Un reciente estudio publicado en Scientific Reports sugiere que los gatos con sobrepeso podrían ser fundamentales para entender la obesidad en humanos. Los cambios en los microbiomas intestinales (bacterias en el intestino) de los felinos al modificar su dieta son similares a los observados en humanos.
Los investigadores analizaron muestras fecales de gatos obesos alimentados con cuatro dietas distintas durante 16 semanas. Las dietas incluyeron comida comercial para gatos, alimentos para adelgazar y una dieta restringida en calorías.
El estudio descubrió que los cambios en el microbioma intestinal de los gatos eran similares a los de los humanos tras modificaciones dietéticas. En particular, encontraron niveles elevados de ácido propiónico (líquido incoloro y aceitoso) en las heces de los gatos con dieta restringida en calorías. Este ácido, asociado con la regulación del apetito y la reducción de la acumulación de grasa en otros mamíferos, correlacionó con un aumento de un tipo de bacteria llamada Prevotella 9 copri.
“Los animales comparten nuestras camas. Comparten nuestros helados. Hay todas estas cosas que las personas hacen con sus mascotas que resaltan que son un modelo de enfermedad natural con exposiciones ambientales similares a las de los humanos”, explicó Jenessa Winston, autora principal del estudio y profesora asistente en la Universidad Estatal de Ohio, en Estados Unidos.
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Los hallazgos sugieren que los gatos podrían ser un modelo ideal para estudiar cómo los microbios intestinales pueden combatir la obesidad en humanos. Winston destacó que los microbios observados en este estudio también aparecen frecuentemente en estudios humanos, aunque “la gente no está comiendo comida para gatos”.
Alrededor del 60% de los gatos en los Estados Unidos tienen sobrepeso u obesidad, comparado con el 30,7% de los adultos estadounidenses con sobrepeso y el 42,4 % con obesidad.
“Mi laboratorio se centra en cómo podemos aprovechar el poder terapéutico de los microbios”, comentó Winston. “Para hacer eso, necesitamos entender cómo los estados de enfermedad difieren de la salud, para dirigir mejor los cambios que ocurren en el microbioma”.