"Gracias a la medicina de los blancos puedo volver a mirar a mi alrededor". Esas fueron las primeras palabras de Abel Hurtado Bejarano , un conocido nicrogo diango (curandero) del cantón de Coto Brus zona sur.
Durante dos años no pudo ver pues sufría cataratas en los ojos.
La medicina con la que por tantos años ha llevado alivio a muchas personas no logró acabar con su problema.
El curandero, de 78 años , se había visto forzado a retirarse de sus prácticas desde que perdió la vista y durante meses rehusó ir a un hospital.
"Estaba una tarde con un paciente indígena que lloraba de dolor en su estómago cuando, de un momento a otro, se me nubló la viso y poco a poco la fui perdiendo hasta el punto de que mi familia tenía que hacerme todo. Hasta tenía que caminar de la mano de mis hijos", recuerda Abel.
"Quedar sin la vista fue como quitarme el machete de trabajo", explica el anciano.
Su salida de las tinieblas fue posible tras una visita que hicieron funcionarios de la Caja Costarricense de Seguro Social a la reserva indígena de Coto Brus.
Después de convencerlo para que asistiera a una cita de valoración en el hospital de Ciudad Neily, donde lo atendió el médico Mariano Tovar Rivera , el curandero fue operado de su ojo izquierdo.
"Su problema era una catarata bilateral. Durante la operación se le extrajo y se le colocó un lente que le permite ver normalmente. Para el ojo derecho vamos a esperar un poco que se recupere de la primera operación", explicó Tovar.
"¡Ya puedo volver a ver!", repetía una y otra vez el curandero, mientras caminaba sin ayuda para asegurarse de que no estaba viviendo un sueño.
Toda una nueva experiencia para quien, durante 45 años, se ha dedicado a aliviar a otros.