Jonathan McDonald se siente pleno cuando piensa que sus sueños de niño los ha cumplido. Ya lo sabía, pero lo terminó de comprobar cuando se dio el lujo de ir al clásico nacional como un aficionado más y sintió ese cariño de la afición de Alajuelense. Eso siempre lo ha apreciado, pero ahora más, porque la meditación transformó por completo a este futbolista que también es un apasionado por la cocina y por los toros.
Estar constantemente en el ojo público, la presión mediática y en medio de la polémica no es fácil, pero en San Carlos Jonathan McDonald logró escapar de eso. Sus facetas de esposo, de papá, de hijo, de amigo, de practicante de la meditación, de cocinero y de ganadero no las muestra tanto porque es más reservado en su día a día.
“Me considero buen papá y buen esposo, también muy buen amigo. La gente cercana, que me conoce más, sabe mi forma de ser y los códigos que están en mi pequeño círculo de amigos, de allegados”, relató Jonathan McDonald.
Hoy disfruta de una vida distinta, que antes no tenía. Al salir de la parte mediática y de lo convulso de la ciudad comparte con la gente como antes no podía hacerlo.
“No solamente es voy a tu casa o venga a mi casa, sino que puedo ir a un café o a un restaurante con amigos y pasarla bien. Es un estilo de vida distinto que a mi familia y a mí nos ha caído muy bien”.
Mientras que Jonathan McDonald estaba en entrenamientos o en partidos, su esposa, Andrea Duarte estudiaba una carrera que iba a tener influencia directa en él.
“Es psicóloga, está graduada y me ha llevado mucho por el campo de la meditación. Eso me ayuda para enfocarme muchísimo en lo que realmente importa y dejar ir, dejar soltar, que siempre ha sido de mis mayores dificultades con las cosas, con las situaciones, porque siempre he sido muy autocrítico.
“Y tal vez esa autocrítica me ha llevado a no dejar ir ciertas situaciones de vida y en el terreno de juego me hacían jugar más frustrado, más enojado, o cometer más errores desde la parte emocional. Todo esto me ha ayudado muchísimo y son de las cosas que Dios le pone a uno en la vida. Jamás me hubiese imaginado casarme con una psicóloga”, aseguró Jonathan McDonald.
Le encanta ver cómo se complementa con su compañera de vida, esa que Dios le puso en el camino y que los convirtió en papás desde muy jovencitos.
“Tenemos personalidades distintas y eso nos ayuda a llevar las cosas hasta hoy bien, e incluso con los hijos (Emelyn y Jayden), con la forma de criarlos. Cuando se ocupa de una situación de más tranquilidad, lo lleva ella; pero cuando hay que ponerse más serio y demás, me sale muy bien el papel (ríe). Hacemos una yunta muy buena y nos hemos ayudado muchísimo a lo largo de nuestra historia como pareja”.
Jonathan McDonald tiene en la cocina una pasión heredada
Desde un asado, rollos de canela y hasta un famoso atol de plátano puede encontrar entre las especialidades de la casa, en ese menú variado de un Jonathan McDonald que tiene buena mano para la cocina.
Eso lo heredó de su papá, Jasper McDonald, a quien le encanta cocinar y fue algo que su mamá, Ana Porras, también se lo inculcó. Ellos siempre pensaron en el hecho de que con el fútbol en algún momento sus hermanos y él podrían salir del país. Así que los hicieron pensar un poco más allá.
“Mi papá desde luego nos impulsó a que aprendiéramos a hacer de todo en la casa y mi mamá también. Nos ponía a limpiar la casa para ella hacer otras cosas y el gusto por la cocina lo agarré de mi papá. Me encanta como él cocina y tener herencia afrocaribeña da un plus a la hora de preparar comidas. Cuando estaba con mis abuelos, que fallecieron ya, pude ver cómo cocinaban y coger recetas de ellos”.
De ahí viene ese famoso atol de plátano, que una vez cocinó en una transmisión en vivo en Instagram durante la cuarentena por la pandemia.
“Por ahí me lo han pedido muchísimo, Rodolfo Méndez de Columbia me lo piropea y me lo pedía muchísimo en la radio, ahí me mandaba los audios y en el torneo pasado que nosotros fuimos a Cartago le llevé una taza. Por lo menos ya cuento con un cliente si decido poner un restaurante (ríe)”.
No tiene claro si es algo propiamente de su familia, pero lo que sí sabe es que su padre creció tomando de ese atol y luego él les daba a sus hijos desde niños.
“Era una receta que nos la hacía mi abuela y una tía me la pasó, porque un día le pregunté que cómo se hacía. Un día nos preparó, en vez de darnos café nos dio eso. Es muy sencilla, pero es secreto de la abuela”.
Jonathan McDonald y los toros
La afición de Jonathan McDonald por el deporte taurino surgió hace muchos años. José Segnini es un amigo de su padre y el futbolista lo conoce desde que tiene memoria porque siempre iban de vacaciones a su finca ganadera en Guanacaste, en aquellos tiempos cuando había vacaciones de tres meses.
