Unas 774.000 viviendas en el país tienen el techo, las paredes o el piso en condiciones regulares o malas.
La cifra corresponde al 51% de las casas del país, las cuales necesitan mejoras, dentro de lo que la Fundación Promotora de la Vivienda (Fuprovi), establece como “déficit cualitativo real”.
De acuerdo con el informe de Fuprovi, el número de viviendas con algún componente en estado regular aumentó en cerca de 40.000 casas, mientras que las viviendas malas se incrementaron en 10.000 unidades en el 2017.
Así después de varios años en los que la tendencia del "déficit habitacional real" se mantuvo a la baja , el año pasado se dio un incremento de 2% al pasar de un 51,7% en el 2016 a un 53,6% en el 2017. En cifras absolutas representa un faltante de 802.021 casas.
El "déficit habitacional real" , considera la sumatoria del “déficit cuantitativo” o faltante de hogares más el déficit cualitativo (el estado de las casas).
"Debemos hacer esfuerzos para evitar que se deteriore el parque habitacional. Cada vez más, las viviendas con algún daño van creciendo, hay que atender esas viviendas para que no se deterioren y en lugar de tener viviendas regulares pasemos a viviendas malas”, explicó Franklin Solano, investigador de Fuprovi.
Sin embargo, para la ministra de Vivienda y Asentamientos Humanos, Irene Campos, esa clasificación es “subjetiva”.
“La forma en cómo Fuprovi denomina el déficit cualitativo real, donde toman los datos del INEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) y de esos datos definen que si hay alguna vivienda que dice que tiene el techo malo o la pared mala pasa a ser vivienda buena o regular, eso me aumenta el déficit cualitativo (...) además quién lo verifica y quién dice qué es lo malo de la pared".
Nosotros no trabajamos con los datos que ellos denominan reales, nosotros trabajamos con los datos del INEC, que es un 13% (de déficit cualitativo) en términos generales, no 50%”, dijo Campos.
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Ayuda poco utilizada
El informe de Fuprovi también indica que los bonos para Reparación, Ampliación, Mejoramiento y Terminación (bonos RAMT) “son una herramienta importante para contribuir a la atención del déficit de vivienda”, sin embargo la cantidad de ayudas que se gestionan con este fin es reducida.
De acuerdo con el investigador, entre lo que estiman, que podría incidir en ese poco aprovechamiento está el hecho de que las familias no quieran que su propiedad quede con una anotación por 10 años, que les impedirá alquilar, vender o traspasar la casa y que esto sea por un monto poco atractivo, además creen que muchas personas no tienen información sobre cómo funcionan estas ayudas.
El máximo que se otorga para este tipo de obras es de ¢6,5 millones, dependiendo de las condiciones socioeconómicas de la familia.
Otro de las posibles razones es el riesgo de que durante el proyecto aparezcan imprevistos que hagan que lo presupuestado resulte insuficiente, lo que también lo hace poco atractivo para los constructores.
“Vamos a hacer una revisión conceptual del bono y ver de qué forma logramos que algunos de esos imprevistos sean considerados en la propuesta y que no le resulte complicado eventualmente a la familia que está aplicando por el bono”, añadió la ministra de Vivienda.