La agencia cultural de Naciones Unidas (Unesco) ha reconocido a los artesanos de Panamá por sus característicos sombreros tejidos. No, esos no: el famoso "sombrero Panamá" procede de Ecuador.
La contribución real de Panamá al patrimonio mundial en materia de sombreros es el 'pintao', hecho a mano con cinco plantas diferentes y un toque de lodo de pantano.
La producción de estos sombreros de ala redonda sigue siendo un asunto familiar que se hace a pequeña escala. El centro de la industria es La Pintada, un distrito unos 170 kilómetros (105 millas) al oeste de Ciudad de Panamá.
"No tienen nada (artificial), ni maquinaria; no existe ninguna fábrica como tal aquí en La Pintada", comentó Reinaldo Quirós, un conocido artesano y diseñador que vende sombreros desde su casa. "Cada artesano hace los sombreros en su casa empleando las técnicas que le enseñaron sus ancestros".
El conocido sombrero Panamá es un sombrero de ala que se fabrica tradicionalmente en Ecuador con las hojas de la palma toquilla, una especie suramericana. Se cree que esos sombreros adquirieron su engañoso nombre porque se vendieron muchos en la vecina Panamá a mineros que atravesaban ese país en su ruta a California durante la Fiebre del Oro.
Los artesanos del panameño pintao comienzan su labor con las fibras de varias plantas, que se curan y después tejen en trenzas enrolladas en torno a una forma de madera. Luego se cosen entre sí desde la parte superior del sombrero.
Pasión Gutiérrez, de 81 años, cultiva algunas de las plantas en torno a su casa en El Jaguito, a las afueras de La Pintada, mientras que otras se encuentran en lo alto de la montaña. Gutiérrez, su esposa, Anazaria, y varios de sus hijos y nietos fabrican pintaos. Su vista ya no le permite hacer la fina labor de aguja, pero cosecha, prepara y trenza las fibras.
En un día reciente, Gutiérrez dijo que había salido la noche anterior para cortar hojas de aloe vera porque cree que la calidad de la fibra es mejor si se cosecha bajo la luna llena.
"No valen con la luna nueva" , comentó.
Varias de las tiras de fibra se tiñen de negro con las hojas de una planta diferente y después se dejan en barro tres días. Las fibras se tejen en delicados diseños geométricos y se integran en el sombrero al que dan nombre.
"El sombrero pintao se ha convertido en una parte integral de los trajes regionales en todo el país, vestidos durante danzas tradicionales y festejos locales", comentó en un comunicado la Unesco.
Dependiendo de la calidad del trabajo, algunos pintaos pueden costar cientos de dólares. Las autoridades estiman que 4.000 de los 25.000 vecinos de La Pintada trabajan fabricando o vendiendo los sombreros.
Pedro Mendoza, un sombrerero de 50 años, expresó su esperanza de que el reconocimiento de la Unesco lleve el pintao más allá de las fronteras del país.
"Es muy bueno lo que ha pasado” , comentó. “Para nosotros, el sombrero es una forma de vida".