“Prefiero perder la puntualidad que perder otra parte de mi cuerpo. Ahora no corro para nada”. Alexander Reyes Montoya musita en dos oraciones su nuevo estilo de vida. Suena práctico; lo cierto es que para hoy pensar así tuvo que escaparse, tres veces, de los regazos de la muerte.
Este setiembre se cumplirán tres años desde que Alex Reyes, como es conocido en redes sociales y en Costa Rica, sufrió un terrible accidente junto a su esposa Rebeca Salazar. “Iba como loco”, relató a La Nación en marzo del 2021. Conducía a alta velocidad porque la restricción vehicular, en tiempos de pandemia, se acercaba. La urgencia terminó aparatosamente.
Poco después del percance, Alex perdió sus dos brazos y su cabeza fue reconstruida debido a una fractura de cráneo. Este hombre, de 37 años, estuvo en coma por 19 días y los médicos prepararon a la familia para lo peor. Increíblemente, lo mejor estaba por venir.
A él no le cambió la vida: recibió una nueva… Alex habló de cómo la aprovecha hoy, a solo semanas de tener su primera prótesis de brazos que le permitirá volver a hacer mucho y recuperar su autonomía. Ahora mismo hay una campaña que busca recolectar unos $280.000 para costear la otra. De eso hablaremos más adelante.
Inyección de esperanza
Fue en diciembre del 2020, solamente tres meses después de que todo cambiara para Alex, que Costa Rica conoció su historia al lado de su incondicional esposa Rebeca Salazar, quien también resultó gravemente herida en el accidente. Ambos compartieron su testimonio en la Teletón de ese año y desde entonces la pareja fue un boom mediático.
Los ojos se posaban, sobre todo, en Alex, quien al perder sus dos brazos también se despidió de gran parte de su autonomía. En este momento continúa recibiendo ayuda, para casi todo, de su esposa. Su condición no lo limitó y aprovechó cada micrófono y reflector no para hablar de traumas ni de miedos, sino de esperanza y de lo bien que vive ahora.
La aceptación, serenidad y resiliencia siempre han estado presentes en la vida de Alex. Su discurso no solo se ha mantenido por años, sino que se ha fortalecido gracias a sus experiencias y nuevas herramientas adquiridas.
Su gratitud con la vida y con Dios no fueron cosa de los primeros meses. Alex siempre estuvo en su realidad, desde el primer momento cayó en cuenta de lo que pasaba y su decisión fue seguir adelante valorando lo que tiene en vez de quejarse de lo que carece. Para el entendimiento humano puede ser complicado de comprender: con sus expresiones él lo aclara todo.
Hoy sus palabras continúan siendo una inyección de esperanza, de que sí se puede. Por eso su trabajo profesional y su realización personal están dirigidos a ayudar a otras personas.
“Renuncié a mi trabajo en abril del 2021 para dedicarme a brindar charlas, cursos y talleres. Mi propósito es servir y que nadie pase por donde pasé. Ese es mi trabajo y también mi misión”, detalló Reyes.
Antes de este giro en su existencia, Alexánder trabajó en el ámbito de las ciencias económicas y el mercadeo. Estuvo a cargo de la estrategia comercial, a nivel de América, de una empresa.
Ahora mismo, Alex ve todo distinto: habla desde sus conocimientos y también a partir de lo que ha experimentado. Dice que hoy las personas piensan y sueñan en torno a las metas, en ganar más y en ser altamente productivas, sin caer en cuenta de que para ese plan lo principal es empezar “por uno mismo”.
“Nosotros nos dejamos de último siendo lo más importante. Se puede ser altísimamente productivo desde una estrategia de vida diferente donde todo te cambia: la forma de ver, de percibir cosas, de disfrutar la comida y cómo te relacionas con vos mismo”, dijo Alex, quien transmite su forma de vida en cada palabra.
El motivador continuó: “Hoy las personas ven a otras personas como naranjas que se exprimen al máximo. Eso nos hace más lejanos. Hoy le pasa lo mismo a un CEO de la empresa y a la persona del aseo: todos están viendo cómo se hace para tener más, sin saber si esas son las respuestas”.
