A Isabel Gamboa siempre le dijeron que su horizonte de expectativas estaba más allá de lo que su realidad dictaba. Esto, lejos de desanimarla, la ha llevado forjarse una gran trayectoria como docente e investigadora en la Universidad de Costa Rica y a que hoy, a sus 56 años, siga explorando nuevos mundos.
“Pensar en ir a la universidad o en escribir se veía como un ridículo. Además, fui empleada doméstica desde mis 11 años. Mi mayor sueño en un momento de mi vida era ser dependienta en una tienda que se llama La Fama en Puriscal. Ahí estaban las muchachas con sus delantales y yo me quedaba viéndolas. Yo quería la fama (risas)”, recordó Gamboa, quien es originaria de esa comunidad.
La socióloga e historiadora no quiere quedarse quedita en su puesto en la academia. De hecho, ni su propia labor docente la limita a las aulas y a dictar lo que dicen los libros. Afirma que siempre ha buscado ir más allá y formar a sus estudiantes en temas como las habilidades blandas e impulsarles la libertad de pensamiento.
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“De vocación soy dos cosas: escritora y docente. Cada vez que voy caminando hacia el aula el corazoncito me palpita; todavía no me acostumbro. Me emociono, se me escalofría la piel y pienso en lo afortunada que soy”, comentó.
En esta constante inquietud por llegar a sus estudiantes con formas atractivas y eficientes para aprender, en pandemia comenzó a subir contenido educativo a TikTok. Ahora, ya no solo es la profesora Gamboa de la UCR, sino que, para muchos estudiantes a los que ni siquiera les ha impartido un curso, es la Profa Isabel.
“No me alcanzaba la vida y el tiempo, entonces, un día agarré el teléfono y les hablé, porque soy muy extrovertida. No necesito peinarme ni maquillarme ni nada. Les hablé y vi que era bueno, también para mí porque me da mucha felicidad. Es lo más hermoso que me ha pasado”, aseveró con emoción.
Su incursión en las redes sociales ha ayudado a estudiantes con su proceso de admisión universitaria, técnicas de estudio y a mejorar en sus trabajos de investigación. Sin esperarlo, actualmente hasta la reconocen en la calle y le piden fotos.
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Por ejemplo, recientemente realizó una transmisión en vivo, en principio, para hablar sobre dificultades académicas. Terminó sorprendida con las miles de personas que se conectaron y la diversidad de su público, que provenía de diferentes países e iba de madres a colegiales, pasando por estudiantes universitarios y docentes.
‘Una mujer que asesinó al hijo usando como arma un río’: 34 cuentos breves de Isabel Gamboa
Isabel es amante de la lectura desde temprana edad, gracias a la influencia de su abuela Alejandrina, quien le enseñó a leer y con quien tuvo un vínculo muy amoroso. Fue tildada de loca por su interés literario. Aunque por mucho tiempo dejó de lado su pasión por la ficción, incluso en su faceta académica no dejó de ser aquella niña que jugaba a escribir novelas.
“Siempre me he negado a ser acartonada en mis ensayos académicos, siempre hay literatura en los reportes que hago de mis investigaciones. Mis lecturas son desde varias disciplinas y muy metafóricas; yo soy una socióloga de las metáforas”, explicó la socióloga, quien también es columnista de La Nación.
De acuerdo con la docente, se animó a tomarse en serio la literatura gracias a una conversación con la escritora costarricense Emilia Macaya. Gamboa le contó una historia que llamó la atención de Macaya, quien le sugirió que debía escribirla y le dio ese empujón necesario para empoderarse en la literatura de ficción.
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Desde esa noche, asegura, no paró de escribir y ya tiene haciendo fila a su próximo libro. Pero antes de contar los pollitos que todavía están en el cascarón, hay que hablar del que ya nació. Una mujer que asesinó al hijo usando como arma un río (H&H Editores, 2024) es su segunda publicación, luego de Veinticinco cuentos perversos (2013).
La obra es una recopilación de 34 cuentos breves, con una atmósfera en la que predominan los elementos naturales, que se funden con cada uno de los personajes. Entre barriales, maleficios, sanitarios de hueco y “locos de pueblo”, los relatos desentrañan una sociedad permeada hasta los tuétanos de violencia.
Los cuentos son ficticios, pero todos están fundados en historias reales. No obstante, estos no se quedan en lo meramente anecdótico y exponen el funcionamiento de estructuras como la familia, la religión o las instituciones públicas.
“Son cuentos sobre la destrucción y la violencia, todos muy contemporáneos, que muestran como todo el mundo no vale lo mismo y hay vidas desechadas. Trata sobre la brutalidad y también sobre violencias muy sofisticadas pero, sobre todo, de la sobrevivencia, de cómo atravesar todo esto”, detalló la autora.
El título corresponde a una de las narraciones que se incluyen en el libro y que hace un guiño a La gota de sangre, un relato que la autora conoció desde niña y que narra la historia de una mujer que asesina a su hijo en el río.
“El título es muy provocador, es muy largo y eso es muy poco común, lo cual se supone que no es muy mercadeable, pero sí lo es. El título ha sido puro olfato y un gancho tremendo. Yo también pensé que algunos sectores se iban a escandalizar, porque toca temas tabú, pero por lo menos en los mundillos donde el libro se está moviendo, tiene mucho pegue. Genera miedo y curiosidad”, aseguró.
Una mujer que asesinó al hijo usando como arma un río ha tenido una recepción muy positiva, según ha podido saber Gamboa. Este libro, presagia, será solo el primer eslabón de su carrera literaria. Así como siendo una chiquita que caminaba viendo la luna, hoy no le da miedo que a los demás les parezca una locura; ella seguirá avanzando con su mirada fija en su pasión.