Eugenia María Cartín Barrios tiene dos pasiones: la lectura y la política. Lee intensivamente, actividad que forma parte de su trabajo, pero también disfruta de tener una mano en las mesas de votación cuando se celebran comicios, sean municipales o nacionales; siempre dice “presente”.
Este afecto por el voluntariado electoral lo sostiene desde los 20 años, época en que desarrolló un profundo apetito por la lectura y se devoraba los libros de la escritora estadounidense Louisa May Alcott, autora de la novela “Mujercitas”.
Sin embargo, para esta mujer que ganó notoriedad en el 2017 al filtrarse el audio de una llamada suya con la empresa Tigo, su trabajo es la actividad que más disfruta. En esta labor, también pone en práctica su apetito por la lectura, destreza con la cual se provee el sustento.
Lectora infatigable, doña Eugenia encuentra su mayor deleite y satisfacción en la faena intelectual de traducir textos en tres idiomas: francés, inglés y español. Su oficio la absorbe la mayor parte del tiempo, ya sea por la mañana, la noche o la madrugada.
Ella es traductora oficial inscrita en el Ministerio de Relaciones Exteriores desde hace más de 45 años.
“En traducción, no hay dos días iguales o dos semanas similares. Son distintas labores y urgencias según cada cliente. Ese es mi trabajo y me gusta mucho. Si hay que correr, hay que correr; otras veces es más lento. En esta vida, todo es relativo. Pueden ser urgencias de una hora o de una semana”, explicó.
Sin embargo, cuenta con personas que le ayudan en asuntos administrativos del trabajo y en las labores domésticas.
Aun así, no todo es trabajo, ya que el inicio de sus días lo dedica a Dios. Mucho antes de sentarse frente a la computadora, con el teléfono al alcance de la mano, se sienta en la iglesia de Fátima, en Los Yoses, donde a diario acude a la misa de 7:15 a. m.
“Ir a misa es mi manera de dar gracias a Dios por todo cuanto me ha dado y pedirle salud por la familia, mis amigos, por personas que pasan problemas y también por mis colegas traductores”, expresó.
Cuenta que, de niña, cada 2 de agosto, iba con su familia a la basílica de Los Ángeles, en Cartago, a rezarle a la Virgencita.
Suele levantarse a las 6 a. m., con excepción del domingo, cuando se premia con algo más de descanso, extendiendo un poco el tiempo en la cama. Sin embargo, esa licencia no se la da no todos los domingos porque, cuando el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) llama a las urnas, la traductora madruga para reencontrarse con otro gusto adquirido desde jovencita: servir de voluntaria en un centro de votación.
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La pasión política de doña Eugenia
Dice que la política la cautiva, pero no para buscar un cargo de elección popular o servir en la función pública. Nada de eso: lo suyo es llevarle el pulso a ciertos temas y empaparse de ello.
Contó que, aparte de leer en línea artículos científicos, sigue con interés las noticias sobre el desarrollo de la actual campaña electoral en Estados Unidos y se mantuvo muy atenta a las informaciones sobre la salud de la reina Isabel II y su fallecimiento el 8 de setiembre de 2022.
“Una mujer muy activa hasta el último día, la reina”, comentó en referencia a la soberana del Reino Unido fallecida a los 96 años y quien reinó durante 70.
Confiesa que le atrae servir como integrante en mesas de votación e, incluso, ha sido jefa de centros electorales. Sus jornadas allí han sido de más de 12 horas, pero lo disfruta.
“Es algo que me jala, no sé cómo explicarlo. Trabajar en política es muy serio por la responsabilidad. Aunque sea de miembro de mesa, lleva mucha responsabilidad; cualquier elección es un asunto de altísima importancia”, indicó.
Le ha tocado estar en recintos electorales antes de las 6 a. m. y permanecer en funciones hasta entrada la noche.
Describe esas jornadas como “demoledoras”; sin embargo, nunca se las pierde; ni siquiera luego de convertirse en una persona conocida por una situación agobiante y molesta.
La vida continúa
El 18 de abril de 2017, doña Eugenia denunció que fue víctima de insultos y burlas luego de filtrarse en redes sociales un intercambio que tuvo con un representante de la empresa Tigo por problemas con el servicio de Internet.
En aquella llamada, ella se enfureció, perdió el control, gritó y, luego, le pidió perdón a quien la atendía. En el audio, evidenció su desesperación y congoja por retomar su jornada de trabajo, la cual se veía interrumpida por fallas en el servicio en los últimos días.
En el audio, se reveló información personal como su nombre completo, lugar de residencia, número telefónico y cédula de identidad, entre otros datos, que proporcionó en la conversación, mientras era asistida.
Todo se conoció públicamente con la propagación del audio en Facebook y Twitter. Con ello vinieron las bromas, la notoriedad y otras secuelas.
El 19 de marzo de 2019, un tribunal del I Circuito Judicial de San José condenó en primera instancia a la televisora Repretel S. A. a compensarla por daños materiales y morales, al ratificarse que vulneró y lesionó la imagen de doña Eugenia por divulgar una imitación suya en transmisiones televisivas en diciembre de 2017.
Un recurso de casación de Repretel S. A. luego le permitió a esa empresa reducir casi en un 90% el monto a depositar a la traductora.
El 25 de octubre del 2019, doña Eugenia y Tigo alcanzaron un acuerdo económico para cerrar una disputa legal por la filtración del audio. “No me gusta ser famosa, fue algo muy desagradable aquel periodo y pasé ratos muy feos y no pienso en eso ahora. Ya pasó, retomé mi vida porque uno no se puede quedar estacionado”, advirtió.
De hecho, mantuvo el servicio con Tigo hasta el 2021. Hace unos tres años, cambió de proveedor por razones de estricta conveniencia en el servicio. A este día, incluso mantiene una valoración positiva de su anterior proveedor de Internet.
Recuerda la disputa legal como un proceso largo y tedioso el cual, eso sí, nunca afectó el servicio o la relación comercial. Como ella dice, todo terminó en santa paz y armonía gracias a Dios.
“Muchas personas hoy me reconocen y saludan y ¡diay!, pues yo las saludo, ¡diay sí!”, expresó durante una entrevista telefónica en un tono que parecía denotar su buen humor.