¿Quién piensa en los enfermos?

Un señor con una oclusión intestinal no pudo ser operado por falta de equipo humano en un hospital josefino. Una joven con un embarazo ectópico roto casi pierde la vida por falta de anestesiólogo.  

Los dos casos son reales. Sucedieron. Forman parte de varias historias registradas durante los diez días en que los médicos especialistas renunciaron a laborar jornada extraordinaria, entre el 1 y el 10 de abril anteriores.  

Ocho meses después de esos diez días de protesta, los médicos especialistas vuelven a presionar. Esta vez, a los poderes Ejecutivo y Legislativo. Decenas han presentado su solicitud de cese de nombramiento a diferentes hospitales como estrategia para luego ser recontratados con un mejor salario. 

Para conocer las causas de esta renuncia en masa, los invito a leer las informaciones que publicó la periodista Irene Rodríguez la semana anterior. Las notas las puede leer aquí: 

Médicos especialistas renuncian en masa a CCSS para ser recontratados con mejor salario 

Hospital de Alajuela ya vive renuncia de especialistas que buscan recontratarse con salario global

 
Vuelvo a las historias del inicio, las cuales, como les comenté, son reales. Me las contó una fuente hospitalaria de confianza, profundamente preocupada por la magnitud de las consecuencias que tendrá esta salida masiva de médicos especialistas a final de año. 

Los fines de semana se han convertido en un pequeño ensayo de esta crisis inminente: hay poca disponibilidad de especialistas en áreas críticas como anestesiología, ginecoobstetricia o neonatología. Enfermos con emergencias pasan horas en ambulancias esperando que un hospital tenga especialistas y los reciba para ser atendidos.

Silencio en CCSS

¿Por qué y cómo hemos llegado a este punto? ¿A mirar casi con indiferencia las probables consecuencias en cientos de vidas si se materializa esa renuncia masiva en nuestros hospitales? 

Para contestar, en parte, lo anterior, debemos saber que Costa Rica no es el único país en una situación así. Volvamos los ojos a Europa donde el personal sanitario también ha sido foco de protestas. La pandemia por la covid-19 tuvo al personal de salud como su principal insumo y escudo. Costa Rica lo hizo muy bien. Las bajas no fueron tantas como las que se registraron en otros países del mundo. Es necesario no olvidar esto. 

Pero salir de la pandemia no ha sido fácil para nadie. Han entrado a jugar en el escenario otros actores que han complicado sustancialmente ese proceso de transición de la crisis profunda causada por una emergencia global, a un periodo de estabilidad al cual aún no hemos llegado. 

La situación costarricense se complicó porque no tuvimos un equipo con la capacidad técnica de tomar la estafeta después de los peores años de la covid-19 y continuar avanzando. No les tengo que contar mucho: basta ver la profunda crisis en la que está la gobernanza de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), que resulta ser una copia al carbón de la inestabilidad del equipo de gobierno desde el Ejecutivo. 

Esa inestabilidad resta músculo y arrebata capacidad técnica y política para responder a desafíos como el que nos plantea la formación y retención de equipo humano estratégico en los servicios de salud, que en la actualidad, más que nunca, exigen mejores condiciones de ambiente laboral y salarios para permanecer en los hospitales públicos. 

Hoy, hablamos de médicos, pero muy pronto es probable que estemos escuchando de demandas similares en enfermería, microbiología, farmacia... No perdamos de vista lo que se vive en otros países, como los europeos, en este mismo tema. 

Mientras tanto, quienes quedan poniendo el pecho a las balas en los hospitales públicos cargan con el peso que dejan los que se van. Ya no hay fuerzas ni motivación para asumir jornadas extraordinarias o disponibilidades, que antes se las peleaban. Las pizarras de los quirófanos permanecen con los espacios en blanco esperando que alguien se apunte a jornadas que hoy prometen ser cada vez más extenuantes.

Juegan otros personajes en estos nuevos escenarios: autoridades que han perdido capacidad de gobernanza, nuevas generaciones de profesionales con niveles muy bajos de tolerancia a las crisis, y políticos perdidos en un pulso de egos que margina a enfermos y a sus familias. 

Por ahora, ni la CCSS con lo que queda de autoridades, el Ministerio de Salud o  instituciones como el Colegio de Médicos, la Defensoría de los Habitantes y las organizaciones de pacientes, han salido a pronunciarse sobre lo que está por desatarse en diciembre. Ese silencio pesa. 

Ingresó a La Nación en 1993. Cubre salud. Graduada de la UCR, máster de la Universidad Complutense, con formación en CDC y NIH, entre otros. Redactora del Año de La Nación 1998, premio SIP 1997, Premio Nacional de Periodismo de Salud OPS 2002, Premio Cámara Costarricense de la Salud 2022. Coautora de Comunicación, palanca para la acción en salud.