Recuerda su vida de antes del accidente y se describe como “una máquina de hacer dinero y negocios”. Aparte de su trabajo, Alex tenía su propio emprendimiento posicionado en tres países. Disfrutaba “las mieles del éxito”.
“Era éxito en qué sentido. ¿Laboral? Ok, pero el éxito laboral no va a solventar un fracaso familiar. Yo sí era de terminar rápido mis compromisos para volver a casa. Siempre he sido un chico domesticado que siente pasión por su familia. Pensar en el arroz y los frijoles es importante, pero no se puede rayar en la adicción al trabajo. Hoy muchos desean que les den más trabajo, proyectos y horas extras”, reflexionó.
Alex es contundente: “la felicidad no están en tener”.
El charlista no se afana por el éxito profesional. Su propósito es compartir el mensaje que cambió su vida.
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La realidad
Alex vive enganchado al optimismo y eso no lo aleja de la realidad. Él no idealiza su condición. Perder sus brazos y empezar una vida sin ellos ha sido doloroso, física y emocionalmente.
“Te destroza y despedaza. Estás viendo con una discapacidad cada día, no dejas de añorar cosas. Con mis brazos sabía lo que era majarme un dedo y agarrarlo y ponerle hielo. Ahorita vivo con el dolor del miembro fantasma. En una escala del 1 al 10 yo tengo un dolor de entre 6 y 7 que es constante las 24 horas. Nada lo quita ni lo cura”.
Con lo anterior, Reyes se refiere a que aunque no tiene sus brazos, siente su existencia. Para que no sufriera el dolor, los médicos le propusieron un procedimiento que consistía en instalar un electro estimulador medular en sus cervicales.
“Me iban a enviar corrientazos a la médula para contrarrestar los estímulos nerviosos dolorosos que envía el cerebro al cuerpo. Si lo hacía, no iba a poder correr, ni nadar, ni golpearme. No quería estar como una maceta”.
Alex acepta el dolor y vive con él. Hace una analogía con la que revela cómo lo interiorizó.
Dice que él es como una casa que tiene un inquilino que es ese dolor con el que no se identifica.
“No somos lo mismo. Evito la terriblitis, evito el victimismo. El dolor fantasma es parte de mi nuevo vivir. Se acepta y se sigue manejando. Si uno sabe poner las cosas en su lugar sabe que esto es malo, pero tampoco terrible o catastrófico”.
En las charlas que imparte, el motivador usa su experiencia como ejemplo para hacerle ver a las personas que si el jefe no las saluda o no los trata bien, que se puede plantear cambiar de trabajo, pero no deprimirse porque un empleador no le hable como le gustaría.
“Detengámonos y repensemos. Nosotros soltamos mucha responsabilidad en nosotros mismos y le damos esa responsabilidad a los demás y por eso es que nos decepcionamos. Le estamos dando responsabilidades y acreditando cosas a gente a la que no le corresponde.
“El responsable de mí tengo que ser yo, para motivarme a mí tengo que hacerlo yo. No hay que pasar por un lugar doloroso y desafiante para decir: ‘nunca presté atención a las palabras, nunca me escuché, por qué siempre me dolía el estómago y me faltaba el aire (...)’. Cambié bastante”.
Alexander cambió, aunque no es mezquino con la persona que fue en el pasado y reconoce que siempre fue aliado del positivismo. Sus principales maestros fueron su madre, Elizabeth Montoya, una enfermera que sacó adelante a sus cuatro hijos, así como sus abuelos doña Olga López y don Arturo Montoya, familiares que le transmitieron el nunca doblegarse.
La entereza de Alex viene en su ADN.
Una sonrisa diaria
Tras años después de aquel día fatal, Alexander Reyes está frente a la increíble posibilidad de recuperar cierto grado de autonomía gracias a unasinnovadores prótesis mioeléctricas (la parte de los brazos) y biónicas (las manos).