“Básicamente pasábamos un mes ahí. Ahí empezó a surgir esa pasión junto con una muy buena amistad con los hijos. Lamentablemente uno de ellos falleció hace un tiempo. Seguimos con la amistad de familia, yo siempre he dicho que a José Segnini y a Ruth Cabezas los considero como mis segundos papás, porque así los quiero. Pasaba muchísimo tiempo con ellos y los hijos”.
Jonathan McDonald hoy no tiene toros, pero no descarta que eso cambie pronto. Dos se murieron y los otros los vendió ante una oferta imposible de rechazar.
“El primero que se me murió fue el famoso Big Mac, que le pusimos así por cómo me decía la afición Alajuelense y con eso quise darles un pequeño homenaje. El otro que se murió fue Catarí. Cuando estaba en Qatar lo adquirí, entonces quería ponerle un nombre que significara algo y lamentablemente a los dos hubo que sacrificarlos por lesión en la columna. Todos los que amamos el mundo de los toros y demás sabemos que esas cosas pasan”.
Recordó que durante la pandemia, como estaba todo cerrado salió un comprador que quería esos toros que él tenía.
“Cobré para no venderlos, pero me dijeron que sí. Entonces los saqué y ahorita estoy en el proceso de adquirir dos o tres, que sean buenos, pero hoy el precio de los toros de monta es una locura”.
El Catarí era traído de Nicaragua, lo importó un amigo suyo y le dijo que tenía una oportunidad, así que necesitaba sacar. Ese era un buen prospecto y estaba pequeño todavía. Aún lamenta que solo lo pudieron disfrutar en cuatro jugadas.
Pero le hace falta sentir esa emoción única de que un toro suyo entra al ruedo.
“Es lindísimo, es una adrenalina totalmente diferente. Creo que el entrenador de fútbol seguramente siente eso cuando hay partido (ríe…), porque no podés hacer nada o muy poco, simplemente confiar en lo que uno tiene y salir”.
Para él, esa sensación es única y diferente, porque pasan muchas cosas de manera simultánea de las que el público tal vez no se percata, pero él como dueño del toro sí.
“Estar en la manga de salida y ver lo que se mueve dentro; los nervios del montador, los nervios de uno, el que está en el falso de no dejarlo pegado, el que está en la puerta, poder abrirla bien. Entonces es una sincronización casi perfecta para que pueda salir todo bien.
”Y vivir eso, crecer de niño viendo los toros en Zapote y poder ir a grandes eventos también es algo muy chiva. Dios ha sido demasiado bueno conmigo, porque mis sueños de niño los he cumplido”, dijo Jonathan McDonald.
Si el gusto por la cocina lo heredó de su papá, él mismo le transmitió a su hijo Jayden la afición por el deporte taurino.
“Mi familia me acompaña, tengo la gran bendición de que nuestros gustos son parecidos, entonces básicamente siempre andan conmigo, van y mi hijo menor es un apasionado por todo el tema de la ganadería, de los toros”.
Jonathan McDonald mencionó que otra gran bendición es tener cerca al presidente de San Carlos, Luis Carlos Chacón, quien lo acogió demasiado bien.
“Podemos ir a la finca de él y que Jayden tenga la experiencia que tuve yo de niño de estar en el corral, de estar con los terneros, de poder tocarlos e inclusive a animarse en la Expo y subirse a uno de los toros grandes de él”.
Jonathan McDonald tiene un proyecto entre manos
Jonathan McDonald ya sacó la licencia B, pero le puso una pausa breve a sus estudios en fútbol. Es apenas durante este semestre para enfocarse en otro proyecto que tiene y quiere desarrollar. Después de eso, empezará a sacar la licencia A de entrenador.
“Este semestre quiero enfocarme en el proyecto personal, no sé si seré entrenador de Primera o Segunda División, pero quiero enfocarme más tal vez en formar jugador. Lo viví y lo estoy viviendo en la etapa donde muchos jugadores llegan a Primera y vienen con muchas deficiencias técnicas y tácticas de entender el juego y quiero enfocarme más o menos en esa parte”.
Pero ahora está tratando de darle forma y vida a un proyecto, aunque sabe que en Costa Rica no es tan fácil emprender en lo que a veces se quiere.
“Estamos trabajando y dándole forma con un amigo para poder desarrollar eso, empezarlo aquí en San Carlos por cercanía y ojalá poderlo hacer crecer”.
¿Qué es? Esa pregunta le causó risa, porque quería mantenerlo en reserva, pero lo terminó contando en este entrevista que resultó muy distinta a la mayoría que ha concedido, enfocadas en fútbol.
“Quiero hacer una academia de fútbol pero 100% personalizada, creo mucho en el trabajo extra, pero sobre todo en el individual para poder prestarle más atención y que genere mejores réditos. Cuando uno tiene a alguien uno a uno, o los grupos son bastante pequeños, poderles prestar la mayor atención y ser la verdad selectivo con los jugadores que llegan a la academia”, reveló Jonathan McDonald.