La medida del Gobierno de cerrar parques, polideportivos y demás espacios públicos de recreación durante la pandemia, mientras que a su vez se dio más apertura a sitios privados como gimnasios y salones de eventos, podría haber contribuido a aumentar brechas socioeconómicas existentes, según un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Costa Rica (UCR) con apoyo del Programa Estado de la Nación.
De acuerdo con el informe Balance y Tendencias del Sector Vivienda 2021: Análisis del impacto de la crisis en el hábitat y la vivienda, la decisión de las autoridades de mantener los espacios públicos clausurados incluso cuando ya se había autorizado el retorno a espacios privados no solo afectó la percepción de la ciudadanía respecto a los parques y plazas, sino que también afectó la salud de quienes necesitaban esta recreación.
“Se considera aquí que estos eventos no solo tuvieron incidencias negativas en la salud física de poblaciones que dependían de estos espacios públicos para desarrollar sus actividades físicas (i.e. población de adultos mayores y poblaciones económicamente desfavorecidas entre otras), sino que esta decisión puede bien haber contribuido a aumentar brechas socioeconómicas ya existentes”, indica el documento.
Los autores argumentan que el hecho de mantener cerrados estos espacios incluso hasta el primer trimestre del año 2021, dificultó la posibilidad de recreación de muchos ciudadanos que no tenían otros lugares para divertirse, distraerse, descansar o alejarse por un tiempo del trabajo o de las preocupaciones, y que tampoco contaban con los recursos económicos para acceder a esas posibilidades en sitios privados o de pago.
Además, advierten que clausurar los parques y polideportivos con cintas amarillas con mensajes como “precaución” o “peligro” y otro tipo de materiales de cerramiento, incluso podría haber evocado en los usuarios una imagen de inseguridad asociada al uso de los espacios públicos.
Otro aspecto preocupante, según destacan, es que este tipo de medidas también marcan una tendencia latente a acelerar la reducción de las responsabilidades del Estado en garantizar espacios sanitariamente seguros para la población, particularmente aquella más vulnerable, “tendencia que finalmente tiene una particular incidencia en la salud física y mental de la población a largo y mediano plazo”.
“Se argumenta aquí que esta tendencia responde menos a una falta de interés de las autoridades municipales por mantener a los espacios públicos en condiciones ideales, y más a la limitada capacidad operativa generalizada de estas autoridades, producto de sus limitaciones económicas y humanas”, detallaron.
LEA MÁS: Incapacidad de municipalidades impide reabrir parques públicos
Migrar dinámicas de esparcimiento
Para los autores, es peligroso normalizar esta tendencia porque se podrían incrementar las brechas socioeconómicas de la población en áreas urbanas, quienes perciben una presión creciente por migrar sus dinámicas de esparcimiento y actividad física del espacio público tradicional (percibido como inseguro, insalubre, desconfiable) a espacios privados de uso público (percibidos como limpios, ágiles y confiables).
“Coincidiendo así con la tendencia generalizada a asociar estos últimos espacios como alternativas más seguras a los espacios públicos en términos de seguridad ciudadana”, indicaron.
Finalmente, los investigadores señalaron que los espacios públicos son los testigos de la vida en la ciudad y facilitadores de condiciones para el fortalecimiento de la salud física y mental, pero continúan siendo reducidos en área y cobertura, y su distribución a nivel distrital y cantonal refleja las grandes deficiencias de la planificación urbana.
Por eso, recomendaron a las autoridades tomar en cuenta que estos sitios pueden ayudar a la población con beneficios a la salud y el bienestar integral del contacto con lo natural y al aire libre, como lo son la disminución de los niveles de estrés, la presión arterial, y del riesgo de sufrir de padecimientos respiratorios como asma y alergias.
“En este sentido, el espacio público al aire libre que permita el contacto con la naturaleza y la interacción con el paisaje, constituye un elemento primordial del metabolismo de la ciudad, de equidad urbana y, por consiguiente, de salud física y mental.
“La calidad del espacio público está asociada a un criterio fundamental y básico: el espacio público como lugar y soporte de las actividades y la vida ciudadana. Por lo tanto, la calidad de estos lugares es una condición que se entiende como intrínseca e inherente a la existencia misma de los espacios públicos y por lo mismo transversal al sistema urbano”, concluyeron.
LEA MÁS: Pandemia retrató ‘insuficiencia’ de espacios públicos en las ciudades