Según sus palabras, sería la primera persona en Latinoamérica en tener dos prótesis biónicas y así, asegurarse un reencuentro con muchas actividades cotidianas gracias a la programación de varios movimientos que se logran desde una aplicación en el celular.
Ya lograron pagar la primera, por eso realizan la campaña Más que una mano, con la que pretenden recaudar cerca de $280.000 para comprar la prótesis que hace falta y que es un poco más grande porque se colocará en la parte del cuerpo en la que Alex no tiene muñón. La urgencia de adquirirla pronto se debe a que al usar solamente la de un brazo, su cuerpo quedará descompensado y esto podría traer complicaciones en su espalda.
“Podría comer solo, vestirme solo, manejar, ir a hacer compras, peinar a mis hijas, ir a comprarme un chocolate, abrirlo y degustarlo. Regar el césped y también cortarlo. Eso que puede parecer una boludez, pero con las prótesis podré lavarme los dientes como me gusta”.
Aparte de eso y lo que más le entusiasma, es poder tomar la mano de su esposa o colocarle el cabello detrás de la oreja.
Lo que hoy representa un sueño, inició cuando Alex estaba en estado de coma. Su hermano, el fisioterapeuta y osteópata Eduardo Reyes, empezó a investigar acerca de la mejor prótesis para él. Encontró la opción más favorable en una empresa que está certificada en el país: Biomed.
Las manos de las prótesis se fabrican en Nueva Zelanda y los brazos en Alemania. La empresa ortopédica debe tener el conocimiento de cómo conectar los músculos a los electrodos, además, poder capacitar a Alexánder para que pueda usarlas de la manera más óptima.
“Me tienen que enseñar como a un chiquito, tipo: ‘agarre este huevito y no lo quiebre. Me tienen que enseñar a hacer todo como un niño pequeño”.
Estar frente a esta oportunidad hace sentir a Alex en el futuro: no se lo cree. Se asombra y agradece por la tecnología.
“Es una segunda oportunidad en algo tan importante como tener autonomía. Es poder servirte un vaso de agua, tomarla, servirte una ensalada y dejar de pedir cosas, a veces me acongojo”, confió.
Rebeca, su esposa, y las cuatro hijas de ambos, Kiara, Jimena, Sara y Luciana, han sido el apoyo incondicional de Alex en estos últimos años en los que está en un mundo nuevo.
Perder sus brazos siendo un adulto ha sido desafiante; Reyes sabía lo que era alzar a su hija menor, elevarla levemente al cielo y luego atraparla. Rememora lo activo que era en el deporte y lo diferente que es hoy hacer lo que su trapecio superior le permite.
Desayunar le toma media hora y si no pide ayuda, cuenta, se descontrola todo. Agradece encarecidamente la ayuda que ha recibido de su familia y también admite que recuperar su autonomía le provocará “una sonrisa diaria”.
Tener sus brazos, representa también la posibilidad de continuar con su propósito de ayudar a los demás, aportando sus experiencias para que las personas estén mejor, dice.
Su plan es poder manejar y viajar por el país ofreciendo sus conocimientos y buscando donaciones. Ahora mismo necesita de su esposa para todo y comprende que ella también debe atender sus distintos roles.
“Yo le digo: hay reunión en Ciudad Neily, que por ejemplo una asociación necesita crear un proyecto, y si ella me dice: ‘no puedo, ¿quién cuida a las chicas?’. Yo necesito asistencia para todo. Las prótesis me van a permitir irme solo. No hay que desaprovechar mi experiencia”.
Para Alexánder, quien destaca que el factor espiritual es la clave para vivir bien, es importante aprovechar su conocimiento para, por ejemplo, crear una idea, posteriormente formar un proyecto y al final buscar los recursos para hacerlo sostenible.
Junto a su esposa Rebeca creará una fundación que verá la luz en octubre y a través de la que buscarán servir. Considera que para ayudar al prójimo no solamente se trata de caridad, sino que es indispensable ofrecer oportunidades de desarrollo y que la “microeconomía empiece a girar”.
