Gabriel Sancho Zúñiga y Keilyn Alfaro López tienen 23 años, ambos son pacientes con diagnóstico de cáncer. A los 22 años, él presentó un tumor en el mediastino, una zona del tórax que separa los dos pulmones; a ella se le detectó un tumor cerebral a los 21 años.
Para él es su primer diagnóstico; para ella, el tercero, porque ha tenido dos tumores primarios, pero se ven como casos separados pues no se derivaron el uno del otro en una metástasis.
“Uno nunca se imagina una noticia de estas a esta edad, pero suceden. A mí me impactó, pero sigo todas las indicaciones de los médicos”, expresó Gabriel.
Para ella, el cáncer está sumamente estereotipado, pues se tiene conciencia de los niños pequeños y después de eso solo se piensa en los mayores de 60.
“Nadie se imagina que vas a tener cáncer a los 21, 22 y 23 años, pero aquí estamos y es necesario visibilizarlo”, añadió Keilyn.
En Costa Rica, el 10,7% de los diagnósticos de cáncer corresponde a personas de entre 20 y 39 años, un grupo considerado “adulto joven”, en el cual la enfermedad ha ido en aumento a nivel mundial.
Con esta alerta, científicos de la Agencia Costarricense de Investigaciones Biomédica (ACIB) y del Centro Nacional del Cáncer de Estados Unidos (NCI, por sus siglas en inglés) se dieron a la tarea de revisar las estadísticas del Registro Nacional de Tumores y del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) en esta población y fue así como determinaron que uno de cada diez casos de cáncer se detecta en personas en ese rango.
Los resultados fueron publicados en la revista The Lancet Regional Health - Americas en su edición de octubre de 2024.
“Quisimos explorar un poco más qué sucedía en el país. La información que teníamos era muy escasa, había algunos estudios internacionales que incorporaban a Costa Rica, pero no había un análisis más exhaustivo. Se ha reportado un aumento en la incidencia de algunos tipos de cáncer en otros países y queríamos ver qué pasaba aquí”, manifestó Loretto Carvajal Raventós, coordinadora de este análisis.
Rolando Herrero Acosta, director de ACIB, indicó que es necesario llevar un monitoreo de los tumores para ver si hay cambios en el comportamiento según grupos de edad.
El reporte tomó en cuenta los tumores diagnosticados entre 2006 y 2015, los más recientes disponibles al momento del estudio, además de los fallecimientos entre 2000 y 2021. En dicho periodo se detectaron 7.820 tumores y 4.650 decesos. Los datos se analizaron según sexo y según subgrupos de edad al momento de la detección: de 20 a 24 años, de 25 a 29, de 30 a 34, y de 35 a 39.
Se vio que a mayor edad, mayor número de pacientes. El 14,32% de los casos en estudio ocurrieron entre los 20 y los 24; el 20,86% fueron entre los 25 y los 29; el 28,13% entre los 30 y los 34; y el 36,69% entre los 35 y 39 años.
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Hombres y mujeres no viven el cáncer igual
Una de las particularidades del periodo estudiado es que por cada hombre al que se le confirmó cáncer hubo 2,03 mujeres que recibieron la noticia de tener un tumor. En otras palabras, se detectaron 5.199 en mujeres y 2.621 en hombres.
La brecha aumentaba con la edad. En el subgrupo de 20 a 24 años, ellas solo tenían un 18% más de diagnósticos: 533 hombres y 587 mujeres.
Ya para el subgrupo de 35 a 39 años por cada hombre había 2,84 mujeres: se detectaron 748 tumores en ellos y 2.121 en ellas.
“No se trata de una cuestión de inequidad o de injusticia entre los sexos. Es que hombres y mujeres son diferentes anatómicamente y los tumores que ocurren son diferentes", especificó Herrero.
En ellas, los cinco tumores más frecuentes fueron en tiroides, cérvix, mama, ovario y estómago. Mientras que en ellos el cáncer de testículo fue el más común, seguido del linfoma no Hodgkin, tiroides, colorrectal y linfoma de Hodgkin.
