Los habitantes del residencial Río Oro, en Santa Ana, decidieron hace varios años tomar medidas contra el hampa.
Se organizaron, se informaron y pidieron autorización a la Municipalidad para instalar una “aguja” en la entrada del vecindario, rodeado por bosques y los cañones de los ríos Uruca y Oro.
Actualmente en el barrio hay aproximadamente 225 viviendas. Las familias reúnen hasta ¢1,2 millones por mes para seguridad.
“Antes teníamos por lo menos un robo por semana y hasta un sátiro de tiempo completo, que atemorizaba a chiquitas y jóvenes.
“Aparecía en carros distintos y hasta disfrazado. Todo eso se terminó con la ‘aguja’”, relató Sonia Mayela Castro, representante de la Asociación de Vecinos de Río Oro.
El dispositivo está controlado por dos vigilantes, quienes dan paso a los habitantes del residencial, mientras a los desconocidos les consultan hacia dónde se dirigen y anotan las placas de los vehículos.
La medida, sin embargo, molestó a algunas personas y en los últimos años fueron denunciados por obstruir el tránsito ante la Municipalidad, el Ministerio de Seguridad y el Ministerio de Obras Públicas.
Finalmente, el 16 de junio fueron notificados que deben eliminar el mecanismo de seguridad que durante años los ha protegido del hampa.
En medio de su preocupación, han hecho diversas gestiones, sin éxito.
“A nosotros como barrio nos toca organizarnos, pero nos están quitando las posibilidades”, expresó Sonia Castro.
Agregó que la intención de la comunidad no es burlar la Ley, sino fortalecerse como organización que busca soluciones, dada la incapacidad del Estado para proteger a los ciudadanos.