Esta semana, se registró en Costa Rica el avistamiento de una de las aves más espectaculares del mundo cuya último reporte fue hace unos cinco años. Un águila arpía fue vista este jueves entre los brazos de un árbol sobre suelo costarricense que dejó boquiabiertos y felices a varios turistas y nacionales quienes disfrutaron el regalo de observarla.
Por su rareza y tamaño, la presencia de un individuo posado en una rama en Boca Tapada de San Carlos (Alajuela) supone una celebración y motivo de análisis, según explicaron expertos de la Asociación Ornitológica de Costa Rica. El animal lo descubrió Henry Antonio Solís Loría, un guía de la zona y miembro de la Asociación quien registró un video del hallazgo.
También llamada harpía (nombre científico es Harpia harpyja) está entre las águilas más grandes del Hemisferio Occidental y del Hemisferio Austral y la única especie del género Harpia a la cual la comunidad científica no le reconoce subespecies.
Su hábitat natural son bosques lluviosos donde anidan las hembras que llegan a pesar hasta 9 kilogramos y medir un metro de largo y dos de envergadura: esa distancia entre las puntas de sus alas.
Literatura científica indica que sus garras de color gris intenso miden de 7 a 15 centímetros y casi semejan las de un oso gris al punto que los garfios de sus patas son considerados los más fuertes entre todas las águilas.
Cuando anidan, lo hacen a unos 40 metros de altura entre ramas gruesas con acceso fácil a esa altura al punto donde instalan el nido; una labor en la cual participan el macho y la hembra. Pájaros monógamos, hacen pareja para toda su vida que oscila entre 25 y 35 años.
Cada dos o tres de esos años, la hembra depositará uno o dos huevos que tardan 56 días en incubar pero solo sobrevivirá uno.
Siendo un ave rapaz, caza para alimentarse mamíferos arbóreos (el perezoso es su favorito), otras aves y también reptiles.
Con tales carácterísticas, la divulgación del video y fotografías de su avistamiento alborotó a toda la comunidad de “pajareros” como se llama en la jerga a los entusiastas de la observación de aves. Motivos les sobran.
“¿Por qué tantas reacciones en redes sociales? ¿por qué la gente está como loca? Bueno, básicamente porque especie es icónica a nivel mundial y considerada el ave más poderosa del planeta con muchos expertos dedicados a su investigación” declaró el biólogo David Araya y miembro de la Asociación.
Araya brindó sus observaciones durante una transmisión en Facebook que organizó el grupo este jueves gracias a la doctora en Biología, Rose Marie Menacho-Odio, quien labora en la cátedra de Ecología y Educación Ambiental de la escuela de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica (UNED) y también pertenece a la Asociación.
Tanto ella como Araya explicaron que abrieron el espacio para instruir y celebrar esta rara especie en nombre de la cual solicitaron públicamente cuidado y respeto a quienes podrían sentir deseo de salir a buscar el ave; dado que un torrente de curiosos podría más bien afectar a esta y otras especies. Además, anotaron, con seguridad el animal ya voló a otro sitio.
¿Por qué vino?
A ese espacio también fue invitada Karla Aparicio, una bióloga panameña quien suma más de dos décadas promoviendo la educación y activismo en favor del águila arpía que declarada ave nacional de Panamá desde el 2002.
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“Por lo que se puede apreciar en el video, esperaría que se trate de un subadulto, o sea un volatón de unos tres a cuatro años. Esa es la edad cuando suelen salir a explorar territorio, pero aún no son reproductivos, pues eso ocurre a partir de los cuatro años y medio. Creo que estaba explorando”, comentó Aparicio.
La biológa agregó que estas aves a esa edad suelen volar mucho como parte de exploraciones propias de la especie antes de anidar. Al tener Costa Rica tanta vegetación en la zona norte, dijo, para ella resulta entendible su presencia en esa área.
El propio Solís Loría, quien la vio primero, comentó durante la misma transmisión cómo la atisbó entre el verdor de los árboles.
“Iba camino de brindar un tour de kayak para unos clientes del hotel en el cual trabajo. Íbamos en el carro a eso, pero uno siempre pone atención por si ve un mono u otro animal para mostrarlo a los visitantes. Y en eso vi el águila y supuse que era de otra especie pero ¡qué va! se pasaba de dimensión, ¡era muy grande!”, contó emocionado Solís.
En ese momento, el guía instruyó al conductor del vehículo a detenerse. Cuando todos preguntaron qué ocurría, Solís les advirtió de la presencia del particular animal el cual logró identificar como arpía gracias al tamaño, las plumas en su cresta y las tonalidades del plumaje.
“¡Era inmensa! ¡Medía como un metro! Cuando terminamos de verla, seguimos pero me guardé la fotografía. Solo después del tour, mandé la fotografía y el video a unos colegas que conocen más del tema y que no me creían cuando les conté. Cuando ya vieron las imágenes, se convencieron y empezaron a pasarlas a otros conocidos y se armó el burumbúm en redes sociales”, narró.
Según la estadística de la Asociación, son 25 los reportes de águila arpía en Costa Rica con los primeros hace más de 160 años y en sitios como Turrialba (Cartago), Limón y Torguero (Limón) pero principalmente en golfo Dulce y la península de Osa (Puntarenas).
Carlos Manuel Rodríguez, exministro de Ambiente y Energía, explicó sobre esos reportes que la mayoría carecen de respaldo documental porque fueron comunicaciones verbales y no son necesariamente confiables por ello. No obstante, el de este jueves, dijo, es “irrefutable”.
“Posiblemente esa ave vino de la Reserva Biológica Indio Maíz en Nicaragua buscando nuevos territorios y explorando las condiciones de los diferentes bosques para asentarse. Los bosques de Nicaragua están siendo gravemente amenazados y registran altos niveles de deforestación y es una pena. Ojalá Costa Rica y Nicaragua unan esfuerzos por asegurar esta vegetación y hábitat para esta y otras especies en el futuro”, expresó.
Rodríguez agregó que Costa Rica ha venido recuperando sus bosques gracias a la inversión en últimos años en esa labor lo cual, considera, podría proveer un sitio para una población residente de águilas arpía, pero siempre y cuando se cumplan dos condiciones: que dispongan de presas para alimentarse y que no sean cazadas.