En los próximos años las construcciones de edificios y casas deberían estar acondicionadas para responder a las necesidades en caso de una nueva pandemia, con el fin de que no se tengan que hacer modificaciones de la noche a la mañana para acatar medidas sanitarias y, en lugar de eso, aprovechar las enseñanzas que dejó la emergencia por covid-19.
Esa es una de las recomendaciones que brindó el Informe Nacional de Vivienda y Desarrollo Urbano 2020, presentado la mañana de este miércoles 24 de noviembre por la Fundación Promotora de Vivienda (Fuprovi). El documento consta de siete capítulos y en uno se aborda la conveniencia de “replantear el concepto de hogar”.
Los investigadores señalaron que el año anterior la vivienda se convirtió en un espacio insuficiente o incómodo para muchas familias, las cuales tuvieron que ingeniárselas para poder adecuarlas a nuevas prácticas como el teletrabajo y las clases virtuales, algunas incluso sin recursos para ello.
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Por lo tanto, destacaron que en el futuro, ante otra eventual crisis sanitaria, los hogares deberán estar construidos para poder improvisar espacios que funcionen como oficinas en determinadas horas y que cumplan otras funciones en otros momentos, al tiempo que tengan sitios para producción de algún tipo de alimento, servicio, producto que pueda ser vendido y genere ingresos ante una posible pérdida del trabajo.
También deberán aplicarse modificaciones al concepto de habitaciones, para que tengan mejores condiciones ergonómicas, de luz, sonido y aislamiento, no solo para el teletrabajo, sino también para los menores que lleven clases a distancia, quienes además necesitarán espacios de recreación dentro de sus propios hogares para cuando –por razones extraordinarias– no puedan utilizar otros sitios públicos como parques y plazas.
Asimismo, de acuerdo con el estudio, la arquitectura tendrá que proveer edificaciones cada vez más sanas, en donde la luz y ventilación natural sean las directrices para el diseño de los espacios. “Todo se está volcando hacia una arquitectura tipo ‘hospitalaria’ en cuanto a la utilización cada vez mayor, de materiales asépticos y también en cuanto al advenimiento de nuevos espacios y procesos que mantengan la inocuidad del ambiente”.
Respecto a los edificios, se deberán evitar todos los dispositivos que impliquen contacto táctil para su utilización y, en lugar de estos, optar por sensores y lectores faciales o de voz en ascensores, accesos y baños. Aunque esto ya se aplica en muchos lugares, lo ideal es que se convierta en la regla.
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Participación del Estado
Los investigadores reconocen que estos cambios significan grandes inversiones, pero rescatan que “el Estado debe participar activamente en este proceso, no solo financiando remodelaciones, sino que también asesorando para que se aprovechen espacios y se reduzca con ello una situación que se convierte en crítica en momentos específicos”.
Por ahora, el informe señala que aunque la institucionalidad del sector vivienda ha realizado importantes esfuerzos para mejorar las condiciones de habitabilidad de la población, han resultado insuficientes para atender la creciente demanda de vivienda con las condiciones idóneas. El objetivo, resalta, se vuelve más complejo si se considera que la pandemia también afectó el presupuesto público destinado a este sector.
“Concretamente, para el periodo 2020 el Fondo de Subsidios para la Vivienda (Fosuvi) sufrió un recorte de ¢16.500 millones. Además, durante 2021 la ejecución presupuestaria del Banhvi (Banco Hipotecario de la Vivienda) se ha visto afectada por el fraccionamiento en los giros por parte del Ministerio de Hacienda, lo cual ha llevado a que se suspendiera la recepción de nuevas solicitudes de bono familiar de vivienda”, subraya el texto.
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El economista Fernando Zúñiga, quien elaboró el informe, dijo a La Nación que acatar estas recomendaciones para el futuro será determinante, ya que el mismo estudio demostró que las casas que estaban diseñadas con el espacio que era “adecuado” antes de la pandemia, ahora se han convertido en hacinamientos, no solo porque las personas pasan más tiempo en los hogares, sino también por la llegada de nuevos miembros que por perder su empleo o cuidarse del virus se regresaron a vivir con sus familias.
“Todo eso, junto con el teletrabajo, generó la necesidad de que se contemple en los próximos años viviendas con condiciones adecuadas para evitar los problemas emocionales y de convivencia que se dieron con la pandemia. Es un cambio estructural de lo que significa la construcción de viviendas y edificios”, concluyó.
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