Sin embargo, también debe hacerse una salvedad: una de las razones de más peso para estas disparidades es el cáncer de tiroides en las mujeres. Es el único que vio un aumento significativo en el periodo estudiado y el que constituye la mayor disparidad con los hombres. Las mujeres, por razones que aún se desconocen, tienen un riesgo de cáncer de tiroides siete veces mayor que los hombres.
Si se excluye el cáncer de tiroides, por cada hombre hay 1,62 mujeres con un tumor.
No obstante, el de tiroides también es uno de los tumores menos agresivos y letales. En los 21 años en los que se analizaron los decesos hubo 20 fallecimientos.
“Ahora existe una especie de moda de hacer tamizajes y ‘punzar’ cualquier pelotita y aunque sí se ven células que sí cumplen con la definición de cancerosas probablemente nunca le causarían daño a esa mujer”, subrayó Herrero.
Carvajal añadió: “Si no se hiciera el examen nunca nos habríamos enterado. A veces se da en ultrasonidos de mama en el que también se revisa la tiroides”.
Cuando se les preguntó si este sería un cáncer que involuciona por sí mismo, tanto Carvajal como Herrero lo confirmaron. “Puede ser que ahí siga sin causar nunca daño o que se quite”, resumió Herrero.
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Mortalidad por cáncer no distingue por sexo en esta edad
Las características del cáncer de tiroides en las mujeres podrían explicar por qué no hay mayores diferencias en la mortalidad por sexos. En el periodo estudiado hubo 2.501 mujeres fallecidas (53,78%) y 2.149 hombres (46,22%).
Los tumores más letales en mujeres fueron mama, cérvix y estómago, que abarcaron el 40% de los decesos. En los hombres, estómago, cerebro y colorrectal, que comprendieron el 30% de las muertes.
“Saber esto es importante porque los tumores de seno y de cérvix tienen oportunidades de prevención y detección temprana. De hecho, el 60% de los casos de cáncer de mama ocurrieron en el grupo de edad de los 30 a 39 años, que típicamente no se tamizan”, cita el informe.
En cuanto al cáncer de estómago, esto también tendría oportunidades con la detección y tratamiento de la bacteria Helicobacter pylori, que está vinculada con este cáncer. Desarrollar campañas en las poblaciones de más riesgo podría también ver su impacto.
A futuro, los números podrían cambiar. Se espera que la vacunación contra el papiloma humano baje tanto la incidencia como la mortalidad por cáncer de cérvix. Sin embargo, como la vacuna contra el papiloma humano (virus relacionado con el cáncer cervical) comenzó a utilizarse en el sistema público en 2019, hay que dar tiempo para que las cifras disminuyan.
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Detectar signos de alarma salva vidas
Ambos especialistas indican que en estas edades lo más importante es la prevención y la detección temprana.
Los estilos de vida saludables desde niños, como una alimentación balanceada y el ejercicio ayudan a minimizar los factores de riesgo de cáncer. Sin embargo, estos no siempre pueden evitarse, por lo que una detección a tiempo es vital para tener el mejor tratamiento y calidad de vida.
Entre los signos de alarma a los que se debe estar atento Herrero citó:
- Pérdida de peso
- Fatiga
- Sudoración nocturna
- Falta de apetito
- Dolores súbitos
- Dolores intensos que no se quitan
- Sangrados
- Bultos o “pelotas” en cualquier zona
- Fiebre que no se quita
- Tos que no cede
- Llagas que no cicatrizan
Según Herrero, hay que ir y ser insistentes, porque a los médicos muchas veces se les escapa. Recordó, que la mayoría de los casos son tratables y curables.
“A algunos médicos a veces se les escapa. Si el paciente continúa yendo a consulta por la misma razón debería descartar otras cosas. Los signos de alarma deben estar tanto para los pacientes como para los médicos”, ratificó Carvajal.
Gabriel y Keylin, como pacientes, también hablan de la importancia de la detección temprana.
“Uno puede sentirse muy bien, pero esto no siempre avisa, por eso es bueno hacerse los chequeos y si uno siente algo diferente, ir y consultar”, dijo él.
“Conocerse a uno mismo es vital. Primero, saber que por más jóvenes que estemos no estamos exentos, pero también saber cuándo nuestra salud no es la misma. Nadie tiene por qué aguantar dolor, no debemos normalizarlo, debemos consultar. Una consulta a tiempo salva vidas”, expresó ella.
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