda tener una persona supuestamente “poseída” por un demonio.
Lo más común, dijo, es que esté experimentando una psicosis.
“Es importante tener en cuenta que uno podría escuchar cosas que alguien diga sobre un demonio, pero la psicosis se caracteriza porque la persona tiene dos realidades: una en su mente y otra que está fuera de ella. Para esa persona lo único real es lo que tiene en su mente”, declaró.
Otra razón, dice, es que sufra de problemas neurológicos que generen ese tipo de conductas y reacciones.
“Las personas pueden actuar de una manera donde pierden la razón, por decirlo de alguna manera, y si uno no sabe qué está pasando, pues podría creer que está siendo atacado por un ser o algo similar”, precisó.
También existen explicaciones a nivel antropológico, como cuando ocurren situaciones en cierto tipo de ritos donde se pueden experimentar estados alterados y comenzar a tener comportamientos que en la vida cotidiana no se harían.
“Además, a nivel sociológico hay conductas colectivas que pueden llevar a las personas a actuar fuera de sí, como una guerra, en donde se está en un estado de estrés muy grande que puede llevar a realizar acciones irreconocibles, precisamente por el contexto que se está viviendo”, agregó Rojas.
Incluso hay enfermedades como la encefalitis autoinmune, que se genera cuando los anticuerpos producidos por el propio sistema inmunológico, atacan los receptores NMDA, involucrados en numerosas funciones del cerebro, bloqueando la información entre neuronas.
Entre sus síntomas más habituales se encuentran muchos que se relacionan con las supuestas posesiones demoníacas: trastornos del sueño, disfunción del habla, pensamiento confuso, alucinaciones, delirios, comportamientos desinhibidos, trastornos del movimiento, pérdida del conocimiento, entre otros.
Obispo reconoce peligros y debate
No solo los especialistas médicos y académicos alertan sobre los peligros que representan los exorcismos, el propio obispo los reconoce.
“Totalmente de acuerdo. Lo tenemos muy claro eso. La Iglesia piensa que en la mayoría de los casos que la gente cree que tiene una posesión diabólica, un 90% son psiquiátricos. Es un 10% en el que realmente hay alguna posesión demoníaca.
“Entonces, si al padre Dengo le llegan 100 solicitudes, posiblemente va a rechazar 90 que no califican, por tener esas patologías. Claro que hay que tener mucho cuidado”, aseveró Salazar, al rescatar que los casos más delicados son los de menores de edad, que necesitan la autorización de sus padres.
El prelado aceptó que el tema de los exorcismos ha generado debate a lo interno de la Iglesia católica pues, como explicó, existen dos corrientes de pensamiento que a veces se confrontan.
“Un sector de católicos no cree en la existencia del diablo, del demonio, de los espíritus, por ende no cree en las posesiones demoníacas. Lógicamente sí creen en la existencia del mal, pero no en el mal personificado.
“Otro sector sí cree en la existencia del mal personificado, en satanás, en los malos espíritus y los demonios. La posición oficial de los Papas en toda la historia ha sido en creer que existe ese mal personificado, la creencia en Lucifer, en Satán”, declaró el religioso.
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