Si en algún lugar ponen música salsa, merengue, bachata o cualquier género tropical y está presente Gustavo Gutiérrez Espeleta, hay muchas posibilidades de que empiece a bailar.
Sí, Gustavo Gutiérrez, el científico y rector de la Universidad de la Universidad de Costa Rica es experto en la materia y no es gratuito que durante sus estudios en Estados Unidos era conocido como el “tico bailarín”.
Entre risas, contó que durante su época de estudiante se escapaba para “pegarse sus bailaditas”; no obstante, afirmó sin temor que la cúspide de ese talento llegó en la actualidad, a sus 57 años.
Gutiérrez Espeleta es el menor de 5 hermanos; hijo de Mario y Paulina, y padre de Sofía y Amanda. Se considera un acérrimo defensor de la educación pública, pues fue la que le dio las herramientas para lograr todos los éxitos que carga en su espalda.
Estudió en la escuela Buenaventura Corrales, en el Liceo Laboratorio Emma Gamboa y luego en la Universidad de Costa Rica. No llegó a ser cuadro de honor, pero siempre estuvo entre los cinco mejores. El rector de la UCR se describe como un muchacho tranquilo que nunca le dio problemas a sus papás.
Ni siquiera “pretileaba” ni tampoco fue cliente de la ahora Calle de la Amargura, donde en su tiempo había algunos bares conocidos. Gustavo frecuentaba más bien la cafetería La Tortuguita y la soda Guevara.
Su primera cerveza la consumió a los 25 años, mientras realizaba una maestría en Tennessee, Estados Unidos.
Ocurrió por pura causalidad, no fue planeado ni en una salida de compañeros. Recordó que un profesor compró una finca con caballos, pero el lugar no estaba cercado, por lo que los animales se le escapaban.
Un día, el docente llegó al laboratorio donde estudiaba y lo contrató a él y a sus compañeros para que lo ayudaran con ese trabajo.
“Un tal día de agosto de 1990, un calor que no se puede imaginar, 34 grados fácil; nosotros empapados y veíamos una hielera blanca de metro y medio, y yo decía ‘qué raro que el señor no nos ofrezca Coca-Cola o alguna bebida’.
“Lo único que tenía ahí eran cervezas, y yo nunca había tomado licor, y era tomar eso o morirme de sed. Y a mí me supo tan rico esa cerveza que todavía lo tengo grabado. Yo dije ‘cómo me había limitado de tomar esto tan delicioso’”, contó Gutiérrez, aclarando que actualmente solo toma una cerveza muy de vez en cuando.
Capitán herediano con corazón manudo
El baile no es el único talento. El rector de la UCR realiza ejercicio 6 de 7 días de la semana. El tenis y el fútbol son parte primordial de su vida.
En el ‘balompié’, a Gutiérrez lo podemos considerar un legítimo 9, pues es de esos jugadores que pueden estar como delanteros, en la media cancha, en los laterales y como defensas. Lo único para lo que no es bueno es para ser portero.
Con cierta nostalgia, recordó que cuando era universitario era capitán de las “reservas del Club Sport Herediano”, lo que en la actualidad sería el alto rendimiento de algún equipo deportivo.
No obstante, dijo, otro futbolista, Manrique Quesada, impidió que el rector se convirtiera en profesional, lo que hizo que por un tiempo de su vida le tuviera rencor. “Por eso no avanza el fútbol en Costa Rica”, expresó entre risas.
“Obviamente, yo le tomé mucho rencor y un día de estos tuve la gran oportunidad de estar con él y decir públicamente que esa persona me sacó del fútbol, pero que ahora lo agarro a besos, porque gracias a él yo soy lo que soy. Estoy sumamente agradecido con él, un herediano que me hizo sacado del fútbol para que yo estudiara”, manifestó el científico.
Con esa historia, cualquiera pensaría que es aficionado del Team florense; pero no, su corazón le pertenece a la Liga Deportiva Alajuelense.
“Papá era de Alajuela y por su influencia yo me hice liguista, pero seguimos decepcionados del equipo que tenemos en primera división. Sigo siendo manudo y me duele cuando pierde alguna final, pero bueno, ya nos hemos acostumbrado a eso”, dijo el rector resignado.
Ahora, sus habilidades las despliega en varios equipos de fútbol de la UCR. Juega cada 15 días con los “Veteranos”, con la Rectoría, y con las facultades de Ciencias Económicas y Agroalimentaria. Y todos los jueves con los padres de familia del colegio de sus hijas.
“Eso es algo que amo. Yo estoy esperando a que lleguen los fines de semana para ir a jugar”, señaló.
Científico máster y doctor en genética
Cuando Gutiérrez tenía 10 años, sus papás lo llevaron a la iglesia de Sabanilla, en Montes de Oca; ahí se encontró con una niña con síndrome de Down, casi de la misma edad que él. En ese momento, se prometió a sí mismo ayudar a la menor cuando creciera.
“Yo no tenía ni idea de que tenía que estudiar para ayudar a esta chiquita. Me vine a casa, y con una enciclopedia que tenía mami, me puse a investigar, yo supe que era en la disciplina de Biología. A los 10 años, yo definí que iba a estudiar eso para luego estudiar Genética y después poder entender la citogenética y el síndrome de Down”, mencionó.
No obstante, a pesar de que cumplió su meta y obtuvo un doctorado en Genética en la Universidad Estatal de Arizona, Estados Unidos, el ahora rector se enfrentó a lo que él califica como su frustración más grande a nivel profesional.
“Fue darme cuenta de que no podía hacer nada por esta chiquita, porque uno nace y muere con síndrome de Down; socialmente pueden haber muchas mejoras, pero desde el punto de vista de la condición de salud no se puede hacer absolutamente nada”, explicó.
También estudió sobre personas ciegas, sordas, así como cáncer de mama. Cuando se “cansó” de estudiar seres humanos, decidió investigar las cuatro especies de monos en el país, así como los felinos, dantas, perezosos, entre otros animales silvestres.
Gutiérrez Espeleta estará al frente de la Rectoría de la UCR hasta el 2024. Su futuro se encamina hacia otros proyectos científicos y de acción social, como recuperar el río Torres y el María Aguilar. Asegura que quiere “ayudar al pueblo” y también combatir la pobreza.