“(...) Si una señora sabe hacer pan, entonces buscamos cómo darle un horno, la certificamos; pero si ella no sabe vender, llamas a otro señor para que le enseñe y también al que tiene un camioncito para que vayan a repartir el pan. Con esto tres familias se beneficiarían y se dignifica su esfuerzo. A veces lo que alguien ocupa es contención, orientación, es básicamente lo que queremos hacer con la fundación”.
Tres años después…
Tres años después, “Dios ha sido bueno”, reitera Alex Reyes. En su vida todo ha ido bien. Su familia salió de la crisis financiera, muchos corazones les ayudaron y muchas puertas se abrieron.
Él y Rebe se consolidaron como charlistas que van más allá de contar su testimonio. Hablan de cómo avanzar en la vida, sobre inclusión, equidad; son motivadores y hasta abordan temas relacionados con accidentes laborales, entre muchas temáticas más.
Este tiempo ha sido de crecimiento, y cómo siempre en la vida de este hombre, también de tomar decisiones. En su momento no parecían las más acertadas, pero viniendo de Alex, generalmente todo puede salir bien. Qué lo diga él.
Cuenta que luego de renunciar a su trabajo estable, invirtió la mitad de su liquidación, en plena crisis financiera, en pagarse estudios: sacó una certificación en el Tecnológico de Monterrey y se formó como Coaching ejecutivo y profesional. En el Incae se pagó un curso de Liderazgo de personas y manejo del cambio.
“Rebe casi me mata (por invertir el dinero en estudios en ese momento)”, recordó entre risas.
En el proceso, Alex sobresalió con sus notas y una de las profesoras de Monterrey, en México, lo invitó a trabajar como representante de su empresa de coaching en Costa Rica. Ahora mismo, él brinda algunos cursos y talleres.
“Ellos dan el certificado, pero la estructura y creación de cursos los hago yo. He aprendido tanto. Por ejemplo, se enseña a tener el compromiso de poner en la agenda un espacio para el espacio personal y no hay problema con eso si cumplís con tus objetivos. Tenemos que crear cultura para hacerlo porque el sistema (en el que vivimos) nos va a terminar destruyendo. No tenemos por qué pasar algo así cuando tenemos la bendición de que Dios nos permite estar aquí. Yo me morí tres veces, decían: ‘este tipo va a quedar en estado vegetativo’”.
Hay que replantearse: ¿qué estoy haciendo con mi vida? Quizá no diste un último abrazo por irte a la oficina. Manejaste y no viste los semáforos ni cómo estaba el cielo. Solo Dios nos sabe de cuántas cosas nos salvamos en el camino. Normalizamos eso y lo que hacemos es llegar a agarrarnos a las presas. Hay que detenerse antes de que lo detengan a uno.
— Alexánder Reyes
Es improbable que Alexánder Reyes hable sin tratar de dejar una enseñanza. Exuda palabras con las que en el frenesí del día a día muchas personas podrían identificarse.
“A veces es mejor parar. Replantearse la estrategia de vida. No es normal que alguien no pueda dormir bien. Que se levante estresado. Que ande buscando fiesta, buscar lo que no se le ha perdido porque necesita salir de su realidad. El problema no es no tener plata, creemos que la plata soluciona todo porque si te metés a redes todo es puro consumismo y vanidad. Andamos como hipnotizados. Hay que pensar para qué hacemos lo que hacemos. Hay que volver a la paz, a la tranquilidad y a la serenidad”.
La felicidad no está en tener, insiste. Pone en perspectiva como personas famosas y otras adineradas deciden dejar este mundo por distintas razones. Por otro lado, piensa en niños y niñas de rincones recónditos viviendo en situaciones vulnerables, pero que no dejan de sonreír al jugar con lo que tienen a su alcance.
“Hay que ver lo que tenemos y felicitarnos por eso”.
Reyes atribuye su paz y forma de ver la vida a Dios. Eso sí, sus mensajes no buscan ser religiosos, él los traduce para que sean consumidos (y aceptados) por un público mayor.
