Ricardo III y su autor William Shakespeare exigen y mucho. Ayer, esto fue un hecho evidente, exaltado por los nervios del equipo de la Compañía Nacional de Teatro y afirmados por las grandes expectativas del público que asistió al estreno del montaje.
Después de meses de investigación e intensos ensayos, anoche se iniciaron las funciones de Ricardo III . Como todo estreno, este fue para los invitados. Afuera del Teatro de la Aduana hubo llenazo: en el parqueo y en la orilla de la callecita no entraba ni un vehículo más. En la entrada, el público mataba el tiempo hablando con conocidos, hojeando el programa y reflexionando acerca de Shakespeare, máxima figura del teatro universal.
Adentro, en los camerinos pasó lo usual: unos corrían, otros hablaban como tarabillas y los menos, como el director del montaje Jaime Hernández, fumaban con nerviosismo. Y es que Ricardo III exige y mucho.
Sin embargo, también ansiosos de un montaje excelente estaban los asistentes, quienes comentaban lo mucho que esperaban lo obra y lo emocionante que era volver a ver algo de Shakespeare.
El grito de "¡Mierd..., mierd..., mierd...! -que en el mundo de teatro es una especie de "¡Suerte, suerte, suerte!" asustó a los desprevenidos y avisó a la mayoría de que todo estaba listo.
Los invitados, quienes no lucían grandes galas ni lentejuelas ni corbatines, entraron, se sentaron y pronto la música de Carlos Escalante llenó y ensombreció el ambiente.
Encorvado, cojo, con un brazo más corto que otro y con mirada perversa, Ricardo, duque de Gloster, salió a escena. Allí, quien se convertirá en Ricardo III, continua sus acciones por conquistar el trono de Inglaterra, al mejor estilo de Maquiavelo: "el fin justifica los medios". Nadie lo detendrá, porque a nadie respeta.
Y una cadena de rostros conocidos, pero transformados por sus personificaciones, empiezan a aparecerse en el escenario: Gustavo Rojas (es Ricardo), Lenín Vargas, Grettel Cedeño, Andrés Montero, Ana Istarú, Salvador Solís y Leonardo Perucci, entre otros.
En Ricardo III actúan 30 actores, todos vestidos con los bellos y enormes trajes diseñados por Rolando Trejos.
Algo en verso y algo en prosa, los actores capturan a los selectos espectadores. Por allí, se sentaron Carlos Francisco Echeverría, Carlos Morales, César Maurel y su hija, Rogelio López, Álvaro Marenco y María Torres.
Allí, actores y equipo técnico hicieron lo mejor que pudieron, por más de dos horas, para convencer al público y que los aplausos fueran muchos.
A pesar de un corto "preestreno" en marzo, apenas ayer fue la primera función, una de cincuenta. Ricardo III exige y mucho, más en un país que ha pedido reiteradamente el retorno a los clásicos.