Frontera Norte. Dolores Chavarría y Heysel Moncada son dos nicaragüenses que vienen a Costa Rica por un trabajo que les permita mantener a sus hijos.
Heysel tiene sus documentos en regla y entró ayer por Peñas Blancas, Guanacaste. Su compatriota entró ilegalmente, un día antes, por Méjico de Upala.
Para ambas fue difícil.
Empujada por la necesidad de procurarles el sustento diario a sus dos hijas de cinco y dos años, Heysel viajó desde Somotillo, cerca de la frontera con Honduras.
Hizo una travesía de 300 kilómetros hasta Peñas Blancas, en bus y de pie.
Como no tenía dinero pasó la noche acostada en un frío pasillo de cemento del puesto fronterizo tico.
“Me duele mucho tener que separarme de mis chiquitas, pero lo hago por el bien de ellas pues necesitan ropa y comida” dijo Moncada de 21 años.
Dolores Chavarría, de 45 años, viajó en bus desde Matagalpa pasando por Managua hasta el puerto de San Carlos. Ahí abordó un bote para llegar al desembarcadero de Abelardo, a escasos tres kilómetros de Méjico, Upala.
“Estoy desesperada por encontrar empleo. Hace un año enviudé y tengo cuatro hijos que no todos los días pueden comer.
“Vengo dispuesta a trabajar en lo que sea. Tengo la obligación de evitar que mis güilas pasen necesidades”, dijo esta mujer cuyo rostro reflejaba el cansancio de un largo viaje pesado y la angustia de no saber qué le espera.