Desde las elecciones de 2016 acompaña a los estadounidenses en su diario vivir. El fantasma de la desinformación se volvió un compañero perenne de la política norteamericana, un compañero que durante las últimas semanas deambula entre mítines y urnas.
La contienda electoral entre el presidente Donald Trump y el candidato demócrata, Joe Biden, está inmersa en un contexto de desinformación sin precedentes, que además tiene como telón de fondo la pandemia de la covid-19, el tema que durante meses ha concentrado la producción de “noticias falsas” en el mundo.
Los asuntos y orígenes de las informaciones falsas son múltiples.
Cristina Tardaguila, directora adjunta de la International Fact-Checking Network, una organización que agrupa a 90 iniciativas de comprobación de datos alrededor del mundo, explicó a La Nación que, por ejemplo, se están registrando ataques en que se acusa a los candidatos, sin ninguna prueba, de pedofilia y abusos sexuales.
También, circulan informaciones en que se busca crear un supuesto ligamen entre las campañas estadounidenses y mandatarios latinoamericanos, como Nicolás Maduro (Venezuela), para influir en el voto hispano.
“Es explotar el miedo a que Estados Unidos se vuelva semejante a lo que se ha visto en otros países”, comenta Tardaguila.
Ese tipo de desinformación enfocada en crear supuestos paralelismos entre la política de los Estados Unidos y países como Cuba, Nicaragua y Venezuela circula, principalmente, en Florida, un estado “bisagra” en que el “voto latino” es determinante en los resultados.
La politóloga e investigadora de la Universidad de Columbia, Tatiana Benavides, explica, por su parte, que hay un elemento que es fundamental para entender el papel de la desinformación en la política de los Estados Unidos: Donald Trump.
Durante su mandato, los cuestionamientos a publicaciones y declaraciones realizadas por Trump han sido una constante. Diversos proyectos de chequeo de información lo han desmentido una y otra vez y plataformas como Twitter han marcado algunos de sus posteos como falsos.
Por ejemplo, un estudio publicado por la Universidad de Cornell determinó que el mandatario fue uno de los mayores factores de reproducción de desinformación sobre la covid-19, en los últimos meses.
Durante la campaña, el tema favorito de Trump para desinformar ha sido el voto por correo, que se espera se incremente de forma importante por la pandemia.
El mandatario insiste, sin mostrar prueba alguna, en que el voto por correo es inseguro y que los resultados de la elección podrían ser poco confiables.
"Ha tenido una campaña intensiva contra el voto por correo, diciendo que el voto por correo es un generador de fraude, lo cual es mentira. Eso no es así. Las posibilidades de fraude de voto por correo son mínimas.
Y por otro lado, él ha dicho que es una modalidad de voto que beneficia a los demócratas, lo cual también está comprobado que no es cierto. Es más se cree que puede beneficiar de manera importante a los republicanos porque un grupo importante de apoyo a los republicanos es la población blanca senior, los adultos mayores", comentó Benavides.
Hace unas semanas, también empezaron a circular, en diferentes estados, correos electrónicos falsos que buscan confundir al electorado sobre la seguridad del voto por correo. El Buró Federal de Investigaciones de los Estados Unidos (FBI, por sus siglas en inglés) cree que, detrás de esa campaña, están Irán y Rusia.
QAnon, un nuevo elemento
La contienda también está marcada por el papel que están teniendo los seguidores de la teoría conspirativa conocida como QAnon.
Esta teoría surgió en 2017 en el sitio web 4chan, popular entre cibernautas de extrema derecha.
En síntesis, los seguidores de la teoría aseguran que Trump planea desmantelar una presunta red satánica de pedofilia conformada por políticos del Partido Demócrata, empresarios y celebridades.
No existe evidencia alguna que respalde tales afirmaciones, pero eso no desmotiva a los seguidores de QAnon.
Benavides explica que el movimiento tiene cada vez más relevancia en los Estados Unidos, especialmente porque sus mensajes son respaldados por algunos políticos que buscan llegar a distintos puestos de elección popular.
"Hay varios candidatos al Congreso en estas elecciones que son seguidores de QAnon. Entonces, la gran preocupación es el impacto que puede tener la llegada al poder de personas que se avienen, de alguna manera, a todo este tipo de desinformación y a las teorías conspirativas de QAnon”, comentó la politóloga.
La noche de los resultados
Otro tema que le preocupa a Benavides es el efecto que podría tener la desinformación durante la espera de resultados del 3 de noviembre, ya que por el posible incremento del voto por correo, el conteo será más lento de lo habitual.
Benavides, incluso, considera que existe la posibilidad de que la noche de la votación no se cuente con resultados concluyentes, situación que podría convertirse en una coyuntura “ideal” para quienes buscan generar conflictividad, mediante la desinformación.
“En ese espacio, donde todavía no haya resultados, lo que se teme es que empiece a correr toda esta desinformación de un lado o de otro y que empiece a acelerar los ánimos y que, incluso, pueda haber actos de violencia: gente que se tire a la calle, a protestar, y puede ser que estén incentivados más por esa desinformación”, concluyó.
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