Alex no habla de pérdida, sino de ganancia y hasta de su historia de éxito. Él es exitoso porque ama profundamente su vida y a su familia.
En la calle, muchas personas lo reconocen y se le acercan. También recibe todo tipo de miradas: las curiosas y las burlescas.
“Ahora me ven más a mí que a Rebe”, dijo, refiriéndose a la belleza física de su esposa que atrae miradas.
Las burlas y crueldad de las personas, sobre todo jóvenes, afirma, no dejan de sorprenderlo. Es resiliente y tenaz, pero también un ser humano.
“La maldad es cruda. Si te contara las burlas y ocurrencias. Dicen que cuál champú uso, que por qué frunzo el ceño, que si es que estoy enojado y que por qué mando abrazos si no tengo brazos. La sociedad no está preparada para tratar a una persona con discapacidad que se ve diferente”, lamentó.
Alex sobrelleva este tipo de situaciones porque confía en sí mismo y cuenta con la protección de Dios.
“Si Dios no me diera esta confianza, estaría en una profunda depresión. Sé que hay que orar por ellos. Nadie se resiste al amor”.
No se considera un superhéroe ni tampoco un ejemplo. Solamente cree que si las personas “ven a un tipo intentándolo”, de repente ellas querrán hacerlo.
-Alex, ¿qué ha sido lo más transformador de este proceso de aceptar y encontrar un propósito?
“Quitarme el sesgo, la venda mental y espiritual de no poder ver lo afortunado que soy y lo deliciosa que es mi vida. Siempre lo tuve todo: cariño, amor, respeto, a mi familia, me tuve a mí. Ahora lo veo superclaro: ya no vivo desde la carencia del que me falta y que no tengo. Vivo agradecido profundamente por lo que tengo”.
Alex y Rebe
Cuando están juntos, la discapacidad de Alex desaparece. Así lo considera él.
Alex y Rebe son una amalgama que tiene en común el amor. Son dos seres que continúan teniendo diferencias como cualquier pareja. Él ha mermado su perfeccionismo y ella se ha vuelto más paciente.
Durante la sesión de fotos que acompaña este artículo, Rebe estuvo atenta para que el atuendo de Alexánder estuviera impecable.
En estos tres años, la risueña Rebeca, quien hoy celebra tener sus cabellos largos luego de haberlos perdido luego del accidente por el que recibió 25 puntadas en el cráneo para cerrar el hueco que dejó expuestos sus huesos, ha aprendido más de los gustos de su esposo. Antes, cuando él hacía todo por sí solo, ella veía de lejos lo cuidadoso que era. Ahora la minuciosa debe ser ella.
“Siempre quiere todo muy ya. Por ejemplo, sé que nunca se deja la manga por fuera, debo colocarla por dentro. Le gusta que los botones de su camisa estén alineados con el del pantalón”, ejemplificó Rebeca.
Alex, por su lado, se ha enfocado en sentirse satisfecho con el tiempo que su esposa invierte en él.
Hoy los esposos están más enamorados que nunca. Las peleas matrimoniales no perduran muchísimo. Si él está molesto y le pide ayuda a sus hijas, ella se acerca para asistirlo en lo que se requiere.
Cuando Rebe se molesta, Alex la busca con ternura. Los esposos se eligen todos los días.
En el espejo
Hoy, cuando Alex está frente al espejo, encuentra una versión mejorada. Alguien que “ya no se sirve así mismo, sino que desea servir a los demás”. Valora, agradece y aprovecha cada segundo de la nueva vida que llegó cuando todo indicaba que moriría.
Más que una mano: Como se mencionó anteriormente, Alex ya tiene paga su primera prótesis, aunque le falta costear la segunda y que es un poco más grande. La campaña Más que una mano busca recaudar $280.000 y hay varios medios para colaborar.
SINPE MÓVIL 8994-1638 de Rebeca Salazar M.
Cuentas de Alexánder Reyes Montoya: IBAN Dólares: CR19012621104010003752
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